Su novela sobre una mujer de Mahoma ha causado protestas.La autora afirma que en ningún otro país había tenido tanta protección.
Muy tranquila pero sorprendida por el dispositivo de seguridad que se ha desplegado en España hacia su persona se mostraba ayer la escritora estadounidense Sherry Jones a su llegada a Barcelona procedente de Madrid, donde ha promocionado esta semana La joya de Medina (Ediciones B), una novela que narra la vida de Aisha, la esposa favorita de Mahoma.
La obra viene precedida de un nutrido historial de percances, como la decisión, en agosto pasado, de la editorial Random House de no publicarla en Estados Unidos por miedo a represalias islamistas, el ataque al editor británico que adquirió los derechos y protestas en varios países.
Aunque no ha existido ningún tipo de amenaza concreta, como aseguraron ayer a Jones los escoltas que la recibieron en el aeropuerto de El Prat, la consigna ha sido la de las medidas preventivas. Tanto por parte de Ediciones B, que ante la visita promocional decidió avisar a la policía española, igual que hicieron los editores italianos a finales de año, como por parte de los medios policiales. Estos han aplicado el protocolo habitual en casos de vips, muy lejos del despliegue extraordinario que se organizó en Barcelona la pasada semana con la visita a Barelona del escritor italiano Roberto Saviano, amenazado de muerte por la Camorra napolitana por su libro Gomorra.
Dos escoltas permanentes de paisano, de la policía en Madrid, y de los Mossos d´Esquadra, en Barcelona, haciendo tareas de protección, y dos más de la brigada de información; coches con cristales tintados; registro previo de los lugares a los que se ha desplazado la escritora; habitaciones de hotel contiguas a la de Jones vacías; reservas a otro nombre; prensa acreditada; convocatorias a los medios por teléfono en lugar de por correo electrónico; cambio de hotel en Madrid tras una filtración a una agencia de noticias. Tras este despliegue, no extraña la sorpresa de Jones, que ayer afirmaba no sentirse amenazada y que en ningún otro país había tenido tantas medidas de protección. "Que yo sepa, solo tuve vigilancia en un par de actos públicos en mi país y en agosto, tras unos disturbios en Londres, el FBI contactó conmigo para estar al corriente de mis movimientos", explicó la autora. A la editorial, que ha tenido la ayuda de un vigilante de seguridad privada, se le aconsejó especial cuidado en la recepción de paquetes.
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