lunes, 28 de febrero de 2011

La investigación del robo en el Bellas Artes, cerrada sin éxito

Más de dos semanas tardó la dirección Museo de Bellas Artes en detectar y denunciar que de la imponente escultura de Santo Domingo penitente, de Martínez Montañés, se había esfumado la cruz que llevaba siglos portando. Este es el motivo principal que ha impedido a la Policía Nacional resolver el misterio robo que hace ya dos años se produjo en esta institución sevillana e hizo saltar todas las alarmas sobre la falta de seguridad en la que presume de ser la segunda pinacoteca del país.
Este mes se ha cumplido el segundo aniversario de aquel curioso hurto, al que la Junta de Andalucía restó insistentemente importancia, pero que sacó a la palestra las numerosas deficiencias que entonces presentaba el edificio y la falta de vigilancia cualificada en el Bellas Artes.
La Policía Nacional no ha cerrado el caso, que permanecerá abierto hasta que la cruz aparezca -si es que lo hace alguna vez-, pero sí la investigación. Ahora, 24 meses después, salen a la luz los detalles de aquel sumario, del que ni la Junta ni las autoridades policiales dieron en su momento información, lo que derivó en varias teorías nunca confirmadas.
Y es que, a la hora de buscar una explicación al extraño suceso, fueron muchas las hipótesis barajadas, y muchas las especulaciones que circularon en los medios y en el propio museo: se habló de que la desaparición de la pieza pudo ser la gamberrada de algún escolar de visita en el centro. Otras explicaciones no fueron tan inocentes, y apuntaban a un acto premeditado por algún conocedor del funcionamiento del museo, interesado en llamar la atención sobre las deficiencias de seguridad en la pinacoteca. Otros sospecharon que las cámaras de seguridad ni siquiera funcionaban y no pudieron captar el momento del robo.
Pero, según fuentes policiales consultadas por El Correo, esto no fue así. Las cámaras filmaban correctamente, y llegaron -suponen- a registrar al culpable. Sin embargo, desde que se produjo el robo hasta que se denunció a la Policía, y ésta pidió las cintas de seguridad, pasaron más de dos semanas, el tiempo que permanecen las imágenes almacenadas. Transcurrido este tiempo, se regraban las cintas y el material audiovisual se elimina.
Eso fue lo que imposibilitó la recuperación de las imágenes._Nadie se dio cuenta en -como mínimo- 15 días de que el crucifijo había desaparecido. Ni el personal ni la dirección del centro.
La Policía tomó declaración a todos los trabajadores y responsables de la pinacoteca, siempre como testigos, ya que nunca hubo prueba o indicio alguno para sospechar de ellos. Pero de aquellas pesquisas no se obtuvo resultado alguno, añadieron las citadas fuentes.
Al tiempo, se revisaron los fondos de todas las casas de antigüedades de Sevilla y su provincia, si bien los resultados fueron también negativos.
Además, se difundió el caso por toda España, con comunicados a cada una de las jefaturas superiores de Policía, con el objetivo de recuperar la pieza si ésta hubiera salido de la ciudad. Pese a todo, a día de hoy, las pesquisas siempre resultaron infructuosas.
El 20 de febrero de 2009 se hizo público este desconcertante suceso. Aunque la pieza sustraída carecía de aparente valor artístico, esta desaparición resultó un escándalo, a pesar de que la Consejería de Cultura trató de que fuera considerada un incidente sin importancia, llegando a sustituir a cruz por una réplica sin informar de ello.
Sin embargo, el debate sobre la seguridad del Bellas Artes se puso sobre la mesa. Salieron a la luz las múltiples deficiencias del museo: falta de personal, escasos y anticuados medios tecnológicos, poca organización entre los vigilantes a la hora de distribuirse por las salas, ausencia de los protocolos de seguridad habituales en cualquier museo de esta categoría...
La Policía inició una investigación para tratar de esclarecer el hurto. La Consejería de Cultura, presionada por las numerosas críticas, se apresuró a renovar el sistema de videovigilancia de la pinacoteca -que no se cambiaba desde 1993-, colocó a un agente privado en la entrada del museo, habilitó taquillas en el edificio para evitar que los turistas accedieran con mochilas y objetos punzantes, y anunció que contrataría "en semanas" una empresa de seguridad para evitar que se repitieran sucesos similares, algo que  nunca se llevó a cabo.
En la actualidad, fuentes del comité de empresa del museo aseveran que no se ha reforzado la plantilla y que las medidas de seguridad adicional se limitan a aquellas que se tomaron tras el robo -la habilitación de taquillas y el vigilante privado, básicamente-. Si cualquiera visita el museo, podrá comprobar que la vigilancia en las salas sigue siendo, en ocasiones, testimonial.

No hay comentarios: