La crisis económica provoca que los delitos en inmuebles religiosos aumenten un 22 por ciento/ Las parroquias demandan cámaras de seguridad y alarmas como sistemas de protección.
En momentos de crisis, hasta la «piedra» de la Iglesia se tambalea. En la hornacina de la fachada de la parroquia de Santa María en Salas de los Infantes (Burgos) se siente la ausencia de San Pedro. La escultura del apóstol, de 100 kilos y metro y medio de altura, apareció desplomada una mañana del pasado verano. Al igual que hicieron con su pareja, San Pablo, unos ladrones quisieron llevársela. Pero la efigie del edificador de la comunidad de Jesucristo se resistió.
A diferencia de otras, una iglesia es una casa de puertas abiertas, lo que la convierte en un blanco fácil para «raterillos» y profesionales del robo. Unos no se resisten a cepillos y donaciones de los fieles, para otros, obras de arte de incalculable valor suponen un codiciado botín. Según datos de la sección de Patrimonio Histórico de la Guardia Civil, si a lo largo del periodo 2000-2010 los delitos contra el Patrimonio Histórico muestran una clara disminución, en cuanto a los delitos cometidos en inmuebles religiosos se ha registrado un aumento progresivo del 40 por ciento en 2009 y del 22 por ciento en 2010, siendo Castilla y León la Comunidad más castigada. Asimismo, señalan que de los objetos sustraídos relacionados con el patrimonio histórico, aproximadamente el 30% procede de parroquias y ermitas.
Voces de distintas diócesis alertan de esa situación. «La cosa se ha disparado», comenta Miguel Ángel Barbado, delegado de Patrimonio de Segovia. «A principios de este año han robado, o intentado robar, en casi diez iglesias. Vienen sobre todo a por dinero, pero se llevan poco. Los fieles donan menos y los sacerdotes lo retiran de la parroquia cuando lo reciben». Según Barbado, los ladrones se hicieron con un triste haber de 15 o 20 euros en los templos de Tenzuela y Santo Domingo del Tirón. «Vamos a reunirnos los delegados de Patrimonio para tratar el tema», anuncia. Por el momento, el Ministerio del Interior y la Junta de la Comunidad han firmado un convenio para instalar alarmas en las parroquias y ermitas. La situación ha llegado al punto de que en Securitas Direct el incremento de sistemas de seguridad en iglesias de 2010 respecto a 2009 ha sido de un 27%. Según datos de la compañía, es en parroquias de Galicia, Madrid y Cataluña donde un mayor número de cámaras y alarmas se han colocado.
Robo de campanas
El arzobispado de Santiago pidió recientemente a los fieles que se mantuvieran atentos ante las sustracciones del patrimonio eclesiástico, que afectan no sólo a las obras de arte, sino también hasta a las campanas. El cobre es el material más deseado por los delincuentes. Según informa BBC Mundo, el movimiento de los precios del metal en los mercados internaciones no ha pasado desapercibido para los delincuentes, lo que en España ha supuesto que la empresa eléctrica Endesa registre pérdidas por este concepto de 4 millones y medio de pesetas.
Por otro lado, fuentes de la Sección de Patrimonio Histórico distinguen dos tipos de delincuentes: especializados y no especializados. Estos últimos no realizan una selección previa de las piezas. «Ignoran los circuitos de comercialización clandestina; unos actúan en función de que se presente la oportunidad, y otros hacen del delito su modo de vida. La finalidad de su acción es la obtención de dinero». Los especializados, por el contrario, suelen tener conocimientos artísticos. «Son conocedores de los circuitos, así como de peristas e intermediarios, que son los encargados de introducir los objetos en comercios, coleccionistas, particulares...», explican. «Antes de perpetrar un robo seleccionan el objeto y la víctima, y los llevan a cobo conforme a planes perfectamente trazados».
Opinión que corrobora José Antonio Fuentes, vicario general de la diócesis de Cáceres. Sólo en los últimos tres meses se han producido seis detenciones en Extremadura por robos en iglesias. El caso más llamativo es el de la parroquia de Santiago, que sufrió cinco robos en menos de cuatro meses. Los ladrones se llevaron dinero, la cofradía de la Sagrada Cena, un broche de oro de la Virgen del Sagrario... «Una cosa es el raterillo, que viene a por dinero. Otra cosa son los profesionales. Por ejemplo en Casares de Urdes se llevaron una custodia, dos cálices, tres ánforas, una banda de comunión… Todo de plata». El párroco lo denunció y la policía lo encontró en un anticuario de Salamanca. «En la catedral de Coria, en los retablos posteriores al coro, hay una serie de molduras que han ido arrancando para utilizarlos luego como elementos decorativos. Queremos cámaras en el mayor número de Iglesias posible». El sistema funciona. La Iglesia de San Juan fue uno de los templos más afectados por los robos. Desde que instalaron los sistemas de seguridad y las alarmas el problema desapareció. El vicario sostiene que es en los lugares de España con menos protección donde actúan los delincuentes. Quizá por ese motivo en Madrid no noten un incremento en robos. «La crisis hace la necesidad, por eso sucede esto», sostienen desde la diócesis. «Pero no hemos notado un aumento».
Existen otros métodos más primarios de seguridad, adoptados por las propias parroquias. En Valencia, han «echado el candado». Además de mantener los templos cerrados mientras no se celebre el culto, los párrocos han «anclado» los cepillos al suelo. Así las cosas, algunos sacristanes hacen de guarda de seguridad. Lázaro, de 77 años, vela por la iglesia de Salas de los Infantes. «Soy colaborador de Jesús, María y José», se declara.
Google Earth, un «cómplice perfecto» para robar
Otros países utilizan métodos más sofisticados. Las alarmas no suponen un impedimento. En Inglaterra, según una investigación de Tony Baldry, comisario patrimonial de la Iglesia, los ladrones han descubierto en Google Earth un aliado infalible: a través de esa herramienta ubican iglesias con techos de plomo, los roban y los venden en el mercado de metales. Los distinguen por el color, más oscuro que el resto de los tejados. El negocio es seguro; las parroquias denuncian ante el seguro –en los últimos años unas 8.000 han reclamado a sus seguros el robo de plomo–, las aseguradas pagan la sustracción, la iglesia reconstruye el techo. Los ladrones la vuelven a detectar en Google Earth y roban de nuevo.
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