miércoles, 11 de marzo de 2009

Los consumidores exigen «una lista clara y razonable» La lista secreta de los aeropuertos

Uno de los controles habituales que se producen a diario en el aeropuerto de Barajas
FACUA-Consumidores en Acción exigió ayer a la Comisión Europea que elabore «una lista clara y razonable» en relación con los objetos que se prohíban a partir de ahora en el equipaje de mano a bordo de los aviones. En declaraciones a ABC, el portavoz de dicha organización, Rubén Sánchez, mostró su satisfacción por la «correcta» sentencia emitida por el Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre este asunto, pero subrayó que «ahora es el momento de recapitular» y comprender que «hay que ser razonables al regular las prohibiciones». En este sentido, Sánchez apuesta por una normativa que «garantice la seguridad» pero «sin caer en la actual paranoia», que, hoy por hoy, «pone al mismo nivel un arma de fuego que una botella de agua mineral». En su opinión, la normativa en vigor, a la que calificó de «fruto de la paranoia», supone un atentado contra los derechos civiles de los pasajeros».
POR ENRIQUE SERBETO
FOTO CHEMA BARROSO
BRUSELAS. El Tribunal Europeo de Justicia condenó ayer a la Comisión por obligar a que los ciudadanos cumplan un reglamento que no pueden conocer, puesto que había sido declarado secreto. Imagínese qué pasaría si usted circulase por una carretera con las señales de tráfico y los semáforos tapados. Cualquiera perdería todos los puntos del carnet en menos de cincuenta kilómetros.
Eso es lo que hizo la Comisión cuando el 16 de diciembre de 2002 aprobó un reglamento de seguridad para los aviones en el que establecía la lista de objetos que no pueden ser llevados consigo por los pasajeros, pero al mismo tiempo declaraba tal lista materia secreta, por razones de seguridad.
Un juez austriaco ha consultado a sus colegas del Tribunal Europeo de Luxemburgo sobre el caso de Gottfried Heinrich, que en septiembre de 2005 conoció en persona el proverbial espíritu inquisitorial de los servicios de seguridad del aeropuerto de Viena, donde le obligaron a bajar del avión porque se empeñaba en llevar consigo una raqueta de tenis. La conclusión del Tribunal de Luxemburgo le da la razón ahora, porque el reglamento en el que se apoyaban las autoridades del aeropuerto no era legal, puesto que no se había publicado. Para colmo, cuando fue hecho público, el 19 de agosto del año pasado, la raqueta de tenis en concreto no está en la lista.
La Comisión ya empieza a estar acostumbrada a recibir este tipo de varapalos y los ciudadanos desgraciadamente también se acostumbran a que no tengan ninguna consecuencia política, como sería de esperar. Si todos los viajeros a los que ha causado molestias -cuando son obligados con malos modos a descalzarse o sacarse el cinturón -- hubieran presentado una querella como el señor Heinrich, el Tribunal no tendría papel para imprimir las condenas.
Pero, aunque el reglamento ya ha sido rigurosamente publicado, lo malo es que de todos modos nunca se puede saber qué está prohibido, porque al final de la lista se dice claramente que se puede impedir llevar «cualquier objeto que no figure en la lista» y sobre el que el personal de seguridad «tenga sospechas». Y todo el mundo sabe que por sospechar, a veces los vigilantes demuestran un celo cercano al sadismo.

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