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lunes, 1 de junio de 2009
Cocaína en el supermercado
El vigilante de una tienda en Valencia, condenado a cuatro años de cárcel por vender droga dentro del comercio
Fruta, productos de limpieza, carne, pescado, refrescos.... y cocaína. La oferta de un supermercado de Valencia se salía de los habituales productos comerciales, por supuesto a espaldas de los responsables del local y sin que estos supieran el ilícito negocio que se desarrollaba en el establecimiento. Al mismo tiempo que vigilaba las instalaciones, un guardia jurado se sacaba un sobresueldo traficando con droga cerca de las cajas registradoras.
Estos son los hechos que considera probados una sentencia de la Audiencia Provincial que impone cuatro años de cárcel al acusado, Jorge R. R., como autor de un delito contra la salud pública.
El vigilante de seguridad, de 27 años, fue arrestado por la policía gracias a la colaboración de varios vecinos del supermercado, situado en la calle Justo Vilar de la capital. Los residentes fueron quienes indicaron a los agentes que algo sospechosos sucedía en el local. Ello desencadenó un dispositivo de vigilancia policial en el barrio del Cabanyal.
Los agentes enseguida constataron cómo numerosas personas entraban en el comercio, dialogaban con el sospechoso, se dirigían a un cuarto junto a la entrada y, minutos después, salían sin haber realizado compra alguna.
Entrega de una bolsita
Tras unas horas apostados a las puertas del establecimiento, la policía constató otro dato sospechosos. Los agentes fueron testigos de cómo el joven vigilante «entregaba una bolsita que extrajo de su pantalón» a una persona que acudió a hablar con él, como recoge la resolución. El arresto del acusado fue casi ya un hecho cuando los agentes interceptaron al individuo y vieron que en la bolsa había una sustancia blanca con toda la apariencia de la cocaína. La policía no tardó ni un segundo en regresar al supermercado para apresar al guardia jurado.
El tribunal relata cómo el vigilante observó desde el interior del supermercado su llegada. En un desesperado intento por ocultar lo que ya era evidente, el procesado «arrojó otra pequeña bolsa con cocaína sobre la zona de frutas».
Tras detener al sospechoso, los investigadores -«en presencia de la encargada del local», como constata la resolución- registraron la habitación en la que se llevaba a cabo el trapicheo, un cuarto que el procesado utilizaba como vestuario. «En una chaqueta del acusado apareció otra bolsita que igualmente contenía cocaína», como indica la resolución. El guardia jurado también llevaba en su poder 30 euros «procedentes de otras ventas» y dos teléfonos.
El acusado se declaró inocente durante el juicio y negó que estuviera traficando con droga. Pero el tribunal recoge en la sentencia las numerosas evidencias existentes contra él. En primer lugar, el testimonio del comprador interceptado en la vía pública con la droga. Relató cómo había llamado previamente por teléfono al vigilante, «del que sabía que vendía droga». Tras la entrega de la coca le había dejado a deber 200 euros.
La resolución también apunta como pruebas contra el vigilante la escena del trapicheo que presenciaron los policías y cómo luego el vigilante trató de deshacerse de una bolsa con cocaína al lanzarla sobre unos estantes con fruta, como constató la encargada del supermercado durante el juicio.
Y, la evidencia definitiva contra el condenado fue el hallazgo de otra bolsa con cocaína en la chaqueta que guardaba en el cuarto del vestuario. Junto a los cuatro años de cárcel, la Audiencia impone una multa de 1.700 euros.
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