domingo, 27 de febrero de 2011

El agresor de Patio Páramo dice que sufrió una enajenación transitoria


El hombre estuvo casi dos horas y media declarando ante el juez. Fuentes cercanas aseguran que se mostró arrepentido por lo que hizo. En su entrada al juzgado se estuvo tranquilo y pausado.
El hombre que en la madrugada del pasado miércoles acuchilló a su mujer, de la que se estaba divorciando, y a uno de sus hijos, de 22 años, pasó ayer por las dependencias judiciales para contar ante el titular del juzgado de Instrucción número Cuatro su versión de los hechos. Ésta se puede resumir con tres de las frases que el propio José Manuel V. espetó: “No recuerdo lo sucedido”, “sufrí una enajenación mental transitoria” y “escuchaba en mi cabeza una voz grave y metálica que me decía ‘mátala, mátala, mátala”. Es decir, que no recordaba bien lo que había sucedido, cómo había llegado hasta la casa, cómo había entrado y tampoco qué había ocurrido una vez en el interior del vivienda. El subteniente tiene algunos recuerdos de aquel día, pero se acaban cuando se acerca la hora de los hechos alegando padecer algunas lagunas mentales. En este sentido, el militar que compareció ante el juez aseguró que en el momento de la agresión “no era dueño de mis actos” e insistió en todo momento en que no había tenido “intención de matar” a su mujer y a su hijo.
Por una parte, su declaración se interpreta como intencionadamente olvidadiza basándose en que el hombre es capaz de recordar incluso los nombres de algunos de los medicamentos que tomó y que le llevaron al hospital, pero una vez fuera de las instalaciones médicas se le borra la memoria. Por otro lado, su declaración se entiende como fruto de la presión y el agobio al que estaba sometido por la situación personal que vivía, entendiendo que ese complicado contexto desembocó en el dramático suceso.
La declaración prestada por José Manuel V. lejos arrojar luz sobre el asunto que se intenta dilucidar plantea una serie de nuevas cuestiones. El agresor no negó en ningún momento que atacara a su mujer y a su hijo, ya que insistió en que no podía recordar lo sucedido. Quizá por eso permaneció ante el titular del juzgado de Instrucción número Cuatro durante casi dos horas y media. La dificultad y complejidad de todo lo que rodea al caso hizo que fuera necesario escuchar detenidamente su punto de vista para poder contrastarlo con el de las víctimas y el del agente de la Guardia Civil testigo. Precisamente este último explicó que José Manuel V. confesó tras abrir la puerta que: “Lo que había venido a hacer ya está hecho”. Justo antes había escuchado a la mujer gritar: “Que nos matan, que nos matan”.
El hombre entró en el juzgado con calma, tranquilo, sin prisas
El reloj marcaba las 13.19 horas del día de ayer cuando José Manuel V., detenido por agredir a su mujer y a uno de sus hijos, ingresaba en el juzgado de Instrucción número Cuatro para declarar ante el juez. Escoltado por tres militares y un agente de la Policía Nacional, el hombre iba esposado, tranquilo y mirando a las personas a los ojos. Un vigilante de seguridad y un guardia civil también merodeaban por la zona para evitar problemas. José Manuel vestía una cazadora de cuero y unos pantalones oscuros, presentaba el ojo derecho morado e hinchado y tenía una visible herida cosida con grapas en el lateral derecho de su cabeza. Estas lesiones se corresponderían con los golpes que sus propios hijos le propinaron intentando evitar que acabara con la vida de su madre y con otros que él mismo se produjo durante su periodo como recluso hasta ayer.
El momento de su ingreso en las dependencias judiciales fue tenso porque tanto él como los responsables de su custodia iban serios y pendientes de todo lo que sucedía a su alrededor. Algunas de las personas que estaban en la primera planta del Palacio de Justicia durante los diez segundos que José Manuel V. tardó en recorrer el espacio que va desde el ascensor hasta el juzgado sostuvieron la respiración unos instantes.
Trasladado a una prisión militar
José Manuel V. pasará las próximas semanas en un centro penitenciario de fuera de la ciudad a la espera de que se llevan a cabo nuevos capítulos judiciales que requieran su presencia. En principio se especulaba con su posible traslado hasta una prisión militar de Alcalá de Henares, en Madrid. Allí se le aplicará un protocolo especial para evitar los intentos de suicidio. Unos intentos que podrían haberse producido en los pasados días, ya que los militares de la ciudad encargados de su custodia tuvieron que pedir refuerzos porque el hombre se estaba dando golpes en la cabeza contra la pared de la celda en la que se encontraba y ellos lo estaban intentando frenar. Fuentes cercanas al hombre aseguran que estaba arrepentido por lo que ocurrió.
Malos modos en el hospital Universitario
Tanto compañeros del hombre como algunas de las personas del hospital hablaron de sus malos modos. El subteniente había ingresado en el clínico tras ingerir abundantes pastillas. Fuentes del Hospital indicaron que su comportamiento no fue del todo correcto con quienes lo atendieron, ya que habría llegado a alzar la voz en algún momento. Igualmente, pidió el alta voluntaria y abandonó el lugar dirigiéndose hacia la vivienda. Por su parte, algunos compañeros del agresor comentaron que en el cuartel no gustaba demasiado su comportamiento en algunas ocasiones. Tal vez por eso algunas personas hayan insistido en definirlo como “frío y calculador” e incluso  le hayan definido como “alguien que parece capaz de hacer daño”.
¿Quiso matar a su mujer?
Esa pregunta podría llegar a ser la piedra angular sobre la que gire el procedimiento judicial. Con toda probabilidad la acusación tratará de demostrar que el detenido tenía la intención de matar a su mujer, mientras que la defensa hará lo propio en el sentido contrario. Lo único que está claro es que parece claro que se le intentará imputar un delito de quebrantamiento (6 meses - 1 año de prisión) y otros de lesiones (2 años por cada víctima). La duda está en si los hechos llegarán o no a ser calificados como tentativa de homicidio (una petición mínima de 7 años y 6 meses). Hasta el momento esta última opción no parece clara por la gravedad de las heridas, aunque cada parte tratará de defender su territorio. Tanto la mujer como el hijo mayor de la pareja continúan ingresados en el hospital Universitario.
El médico forense observó al agresor
Lo primero que hicieron en los juzgados con José Manuel V. fue llevarlo hasta donde se encontraba el médico forense, que se encargó de observarlo y recoger algunas impresiones sobre su capacidad intelecto-volitiva. Según fuentes cercanas, el médico no habría observado síntomas de alteración en esos campos, aunque habrá que esperar a los resultados finales del examen realizado y al informe que emita el médico para poder valorar si realmente no era dueño de sus actos en el momento de los hechos. La opinión de los médicos va a ser crucial en este caso, ya que determinará si José Manuel V. actuó de forma premeditada y siendo consciente o no e incluso si la gravedad de las lesiones de las víctimas era alta, llegando a poner en peligro sus vidas. Esto podría determinar el tipo de delito por el que se le acusara.
Arrepentido
Fuentes cercanas al agresor aseguraron que éste se había mostrado arrepentido e incluso abatido al ser consciente de todo, llegando a decir que la auténtica condena era que su familia quedara marcada por lo ocurrido.

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