jueves, 14 de mayo de 2009

Los percebeiros piden una policía del mar ante el vacío de vigilancia


Siete mariscadores de los bancos más productivos de Galicia abogan por concienciar al sector para desarrollar una explotación más controlada y con futuro

¿Por qué ha disminuido la presencia de percebe en las costas gallegas? Los temporales, el cambio climático, la sobreexplotación, el poso tras el naufragio del Prestige, la contaminación, un repunte del furtivismo y un sistema de vigilancia deficiente. Todos estos factores entrelazados y agravados por un contexto de crisis económica explican, según los propios percebeiros, por qué en el 2008 las capturas del crustáceo en Galicia cayeron un 16%. Esta tendencia a la baja se mantiene en el arranque de este ejercicio. Para frenarla, el colectivo urge la creación de un cuerpo de policía del mar, que se dedique en exclusiva al sector.
Para analizar el complicado momento por el que pasa el sector, La Voz reunió a mariscadores de los bancos más productivos de percebe de Galicia: Serxio Ces y Antonio Tojeiro, de Cedeira; Roberto López, presidente de la agrupación de A Coruña, y Felipe Canosa, percebeiro de la ciudad herculina; José Baneira, dirigente de la asociación de Corme; Ramón Vilela, al frente de la entidad de Muxía, y José Manuel Francisco Dios, profesional de Aguiño (Ribeira).
La peculiaridad geográfica y el perfil sinuoso de la costa gallega, amén de la explotación individualizada de los bancos marisqueros -existen 32 planes aprobados en el 2009 gestionados por 36 cofradías- provocan, a la postre, que los percebeiros gallegos tengan problemas similares, pero con matices, diferentes tipos de furtivo y opiniones antagónicas en algunos casos. «Hai que diferenciar entre o norte e o sur, son dous mundos diferentes», apunta Serxio Ces.
En lo que sí coinciden por completo las agrupaciones gallegas es en denunciar un vacío de vigilancia en el mar durante el mandato del bipartito, con el que se puso fin al sistema anterior de inspección pesquera, en el que colaboraba la policía autonómica. «Desapareceu a vixilancia. Entonces somos furtivos todos, incluso os profesionais, aínda que só sexa por traer un quilo de máis», manifiesta Antonio Tojeiro.
Vigilantes
La red de vigilantes de las cofradías de pescadores, cofinanciados en su mayoría por la Xunta, resulta insuficiente para poner coto a la lacra del furtivismo, a la vista de lo expuesto por los mariscadores. «Non teñen a autoridade que tiñan os inspectores acompañados da policía autonómica, daquela si se recuperaron os bancos da nosa zona», afirma el percebeiro cedeirés.
Respaldan la propuesta de la nueva conselleira Rosa Quintana de recuperar al cuerpo de seguridad autonómico como apoyo a la inspección pesquera, que funcionó hasta el 2005. «Cando a Xunta se comprometía, foi a única vixilancia boa, porque estabamos alí cando viñan os furtivos», comenta Ramón Vilela.
E incluso van más allá: «Tiñan que crear unha policía do mar, esa é a solución, nada máis», asevera José Baneira.
La coexistencia en la costa de percebeiros y furtivos obliga de alguna manera a los primeros a traspasar la delgada línea que existe entre lo legal y lo ilegal. «Houbo un tempo en que os percebeiros de toda a vida dicían que había que poñer as gafas e sacar o produto do fondo, antes de que o colleran os furtivos. Sacáronse toneladas», comenta José Manuel Francisco.
Los propios profesionales del mar son consientes de que está en su mano revitalizar la especie. «É un círculo vicioso, se collemos os pais, non deixamos que se faga unha selección natural, e damos cabida ao percebe de mala calidade», afirma Tojeiro. La consecuencia: «Ao mellor estamos dexenerando o produto, eliminando as razas selectas, e están criando os malos».
Consejo de los biólogos
Dejan claro de antemano que no son biólogos y que deberían ser los científicos los que estudiasen las poblaciones de percebe gallego, su comportamiento en el tiempo y las posibles causas de la caída. Lo que sí les compete es la actitud del colectivo, y en ese aspecto tienen claro que es necesaria la concienciación de los percebeiros y, lo que parece aún más difícil, la unión entre ellos. «Dende que decidimos pechar os bancos de Corme, moito máis da metade dos percebeiros non me fala», señala Baneira.
Una explotación controlada y de futuro significaría para el sector percebeiro de Galicia una estabilidad económica de la que, por desgracia

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