Los detenidos formaban parte de un grupo de 118 turistas austríacos que se dispusieron a rezar en la parte de Abderramán I guiados por un imán · La policía les intervino un cuchillo y varios 'walkie talkies'
Dos turistas de nacionalidad austríaca fueron ayer por la tarde detenidos por agredir a una pareja de guardas de seguridad de la Mezquita, que les llamaron la atención porque estaban rezando junto a más de un centenar de personas, según el rito musulmán, dentro del templo. Fuentes del Cuerpo Nacional de Policía de Córdoba informaron de que los hechos ocurrieron sobre las 19:40 cuando los vigilantes llamaron la atención a todo el grupo de visitantes, indicándoles que estaba totalmente prohibido. Dos de ellos reaccionaron de forma agresiva y se enfrentaron directamente con el personal del templo, llegando incluso a amenazarles con un cuchillo de grandes dimensiones. Los vigilantes avisaron al Cuerpo Nacional de Policía, que se personó rápidamente en la Mezquita. Al intentar llevar a cabo la detención de la pareja de turistas que habían increpado a los guardias de seguridad, se produjo un forcejeo en el que los visitantes reaccionaron con patadas y puñetazos, lo que causó heridas de carácter leve a los policías.
Los dos detenidos formaban parte de un grupo más amplio de turistas austríacos compuesto por 118 personas, según detallaron fuentes del Cabildo. Uno de ellos, sobre las 17:00, se encargó de la compra de todas las entradas para acceder al monumento, aunque sin llegar a entrar todos juntos sino de forma escalonada en parejas o tríos y dispersándose en el interior. En la entrada, los vigilantes, al sospechar de sus intenciones, les informaron de las normas de comportamiento que se deben de seguir en el interior del templo y avisándoles de que en cualquier momento podían ser expulsados si no las seguían.
Aproximadamente dos horas más tarde, el grupo de turistas, que en todo momento se mantuvieron en contacto a través de unos walkie-talkies, se congregaron en la parte de Abderramán I. Un vez allí, guiados por un imán, se distribuyeron en varias filas mirando hacia el mihrab. Otro grupo de ocho personas se distribuyeron alrededor del grupo para vigilar la llegada de algún guarda mientras los demás oraban.
En el momento en el que aparecieron los vigilantes, la mayoría de los turistas se dispersaron rápidamente, quedando tan sólo un grupo reducido de seis personas, que no dudaron en enfrentarse a ellos con violencia. Dos de ellos fueron los que protagonizaron los altercados más fuertes, ya que amenazaron a los vigilantes el arma blanca que posteriormente fue intervenida por la policía.
Los vigilantes de seguridad, tras la actuación de las fuerzas policiales aún mostraban su sorpresa por todo lo ocurrido y aseguraron que las consecuencias podían haber sido mucho más graves.
La Diócesis de Córdoba también quiso mostrar su indignación antes los hechos ocurridos en la Mezquita a través de un comunicado. En el documento lamentaba el "desagradable" incidente ocurrido en el recinto de la Santa Iglesia Catedral, protagonizado por más de un centenar de visitantes extranjeros que de "manera organizada" habían protagonizado "un reprobable episodio de violencia". Asimismo, se indicaba que el grupo fue advertido -como marca el protocolo de visita turística del templo catedralicio- de que no podían celebrar ningún acto de culto musulmán en el recinto, y que se les invitó a continuar la visita o a abandonar el templo. Ante esta advertencia de los responsables de seguridad, aseveran que los turistas agrediendo a dos de los guardias, lo que hizo que tuviera que actuar la Policía Nacional "para poder desalojarlos y garantizar la seguridad de las personas". Por último, la Diócesis premia la labor de los vigilantes por "el impecable cumplimiento de su deber profesional".
Es la primera vez que tiene lugar un hecho de estas características con el debate de fondo del uso compartido del templo de la Mezquita-Catedral, que la Iglesia rechaza. Todas las protestas que se habían llevado a cabo hasta el momento, como las de la Junta Islámica, se habían desarrollado de forma pacífica, fuera del templo.
Los dos detenidos formaban parte de un grupo más amplio de turistas austríacos compuesto por 118 personas, según detallaron fuentes del Cabildo. Uno de ellos, sobre las 17:00, se encargó de la compra de todas las entradas para acceder al monumento, aunque sin llegar a entrar todos juntos sino de forma escalonada en parejas o tríos y dispersándose en el interior. En la entrada, los vigilantes, al sospechar de sus intenciones, les informaron de las normas de comportamiento que se deben de seguir en el interior del templo y avisándoles de que en cualquier momento podían ser expulsados si no las seguían.
Aproximadamente dos horas más tarde, el grupo de turistas, que en todo momento se mantuvieron en contacto a través de unos walkie-talkies, se congregaron en la parte de Abderramán I. Un vez allí, guiados por un imán, se distribuyeron en varias filas mirando hacia el mihrab. Otro grupo de ocho personas se distribuyeron alrededor del grupo para vigilar la llegada de algún guarda mientras los demás oraban.
En el momento en el que aparecieron los vigilantes, la mayoría de los turistas se dispersaron rápidamente, quedando tan sólo un grupo reducido de seis personas, que no dudaron en enfrentarse a ellos con violencia. Dos de ellos fueron los que protagonizaron los altercados más fuertes, ya que amenazaron a los vigilantes el arma blanca que posteriormente fue intervenida por la policía.
Los vigilantes de seguridad, tras la actuación de las fuerzas policiales aún mostraban su sorpresa por todo lo ocurrido y aseguraron que las consecuencias podían haber sido mucho más graves.
La Diócesis de Córdoba también quiso mostrar su indignación antes los hechos ocurridos en la Mezquita a través de un comunicado. En el documento lamentaba el "desagradable" incidente ocurrido en el recinto de la Santa Iglesia Catedral, protagonizado por más de un centenar de visitantes extranjeros que de "manera organizada" habían protagonizado "un reprobable episodio de violencia". Asimismo, se indicaba que el grupo fue advertido -como marca el protocolo de visita turística del templo catedralicio- de que no podían celebrar ningún acto de culto musulmán en el recinto, y que se les invitó a continuar la visita o a abandonar el templo. Ante esta advertencia de los responsables de seguridad, aseveran que los turistas agrediendo a dos de los guardias, lo que hizo que tuviera que actuar la Policía Nacional "para poder desalojarlos y garantizar la seguridad de las personas". Por último, la Diócesis premia la labor de los vigilantes por "el impecable cumplimiento de su deber profesional".
Es la primera vez que tiene lugar un hecho de estas características con el debate de fondo del uso compartido del templo de la Mezquita-Catedral, que la Iglesia rechaza. Todas las protestas que se habían llevado a cabo hasta el momento, como las de la Junta Islámica, se habían desarrollado de forma pacífica, fuera del templo.
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