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martes, 26 de mayo de 2009
Tres hombres asaltan a tiros y a plena luz del día un centro comercial
Pilar y su hermana, desde la peluquería que está enfrente del Banco de Santander, aún tartamudeaban cuando hacían memoria, ya de noche. Para entonces ya habían echado el cierre metálico del establecimiento y las nubes de pólvora empezaban a disiparse gracias a los potentes extractores de humo. "Han empezado a sonar tiros y más tiros y gritos y más gritos", recordaban mientras asomaban la nariz para contar los casquillos esparcidos por los pasillos del centro comercial Isla Azul, en un confín del distrito de Carabanchel y el mayor de Madrid, con 180 tiendas. Trece balas acordonadas artesanalmente con una cinta de esparadrapo por todo tipo de agentes de policía desplazados al lugar. Las cruces y líneas trazadas con tiza, delimitaban el escenario en el que dos personas habían sido heridas a balazos a plena luz del día en una gran superficie abarrotada de gente.
"A las siete menos cuarto de la tarde, con el sol aún en diagonal, tres individuos que habían llegado allí en moto aguardaban, manos en el bolsillo, mientras miraban los escaparates. Hacían tiempo. Esperaban a tres guardias de seguridad de Prosegur con sus correspondientes sacas de dinero. Uno de los vigilantes se quedó en el furgón. Otro, en la puerta. El tercero recogió el dinero, como cada semana. En ese momento los tres atracadores empezaron a abrir fuego. Le alcanzaron con tres balazos. Uno le entró por la espalda y le salió por el abdomen. Otro, le hizo astillas la rótula. Un tercero, le rozó la coronilla dejando una herida sangrante en el cráneo. El vigilante, F. J. Serrano, de 44 años, fue operado de urgencia ayer en el hospital Doce de Octubre. Con éxito, parece, aunque su estado era grave, según estimación del Samur, que tan sólo tardó 10 minutos en llegar a la zona.
"¡Bomba, una bomba!" era el mensaje que viajaba desde el restaurante de Rodilla hasta el Taco Bell. La gente corría en desbandada. Sólo una de las jóvenes farmacéuticas, cuyo novio es cazador, hizo una sabia sentencia: "Son disparos". Algo bastante sorprendente en el lugar, en el que ya ha habido riñas y atracos menores, pero nunca tiros. Eso, a pesar de que el encargado de una de las tiendas moviese la cabeza con tristeza antes de dar su diagnóstico: "Esto es el Bronx".
Mientras los tiros rebotaban en el pulido suelo y la música neutra se detenía de golpe, una mujer, "una clienta", se daba cuenta de que algo muy doloroso le había atravesado la planta del pie. Era una bala perdida. Julia, que así se llamaba la mujer, fue ingresada de urgencia con un fuerte ataque de nervios. Estaba comprando con su marido y su hijo, bastante pequeño según los testigos, que le describen poniendo en horizontal la mano a la altura de la cadera. Julia fue dada de alta ayer mismo por la noche y colaboró con la policía, aunque la remitió a su marido: "Ellos se han enterado de todo muchísimo mejor que yo, que me han dado".Sin embargo, no consiguieron llevarse el dinero. Así que su delito se reduce a "atraco en nivel de tentativa". Dos de ellos escaparon. Un tercero, según precisión policial de nacionalidad argentina, fue detenido. Le dio tiempo a subir las escaleras mecánicas, a sembrar el pánico en el lugar, a multiplicar los relatos de miedo ("¡Creo que ha habido dos muertos y un herido grave!") y a meterse en un gran almacén de ropa deportiva. Después, lo atraparon. Los dos atracadores restantes, los fugados, se supone que durante la noche estaban amenazados por una malla de seguridad organizada por la Policía Nacional.
F. J. Serrano, el vigilante herido, fue atendido allí mismo por los facultativos del Samur, que apreciaron que tenía el abdomen "duro", esto es, que existía una gran posibilidad de que padeciera una hemorragia interna. El herido fue auxiliado en un primer momento con alcohol y algodón que se pidió en una farmacia del centro comercial que está a unos 20 metros del banco. Estuvo bastante tiempo inmovilizado hasta que se le llevó al hospital. A la mujer, en cambio, la trasladaron muy deprisa dada la levedad de sus heridas. Julia, la herida, ingresó en Urgencia y fue dada de alta a las pocas horas, pasando la noche ya en su domicilio.
Durante algunas horas el centro comercial permaneció abierto en el resto de alas no afectadas por el suceso. Pero un desasosegante rumor se fue extendiendo hasta la planta superior, donde están los cines: "¡Uno de los atracadores se ha hecho fuerte en el aparcamiento!". "El bulo", según la policía, cayó por su propio peso porque los atracadores "huyeron de inmediato" en sus motos.
Pilar y su hermana, las peluqueras, recuerdan haber visto desde su cristalera dos pistolas en el suelo. Olvidadas. Una, un arma corta y negra. La otra, un grueso revólver. Ésta pertenecía al vigilante. Al comenzar el atraco los tres hombres le habían arrebatado el arma. De hecho, según la policía, todos los disparos los hicieron los atracadores. Técnicamente, pues, no hubo tiroteo.
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