El padre Vicente regentaba un albergue para inmigrantes, a los que explotaba en una constructora de su propiedad
T. D./P. C./I. C., VALENCIA/ALICANTE El falso cura de Natzaret Vicente A.P., promotor de un albergue en ese barrio valenciano cuya finalidad era dar cobijo a inmigrantes, ha sido detenido por la Guardia Civil de Alicante por su presunta vinculación con la red de narcotraficantes que disponía de topos en el puerto de Valencia. Vicente A. forma parte de la veintena de arrestados en Torrevieja y otros puntos de Alicante que formaban una organización paralela a la desarticulada en octubre pasado en Valencia.
De momento, al menos trece de los detenidos en esa segunda operación policial -entre ellos el falso sacerdote- están en prisión por orden de un Juzgado de Instrucción de Torrevieja, y la operación aún podría dar nuevos frutos.
Al igual que la organización desmantelada en Valencia y varios municipios más, la red alicantina está acusada de introducir grandes cantidades de cocaína por el puerto de Valencia, siempre con el sistema de gancho perdido -la droga viaja oculta en contenedores con carga legal a espaldas de la empresa importadora-. De hecho, algunos de los arrestados llegaron a ser investigados simultáneamente durante ambas operaciones.
Según fuentes próximas a los detenidos, la primera investigación sobre el entramado responsable de la introducción de al menos cinco grandes alijos de cocaína la puso en marcha el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Alicante hace casi dos años, con el fin de desenmascarar una red integrada por colombianos y españoles, y cuya cúpula estaba asentada en la Vega Baja.
Las pesquisas derivaron hacia Valencia, donde comenzaron a investigar al falso cura. Vicente A. supuestamente actuaba como intermediario entre los colombianos que importaban las distintas partidas de cocaína y el clan familiar de Natzaret que se encargaba de sacar la droga del puerto con la colaboración de algunos estibadores y vigilantes de seguridad.
División de las dos investigaciones
Esa investigación se cruzó con la iniciada hace año y medio por el EDOA de la Guardia Civil de Valencia y por la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la policía nacional de Valencia. Parte de las dos organizaciones, la alicantina y la valenciana, era común, lo que obligó a dividir el trabajo entre los distintos equipos policiales tras varias reuniones.
Finalmente, entre la madrugada del 4 y la mañana del 5 de octubre de 2010, se llevó a cabo la fase de explotación de la investigación valenciana. Un equipo conjunto de policías y guardias civiles detenía a 18 personas, entre ellas a cuatro estibadores, dos vigilantes de seguridad, los cabecillas del clan de Natzaret -un padre y su hijo- y un colombiano al que se consideraba importador del último envío achacado a este grupo: 86 kilos de cocaína hallados el 30 de septiembre en un contenedor.
Además, les imputaban al menos tres envíos más: uno de 286 kilos del 31 de marzo en el puerto de Valencia, otro de 112 kilos a finales de junio, confiscado en el puerto de Tarragona tras ser desviado desde el de Valencia por cuestiones técnicas; y un tercero de 132 kilos, detectado el 9 de julio y por el que fueron detenidos dos porteadores el día 10, cuando recogían las mochilas con la droga en el recinto portuario valenciano.
Pero no son los únicos. Al parecer, hay más contenedores confiscados en los Países Bajos, en Portugal y, posiblemente, en Italia. Dos meses y medio después, el 20 de diciembre, el EDOA de Alicante detenía al falso cura y otras 17 personas más, entre ellas, al parecer, un constructor de la Vega Baja. Al menos trece de ellos han ingresado en prisión y, en principio, se les imputan prácticamente las mismas importaciones de cocaína.
Amante de las armas, "sacerdote" y gestor de un albergue "benéfico"
El padre Vicente, como era conocido por todos en el barrio de Natzaret, proyectó durante años la imagen del sacerdote altruista que ayuda a inmigrantes sin techo ni comida. Amparado en esta supuesta condición de cura, el ahora detenido por tráfico de drogas creó un albergue para los más desprotegidos en el Camí Punta a la Mar de Valencia y logró así una subvención por parte del Ayuntamiento.
Vicente A. P. era miembro de la congregación religiosa Misioneros Apostólicos de María Inmaculada, no reconocida por la Iglesia católica, según confirmó el Arzobispado de Valencia, y relacionada con la llamada iglesia del Palmar de Troya. No obstante, hacía creer a todo el mundo que era sacerdote católico, según apuntaron las fuentes consultadas por este periódico. De hecho, llegó a celebrar eucaristías y otros sacramentos.
Trabajadores del propio albergue le denunciaron en 2008 ante el Ministerio de Trabajo por trato degradante con los inmigrantes que acogía en estas instalaciones, a quienes tenía en condiciones insalubres. "Les daba productos caducados y les quitaba la etiqueta para que ellos no lo supieran", relató un testigo de estos hechos.
Además del supuesto trato despectivo para con ellos, el padre Vicente también fue acusado de explotar a los internos del albergue, a quienes al parecer pagaba dos euros la hora por trabajar para una constructora de la que él era el dueño.
Gran amante de las armas y de la seguridad privada, fue nombrado delegado de la Asociación Unificada de Escoltas (Aunes) en la Comunidad Valenciana. "Vicente no es un cura normal", describió ayer un extrabajador del albergue en referencia a la paradoja de contraponer esas aficiones con su publicitada labor religiosa.
La acusación de tráfico de drogas sobre este hombre de 36 años viene precedida por antecedentes por blanqueo de capitales, falsedad documental y estafa. De hecho, en mayo de 2009 fue detenido por un delito relacionado con la compraventa de vehículos en el extranjero, apuntaron las fuentes consultadas.
De momento, al menos trece de los detenidos en esa segunda operación policial -entre ellos el falso sacerdote- están en prisión por orden de un Juzgado de Instrucción de Torrevieja, y la operación aún podría dar nuevos frutos.
Al igual que la organización desmantelada en Valencia y varios municipios más, la red alicantina está acusada de introducir grandes cantidades de cocaína por el puerto de Valencia, siempre con el sistema de gancho perdido -la droga viaja oculta en contenedores con carga legal a espaldas de la empresa importadora-. De hecho, algunos de los arrestados llegaron a ser investigados simultáneamente durante ambas operaciones.
Según fuentes próximas a los detenidos, la primera investigación sobre el entramado responsable de la introducción de al menos cinco grandes alijos de cocaína la puso en marcha el Equipo de Delincuencia Organizada y Antidroga (EDOA) de la Guardia Civil de Alicante hace casi dos años, con el fin de desenmascarar una red integrada por colombianos y españoles, y cuya cúpula estaba asentada en la Vega Baja.
Las pesquisas derivaron hacia Valencia, donde comenzaron a investigar al falso cura. Vicente A. supuestamente actuaba como intermediario entre los colombianos que importaban las distintas partidas de cocaína y el clan familiar de Natzaret que se encargaba de sacar la droga del puerto con la colaboración de algunos estibadores y vigilantes de seguridad.
División de las dos investigaciones
Esa investigación se cruzó con la iniciada hace año y medio por el EDOA de la Guardia Civil de Valencia y por la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (Udyco) de la policía nacional de Valencia. Parte de las dos organizaciones, la alicantina y la valenciana, era común, lo que obligó a dividir el trabajo entre los distintos equipos policiales tras varias reuniones.
Finalmente, entre la madrugada del 4 y la mañana del 5 de octubre de 2010, se llevó a cabo la fase de explotación de la investigación valenciana. Un equipo conjunto de policías y guardias civiles detenía a 18 personas, entre ellas a cuatro estibadores, dos vigilantes de seguridad, los cabecillas del clan de Natzaret -un padre y su hijo- y un colombiano al que se consideraba importador del último envío achacado a este grupo: 86 kilos de cocaína hallados el 30 de septiembre en un contenedor.
Además, les imputaban al menos tres envíos más: uno de 286 kilos del 31 de marzo en el puerto de Valencia, otro de 112 kilos a finales de junio, confiscado en el puerto de Tarragona tras ser desviado desde el de Valencia por cuestiones técnicas; y un tercero de 132 kilos, detectado el 9 de julio y por el que fueron detenidos dos porteadores el día 10, cuando recogían las mochilas con la droga en el recinto portuario valenciano.
Pero no son los únicos. Al parecer, hay más contenedores confiscados en los Países Bajos, en Portugal y, posiblemente, en Italia. Dos meses y medio después, el 20 de diciembre, el EDOA de Alicante detenía al falso cura y otras 17 personas más, entre ellas, al parecer, un constructor de la Vega Baja. Al menos trece de ellos han ingresado en prisión y, en principio, se les imputan prácticamente las mismas importaciones de cocaína.
Amante de las armas, "sacerdote" y gestor de un albergue "benéfico"
El padre Vicente, como era conocido por todos en el barrio de Natzaret, proyectó durante años la imagen del sacerdote altruista que ayuda a inmigrantes sin techo ni comida. Amparado en esta supuesta condición de cura, el ahora detenido por tráfico de drogas creó un albergue para los más desprotegidos en el Camí Punta a la Mar de Valencia y logró así una subvención por parte del Ayuntamiento.
Vicente A. P. era miembro de la congregación religiosa Misioneros Apostólicos de María Inmaculada, no reconocida por la Iglesia católica, según confirmó el Arzobispado de Valencia, y relacionada con la llamada iglesia del Palmar de Troya. No obstante, hacía creer a todo el mundo que era sacerdote católico, según apuntaron las fuentes consultadas por este periódico. De hecho, llegó a celebrar eucaristías y otros sacramentos.
Trabajadores del propio albergue le denunciaron en 2008 ante el Ministerio de Trabajo por trato degradante con los inmigrantes que acogía en estas instalaciones, a quienes tenía en condiciones insalubres. "Les daba productos caducados y les quitaba la etiqueta para que ellos no lo supieran", relató un testigo de estos hechos.
Además del supuesto trato despectivo para con ellos, el padre Vicente también fue acusado de explotar a los internos del albergue, a quienes al parecer pagaba dos euros la hora por trabajar para una constructora de la que él era el dueño.
Gran amante de las armas y de la seguridad privada, fue nombrado delegado de la Asociación Unificada de Escoltas (Aunes) en la Comunidad Valenciana. "Vicente no es un cura normal", describió ayer un extrabajador del albergue en referencia a la paradoja de contraponer esas aficiones con su publicitada labor religiosa.
La acusación de tráfico de drogas sobre este hombre de 36 años viene precedida por antecedentes por blanqueo de capitales, falsedad documental y estafa. De hecho, en mayo de 2009 fue detenido por un delito relacionado con la compraventa de vehículos en el extranjero, apuntaron las fuentes consultadas.
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