miércoles, 23 de septiembre de 2009

San Sebastián aplaude el romanticismo sencillo de "Gigante"


San Sebastián, (dpa) - Después de alzarse con tres premios en el pasado Festival de Berlín, la cinta uruguaya "Gigante", ópera prima del argentino Adrián Biniez, volvió a cosechar hoy un cálido aplauso en el Festival de San Sebastián, donde se presenta en la sección Horizontes Latinos.

Biniez da una vuelta de tuerca a la clásica comedia romántica para contar la historia de Jara, un grandullón que trabaja como vigilante de seguridad en un supermercado y se va enamorando perdidamente de una empleada de la limpieza a la que no es capaz ni tan siquiera de acercarse.

"Sé que es medio rara, no me gusta definirla", dijo el director, nacido en Buenos Aires hace 35 años. "Quería hacer una historia romántica que tenga humor y que tenga cierta ligereza. A veces muchas películas pecan de solemnidad, y me parece una mirada muy maniquea y simplista, me parece que el humor aporta muchas más cosas", explicó en una entrevista con dpa.

Sin embargo, no se trata de un humor al uso, basado en diálogos audaces: Biniez utiliza un humor muy visual, hilado a través de silencios y miradas tamizadas por una cámara de seguridad. Así, en pequeñas dosis, se van creando situaciones cómicas que rompen con los planos largos mediante los cuales el espectador se sumerge en el microcosmos rutinario del protagonista.

"Gigante" es también una película hecha "entre amigos y sobre amigos", empezando por el protagonista. "El ser grandote y corpulento está basado en un amigo, pero el carácter es la mezcla de las experiencias de otros amigos", señaló, subrayando que también hay mucha ficción. Lo más personal, confiesa, es que él también fue "tremendamente tímido con las mujeres", aunque nunca llegó al nivel del personaje.

Pero además, hay un punto que considera muy masculino y muy poco tratado en el cine que es el del "amor platónico y deserotizado", esa impotencia de acercarse a la mujer de la que se está enamorado para decir "hola, existo", dejando de lado toda aproximación sexual.

"El amor es obsesión, pero manejada en un rango culturalmente aceptado", afirmó Biniez. "Llega un punto donde te vas al carajo y comienza a ser algo patológico, pero hay esa línea que bordea lo obsesivo", y es precisamente ahí donde se mueve "Gigante". "Me gustaba jugar a la ambigüedad, hacer el personaje más complejo y buscar su lado oscuro, el doble discurso", explicó el director.

Amante de la gran pantalla desde muy pequeño, Biniez cuenta que devoraba las revistas, pero creía que jamás llegaría a dirigir porque nunca pudo estudiar cine. "Desde los nueve años quiero ser director, pero estuve mucho más tiempo haciendo música porque el cine era más difícil". Todo cambió cuando hace cinco años llegó a Montevideo, donde realizó un pequeño papel como músico de karaoke en la película "Whisky".

Ahora, embarcado en un maratón de festivales y viajes -a finales de esta semana irá a Suiza y la próxima viajará a Alemania para promocionar "Gigante"- trata de "encerrarse" dos o tres horas en el hotel para escribir y tiene entre manos dos historias nuevas "muy diferentes". "Ni sé si van a ser películas, pero es algo que estoy escribiendo para mí y lo necesito, necesito seguir adelante".

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