domingo, 8 de marzo de 2009

Experto en tiro y pastor de almas

Un ex cura no reconocido por la Iglesia y presidente de una asociación de escoltas dirige una residencia para inmigrantes apoyada por el Ayuntamiento
i existe un perfil más o menos convencional para dirigir un albergue de inmigrantes, desde luego, ése no es el de Vicente Almale. El responsable del Hogar San José de Valencia, subvencionado por el Ayuntamiento, es también delegado de la Asociación Unificada de Escoltas en la Comunidad Valenciana, además de administrador de Gimidavi, SL, una firma dedicada a la compraventa inmobiliaria y a la construcción, y apoderado de Gerem21, SL, que ofrece asesoramiento jurídico, entre otros aspectos. En su trayectoria empresarial, Almale, de 35 años, también ha formado parte de Tiro y Seguridad Privada, SL, (que entre sus objetos sociales comprende desde la hostelería a formación y adiestramiento en materia de seguridad) y de otras cinco firmas más.
Todo ello no sería tan sorprendente si, además, Almale no hubiera sido hasta hace año y medio vicario general y superior del convento de los Misioneros Apostólicos de María Inmaculada (Mami), una oscura orden que hunde sus raíces en el Palmar de Troya y que se hacía pasar por católica, a pesar de que el arzobispado de Valencia nunca la reconoció. Desde este cargo, consiguió en 2006 que el Ayuntamiento subvencionara al centro mediante un convenio y le remitiera inmigrantes. Ahora, el ex falso sacerdote católico "se ha secularizado y ha cerrado la iglesia" para dedicarse íntegramente a la gestión de un remozado albergue, como reconocen fuentes de la Consejería de Inmigración.

Hace dos años estas instalaciones recibieron un rapapolvo del Síndic de Greuges, el equivalente autonómico al Defensor del Pueblo, al considerar que no reunían condiciones de habitabilidad. Los técnicos de la Sindicatura reflejaron entonces la "penosa impresión" que desprendían los "edificios deteriorados" donde se alojaba a los extranjeros. Tras estas denuncias se construyeron unas nuevas instalaciones a base de módulos prefabricados de dos alturas y el centro ha consolidado la relación que mantiene con el Ayuntamiento de Valencia. Es el propio departamento de atención a inmigrantes de los servicios sociales municipales el que deriva los usuarios al albergue, que cuenta con medio centenar de plazas. El año pasado, el Consistorio pagó a la Asociación Mami 19.962 euros por sus servicios.

Al margen de esta actividad, Almale es una persona relacionada con los círculos de la seguridad privada. Gracias a su cargo como delegado de la Asociación Unificada de Escoltas en la Comunidad Valenciana, el gerente del albergue recibió un premio de Asociación Valenciana de Directores de Seguridad "por el encomiable trabajo que prestan los escoltas valencianos en el País Vasco y Navarra".

En una conversación con este diario, Almale reconoce que formó parte de los Misioneros Apostólicos de María Inmaculada, pero añade que abandonó la congregación "hace tiempo". "Ya no celebro misas", apunta. También señala que hizo pública su renuncia mediante un comunicado a la gente que le conocía. Al margen de ello, evita referirse a sus actividades al frente de la residencia o en la asociación de escoltas. "Ya no represento a nadie ni tengo que dar explicaciones por mis actividades privadas", comenta.

La concejalía de Bienestar Social del Ayuntamiento de Valencia, que dirige Marta Torrado, evitó responder a la llamada de este periódico.
Un oscuro movimiento religioso

Los Misioneros Apostólicos de María Inmaculada (Mami), impulsores del albergue de inmigrantes Hogar San José, llegaron a Natzaret hace más de dos décadas de la mano de Ricardo Subirón, su fundador.

Varias fuentes apuntan que Subirón fue ordenado sacerdote por Clemente Domínguez Gómez que con el tiempo se convertiría en el papa Clemente (formalmente Gregorio XVII) de la Iglesia Cristiana Palmariana de los Carmelitas de la Santa Faz, más conocida como la Iglesia de El Palmar de Troya. La versión oficial de los Mami lo niega e indica que le ordenó Pierre Martin Ngo-Dinh-Thuc. En todo caso, fue este díscolo arzobispo vietnamita quien legitimó el delirio de Clemente Domínguez -una secesión ultraconservadora y opaca del catolicismo- al ordenarle sacerdote allá por 1976. Con ellos los Mami, a quienes la Iglesia nunca ha reconocido, comparten su devoción por el rito preconciliar.

Con el tiempo, Almale, delfín de Subirón, le sustituyó al frente de la congregación, que impulsó notablemente. Amplió sus instalaciones de la calle de Ifach y potenció la residencia de inmigrantes, hasta desligarse de la orden hace año y medio y quedarse con la gestión del albergue.

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