domingo, 8 de febrero de 2009

Atracadores nerviosos

Tres zaragozanos que han sido víctimas de delitos contra la propiedad recientemente cuentan cómo fue su experiencia.


El incremento de la delincuencia en las calles de Zaragoza ha significado un aumento paralelo del número de víctimas. Se trata de personas normales, que trabajan en bancos, pasean tranquilamente por las calles o van a sus quehaceres diarios. En todos estos casos, la criminalidad supone una quiebra radical e imprevisible en la convivencia ciudadana.

Por ejemplo, María, una adolescente zaragozana de 13 años, no pensaba nunca que pudiera ser víctima de un robo. Ella iba todos los sábados al parque Grande, que de un tiempo a esta parte se ha convertido en un improvisado punto de encuentro de centenares de chicos y chicas de su edad que van en grupos a relacionarse, hablar y divertirse. El pasado mes de enero, "una banda de macarras", se acercó a ella y a sus amigas. "Eran chicas, algo mayores que nosotras", recuerda. "Al principio bromeaban, se metían con nosotras, nos llamaban pijas, nos tocaban la ropa...", explica. Luego, una de ellas se puso seria y empezó a decirle que necesitaba dinero para el autobús, que se lo diera ya. "Yo me negué, claro, pero la chica esa me cogió el bolso, se puso a rebuscar y me quitó unas monedas y el móvil", comenta María. La banda de macarras echó a correr y pronto se perdió en medio de la pequeña multitud de adolescentes que a esas horas, las siete de la tarde, llenaba los jardines y parterres del parque Grande.

Luis trabaja en banca desde hace 30 años y ha sufrido una decena de atracos, el último en fechas recientes. "Antes eran mucho más frecuentes que ahora, no se puede ni comparar, sobre todo hace quince o dieciocho años", reconoce. Su dilatada experiencia le ha llevado a comprender que los peores atracadores son los que "entran nerviosos" a la sucursal, "pues resultan imprevisibles, nunca sabes cómo van a reaccionar". Hubo un ladrón, en una ocasión, que disparó al techo de tanto miedo que tenía a que se presentara la Policía de repente. Y otro entró tan deprisa en la oficina que chocó con el vigilante de seguridad, "al que ni siquiera había visto". En la actualidad, los atracadores "lo tienen mucho más difícil que antes", señala Luis. Todas las sucursales disponen de avances técnicos como los recicladores y los temporizadores, que retrasan como mínimo diez minutos la apertura de la caja fuerte. "Y diez minutos, para un atracador, son una eternidad", afirma el empleado de banca.

Sergio tiene 17 años, vive en San José y ha sufrido últimamente dos atracos callejeros. Dos muchachos de su edad, que él conoce del barrio, se le han acercado por la calle y amenazándole de palabra, sin mostrar siquiera una navaja, le han conminado a entregarles el dinero. Él les ha obedecido sin pestañear, siguiendo los consejos de sus padres, que le han advertido de que es mejor no oponer resistencia. "Sé quiénes son, todos mis amigos los conocen también, pero no los he denunciado todavía porque temo las represalias", admite, y se avergüenza de su actitud. Se ha informado y sabe que los dos sospechosos tienen antecedentes policiales por hechos violentos y robos con intimidación. "Es fácil cruzarse con ellos y no quiero tener más líos", asegura.

http://www.elperiodicodearagon.com/noticias/noticia.asp?pkid=475702

No hay comentarios: