miércoles, 20 de mayo de 2009

Tranquilidad y expectación un día antes de la final de la UEFA


El Sükrü Saraçoglu de Estambul, donde juega como local el Fenerbahçe de Luis Aragonés, acogerá mañana la primera final europea del año en la que se verán las caras los alemanes del Werder Bremen y los ucranianos del Shakhtar Donetsk, con la intención de llevar a sus vitrinas la Copa de la UEFA.

Si el estadio de San Mamés se ha ganado el apodo de "la catedral del fútbol español", el Sükrü Saraçoglu debería ser "la mezquita del fútbol turco", ya que por su antigüedad, historia, capacidad y arquitectura es uno de los más renombrados de Turquía.

Sin embargo, este sobrenombre no haría mucha gracia a sus vecinos, porque el campo que mañana acogerá la final de la Copa de la UEFA está situado en una de la zonas más selectas del distrito de Kadiköy (en la orilla asiática de Estambul) y es el hogar de parte de la burguesía fervientemente laica de Turquía.

Los técnicos del estadio han terminado ya de colocar dos pantallas gigantes en su interior, uno de los pocos retoques realizados antes de la final, puesto que éste fue completamente renovado entre 1999 y 2006, cuando el millonario empresario Aziz Yildirim comenzó su etapa como presidente del Fenerbahçe.

El Sükrü Saraçoglu posee una capacidad de 53.586 espectadores, que nunca ha sido alcanzada por la necesidad de establecer fuertes cordones policiales en los partidos que despiertan mayor expectación.

Esta desventaja es contrarrestada por la ausencia de una pista de atletismo entre las gradas y el césped, favoreciendo que los jugadores sientan casi sobre sus cabezas el aliento de la hinchada. Por ello, la UEFA lo ha definido como "uno de los estadios grandes más íntimos de Europa".

"Los seguidores turcos son excepcionales, entienden cada detalle del juego, por eso es que Estambul merecía ser la sede de la final de la UEFA", opina el entrenador del Shakhtar Donetsk, Mircea Lucescu, un buen conocedor de los terrenos de juego otomanos tras su paso por el Galatasaray y el Besiktas.

Con todo, el estadio no registrará un lleno completo, ya que no se ha conseguido colgar el cartel de "Todo Vendido", a pesar de que sólo salieron a la venta 43.200 entradas.

De éstas, 12.500 fueron reservadas para los dos clubes en liza, aunque -de acuerdo a la información del diario turco 'Aksam'- tampoco estas han sido vendidas al completo.

En cambio, la parte gestionada por la Federación de Fútbol Turca sí que ha sido comprada en su mayoría, según fuentes de la propia federación.

Si cuando la UEFA notificó al Fenerbahçe que su estadio acogería la final de copa los hosteleros turcos se frotaron las manos esperando recibir a 50.000 "turistas del fútbol", hoy las estimaciones más realistas hablan de un máximo de 20.000 seguidores desplazados hasta Estambul.

Y es que la crisis económica mundial se ha hecho notar también en la afición futbolera, así que la mayoría ha elegido ver la final de la Copa de la UEFA desde sus hogares: se retransmitirá en directo en 63 países y se espera que sea vista por 200 millones de personas.

Un día antes del partido el ambiente entre las aficiones era tranquilo, casi de calma total, y, según comentaron a EFE fuentes de la seguridad, no se esperan grandes problemas.

En total 1.800 agentes de policía y 1.200 vigilantes de la seguridad privada velarán por que no se produzcan altercados.

Además, los aficionados que lleguen mañana directamente para asistir al partido, serán vigilados por otros equipos de policía que han sido estacionado en los dos aeropuertos de Estambul y en nudos neurálgicos como la Plaza de Taksim.

"Estambul es una ciudad muy bonita, con importantes atracciones históricas y culturales. En verdad, que esta final será un festival del fútbol", sentencia Metin Kazancioglu, presidente de la federación turca.

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