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lunes, 18 de mayo de 2009
Los detectives investigan ahora más casos laborales que sentimentales
La crisis es como la llegada de un presidente del Real Madrid: produce cambios en todos los sectores. También en el de los investigadores privados de este país. No se trata tanto de la amenaza del desempleo como de una variación en el perfil mayoritario de la clientela, fruto de la suspicacia creciente del empresariado.
En el sector de la investigación privada, los hay que trabajan por libre (son autónomos y tienen su propia cartera de clientes), los hay que están en nómina de despachos o agencias, y los hay mediopensionistas, es decir, autónomos que colaboran eventualmente con despachos cuando surge algún trabajo interesante, o puramente alimenticio. Como no se realizan estudios del sector, no existen datos precisos. Pero la percepción de los propios detectives es que la crisis fomenta las investigaciones laborales en detrimento de las sentimentales. Si hasta hace poco las sospechas de infidelidad motivaban la mayoría de las pesquisas, hoy son las incertidumbres empresariales la primera fuente de contratos.
Engañado y, encima, pobre
“Contratar a un detective es considerado un lujo. Por eso, ahora, quien sospecha de una infidelidad se aguanta en vez de contratarnos, porque la economía familiar no está para lujos.
Pero para el que tiene un verdadero problema, la pasta es lo de menos”, cuenta a LA GACETA Paco Iglesias, detective privado y vocal del la Asociación Profesional de Detectives Privados de España (APDPE). ¿Y cuáles son esos problemas verdaderos? “Los empresarios se han vuelto más cautos y quieren saber antes de invertir o seguir pagando algo o a alguien. Nos encargan asuntos de seguros, bajas fingidas, verificar siniestros; ese tipo de cosas es la que ha subido mucho, porque con la crisis se acentúa la picardía nacional”, explica Iglesias.
Para él, la única garantía de un investigador es la calidad de su trabajo, que se transmite de boca a oreja, y así se va formando una cartera de clientes. “A las mutuas no las quiero ni regaladas. Aseguran clientela, pero se quedan con una parte importante de los honorarios.
Además, marcan un precio estándar y una factura única aunque el encargo exija trabajos muy variados al detective, e incluso pagan más si el informe es positivo (si confirma las sospechas que motivan el encargo) que si es negativo, en vez de pagar el servicio y las horas empleadas”, denuncia el detective Iglesias. La tarifa de un detective autónomo, como él, oscila entre los 60 y los 100 euros por hora, más los gastos añadidos por nocturnidad o kilometraje. Un informe de solvencia, por ejemplo, cuesta unos 800 euros.
En España hay unos 1.500 detectives en ejercicio. En el plano literario, el mejor retrato de un sabueso se lo debemos a Chandler: “Es un hombre relativamente pobre, pues de lo contrario no sería detective. Es un hombre común, pues de lo contrario no viviría entre gente común.
Tiene un cierto conocimiento del carácter ajeno, o no conocería su trabajo. No acepta con deshonestidad el dinero de nadie ni la insolencia de nadie sin la correspondiente y desapasionada venganza. Es un hombre solitario, y su orgullo consiste en que uno le trate como a un hombre orgulloso o tenga que lamentar haberle conocido. Habla como habla el hombre de su época, es decir, con tosco ingenio, con un vivaz sentimiento de lo grotesco, con repugnancia por los fingimientos y con desprecio por la mezquindad”. El congreso internacional de detectives celebrado el 25 de abril en Benidorm alumbró una definición más realista: “Alguien con paciencia, con formación universitaria, que gasta zapato y que pasa desapercibida”.
Fuente: La Gaceta
10/05/09
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