
Su abogada solicitó su absolución al entender que no había delito El fiscal rebajó la petición de pena total de cuatro a tres años
El juzgado de lo Penal nº 1 sentó ayer en el banquillo de los acusados a una joven acusada de introducir droga en el Centro de Menores Albaidel en 2004 y de atentar contra la educadora que la descubrió, que reconoció los hechos, a pesar de lo cual, su abogada pidió la libre absolución.
El juicio comenzó con la declaración de la acusada, N.N.M., que por aquel entonces era interna en régimen abierto y que explicó como dos menores del centro, A.S.T. Y C.M.S. le encargaron que recogiera hachís en un bar cercano a Albaidel, donde la hermana de uno de ellos se la entregaría.
También explicó que burló la vigilancia de la entrada escondiéndose la droga en las bragas, aunque no logró ocultar una nota en la que se explicaba, entre otras cosas, como llegar al lugar de la cita. La joven continuó su narración explicando que fue una educadora la que le encontró el hachís y como mantuvo una discusión con ella, aunque no recordaba en que términos.
Aunque reconoció todo, aseguró haber actuado contra su voluntad. «Me presionaban mucho y siempre me estaban agobiando. Por la ventana A.S.T. me gritó que no faltara a la cita. Yo tenía miedo a las represalias, era la única chica del centro. Pensé que si les hacía caso me dejarían en paz. Se que me equivoqué». Además dio explicaciones en referencia a las amenazas y el intento de agresión. «Cuando me descubrieron me dio mucha rabia, porque era una cosa que no era para mí y sabía que las culpas me las llevaría yo. No pensé en lo que decía, tampoco intenté agredirla en ningún momento».
Testigos
Tras la joven, declaró el director de Albaidel en aquella época, que relató la versión que le dieron los trabajadores del centro y dio su opinión acerca de lo sucedido. «El consumo de porros no era habitual, pero se detectaban casos con cierta frecuencia. No nos constaba que N.N.M. estuviera amenazada, pero podría ser, en aquel entonces era la única persona que tenía régimen abierto. Es indudable que había una presión, ella no actuó por propia iniciativa».
Por su parte, la educadora que la descubrió, explicó como supieron de la posible entrada de droga, por una conversación que oyó un vigilante. Por eso cuando la joven le solicitó ir al baño, en un módulo que no era el suyo, ésta sospechó y entró al ver que tardaba. «Aunque al principio lo negó, al final entregó la droga voluntariamente. En ese momento de agitación, me gritó y me intentó agredir, no recuerdo como fue. No tenía intencionalidad real de llevar a cabo sus amenazas, fue por el nerviosismo, no era una chica conflictiva".
En cuanto a los vigilantes del centro, coincidieron al señalar que la joven portaba la droga y que lanzó amenazas de muerte a la educadora, a la que intentó agredir, aunque todo ello fue fruto de la situación de nerviosismo. En ese sentido, uno de los guardas también aseguró que la carta estaba escrita por A.S.T., porque se estudio su letra y otro afirmó haber escuchado como la acusada le decía a éste, "ahora te lo paso, lo he hecho por ti".
El joven que supuestamente le hizo el encargo a N.N.M. lo negó todo, contradiciendo lo declarado por él mismo anteriormente, asegurando incluso no haber escrito la carta, a pesar de que un especialista había determinado que era él era el autor. Por ello, el fiscal solicitó que se le procesase por falso testimonio.
El otro menor responsable del encargo, C.M.S. y hermano de la joven que entregó la droga a la acusada, explicó que era amigo de ella y que la recogida era algo que le había pedido y que ella podía hacer o no. A pesar de reconocer los hechos, aseguró no recordar la nota, ni si el otro interno estaba implicado.
Conclusiones
En sus conclusiones, el fiscal mantuvo su petición de pena de dos años de prisión por el delito de tráfico de drogas, al considerarlo totalmente probado, ya que la joven lo había confesado y el resto de testigos lo habían confirmado. En cuanto a su petición por el delito de amenazas, fue reducida de dos a un año, ya que aunque estaba totalmente probado por el testimonio de los vigilantes del centro, decidió reducirla al tener en cuenta el grado de alteración de la acusada.
Por su parte, la abogada de la defensa, Mª del Carmen Gómez pidió la libre absolución de su defendida, al entender que su conducta no era constitutiva de delito. En primer lugar aseguró que no había tráfico de drogas, ya que simplemente había hecho un encargo para dos consumidores habituales, como ambos habían reconocido. Además aseguró que había actuado coaccionada y que no había dolo, ya que ella no quería distribuir la droga.
Por último afirmó que tampoco había delito de atentado, ya que la joven no tuvo intención de menoscabar la autoridad de la técnico, que «ni siquiera sintió miedo, porque no tomó en serio las amenazas». Además aseguró que la chica no merecía una sanción penal, ya que lleva una vida normal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario