viernes, 13 de noviembre de 2009

«A los aspirantes a ir al Índico no hay que enseñarles a disparar, ya saben»


El entrenador de los vigilantes que pondrán freno a los piratas dice que « unos días de cursillo son suficientes»


Juan Carlos García Fajardo, uno de los primeros oficiales de protección marítima de España, organiza cursos específicos para preparar a los vigilantes de seguridad que se ofrecerán a los armadores de los atuneros vascos frente a la amenaza pirata. Director de la agencia alicantina GM Formación, defiende la «profesionalidad» de sus alumnos frente a los que llama «soldados de fortuna» -pese a que sus aspirantes también suelen ser ex militares- y apuesta por la «prevención» como la mejor arma contra los bandidos. Mañana llega a las islas Seychelles el primer contingente de profesionales que protegerán a los atuneros que faenan en la zona del Cuerno de África. Estos se han sometido a un cursillo de apenas tres días y medio, supervisado por Defensa, antes de embarcarse. A García Fajardo, en cuya escuela se forma a los aspirantes durante siete días, le parece «suficiente. No hay que enseñarles a disparar», dice. «Ya saben».
-¿Cómo se forma un vigilante de seguridad?
-Lo más importante es trabajar el aspecto psicológico de los alumnos. Seleccionamos personas que tengan una alta capacidad de aguantar una tarea sometida a mucho estrés, gente con capacidad de trabajo en equipo. Hay que tener en cuenta que van a estar embarcados largos periodos de tiempo y deben estar preparados.
-Una de las críticas realizadas por los armadores es precisamente su falta de formación. Algunos prefieren a ex militares de otros países, 'soldados de fortuna'.
-Los vigilantes son profesionales, no 'rambos' que van a lanzar granadas al primer pirata que se encuentren. Se trabaja en coordinación con el Ministerio de Defensa. ¡Qué se piensan los armadores, que vamos a pegar tiros en cuanto veamos venir un barco...! No entiendo por qué creen que no están formados. La gran mayoría son ex escoltas o ex militares que han finalizado sus compromisos

profesionales en Irak o Afganistán y buscan una nueva salida profesional.
-Los cursos apenas duran unos días. ¿Es posible formar a un vigilante marítimo en ese tiempo?
-Son vigilantes de seguridad, por lo tanto ya tienen hecho un curso de tres meses, como mínimo. Lo que nosotros preparamos es el paso de las labores que han hecho como profesionales militares a la seguridad privada. Es decir, explicarles la normativa, cómo se desarrolla la vida en el barco, aspectos relacionados al marco marítimo... A esta gente no le tienes que enseñar a pegar tiros, ya saben. El problema es que se ha basado toda la protección de una embarcación en el armamento cuando lo más importante es la prevención. Los 'soldados de fortuna' tienen la misma formación que los alumnos que hacen el curso, con la diferencia de que los vigilantes de seguridad ofrecen más garantías al tratarse de una actividad regulada por ley.
-¿En dónde realizan las prácticas?
-Tanto en instalaciones marítimas como en tierra. Están preparados para afrontar cualquier tipo de ataque pirata.
-¿La tensión que se está viviendo en el Índico ha servido como reclamo para que se forme más personal o ha ocurrido todo lo contrario?
-El número de alumnos se mantiene. Partimos de la base de que no se han llevado a cabo abordajes contra las embarcaciones que presentan dispositivos de seguridad. Los vigilantes consideran que con una buena preparación, los medios adecuados e información van a evitar cualquier tipo de agresión. Son piratas, pero no son tontos. Saben perfectamente cuando tienen posibilidades de éxito en el asalto de una embarcación y cuando el ataque conlleva un riesgo para ellos. En este sentido, es evidente que van a optar por atacar las embarcaciones que no llevan protección.
50.000 euros al mes
-De hecho, los 'soldados de fortuna' que estaban embarcados en el atunero 'Artza' consiguieron repeler un ataque de los piratas «con dos o tres tiros de advertencia». ¿Existe algún protocolo de actuación en este tipo de situaciones?
-Los protocolos dependen del tipo de embarcación, de la zona de actuación, del índice de piratería... Lo principal es la disuasión. En ese sentido, unos disparos de advertencia son efectivos.
-¿Cuánto podría costar a los armadores contratar los servicios de un equipo de seguridad?
-Unos 50.000 euros al mes para colocar a seis profesionales en cada barco.
-En cuanto al tipo de armamento que les permiten llevar a bordo, ¿lo considera adecuado?
-El armamento es secundario. La seguridad se contempla desde el punto de vista de la prevención. Las armas que se han autorizado son un complemento al servicio que vamos a desempeñar. De todas formas, tienen un alcance lo suficientemente eficaz para repeler una agresión o disuadir a los piratas con disparos a larga distancia.
-Entonces, la clave es la prevención.
-Siempre. A veces da la sensación de que pretendemos colocar a cuatro personas armadas para que la emprendan a tiros en el momento en que se acerque una embarcación pirata. Pero oiga, si hacemos eso podemos ir a la cárcel. Hay que actuar con mucha información, inteligencia y prevención.


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