miércoles, 10 de marzo de 2010

Un año después en la consulta número 5

La muerte de la médico conmocionó a la Región pero no fue un punto de inflexión; al contrario, los ataques físicos han subido un 18% El asesinato de la doctora Moreno marcó a la sanidad murciana, que sigue sufriendo agresiones
Los pacientes aprovechan la espera frente a la puerta del médico para ponerse al día. Charlan de aquello que les duele y les ha llevado hasta ahí -ese catarro que no hay forma de que se vaya, esos huesos que no perdonan-, de lo caro que está todo, de los hijos, del fin de semana. Frente a la consulta número 5 del centro de salud de Moratalla es todo tan cotidiano, tan agradablemente rutinario, que el recuerdo de lo que aquí ocurrió hace ahora un año adquiere una sensación de irrealidad, de absurdo. Pero una placa recuerda que la joven doctora María Eugenia Moreno, de 35 años, fue asesinada a tiros el 11 de marzo de 2009 en este lugar.


La tragedia está grabada en la memoria de quienes fueron sus pacientes y aguardan ahora a la nueva doctora. «La recuerdo perfectamente, bajita, dulce, con una sonrisa», cuenta Juana Vaquero. No sólo conoció a la víctima. También a su verdugo, Pedro Navarro, de 74 años, un taxista jubilado que disparó contra la médico y contra un conductor de ambulancias, Juan Antonio Moya, que logró salvar su vida. «Pedro era una persona solitaria, casi no hablaba con nadie. Pero era vecino de mi padre y con él si charlaba algo más. Era reservado y taciturno, pero hasta ese momento no había dado muestras de violencia».

El asesinato de Moreno conmocionó a Moratalla y a toda la Región. Fue un revulsivo, un 'shock' que elevó a categoría de tragedia el problema siempre latente de las agresiones al personal sanitario. Los profesionales y los sindicatos exigieron medidas urgentes, y la Consejería prometió su cumplimiento. Se instalaron más cámaras de seguridad, más timbres antipánico. Se intentó concienciar a la sociedad con campañas y mensajes. Pero no hubo punto de inflexión, un antes y después. Al contrario, el balance de 2009 arroja un incremento de las agresiones del 16% y, lo que es más grave, en el caso concreto de los ataques físicos el incremento es del 18%.

288 agresiones

En términos cuantitativos, se produjeron 288 agresiones, de las que 60 (el 8%) fueron físicas. Son datos del informe anual del Plan de Prevención de las Agresiones del Servicio Murciano de Salud. Uno de los últimos incidentes se produjo la semana pasada en el hospital de Caravaca. Un paciente amenazó a un médico y tuvo que ser expulsado por un vigilante de seguridad. Según diversas fuentes, el atacante llevaba una navaja que finalmente no usó, aunque Sanidad no ha podido confirmar este aspecto.

Aunque parezca increíble, a algunos el asesinato de María Eugenia Moreno no les sensibilizó lo más mínimo. En Moratalla, por desgracia, lo saben. Hace poco, un paciente que llevaba más tiempo del que deseaba esperando entrar a la consulta le espetó a una médico residente: «Lo raro es que sólo pasen las cosas que pasan». Nuevamente, la insultada era una mujer. Los datos de 2009 demuestran que el 61,83% de las víctimas en Atención Primaria y el 71,3% en hospitales son mujeres. «Hay que tener en cuenta que ellas representan ya la mayoría de trabajadores de la sanidad murciana, pero pese a ello no hay duda de que sufren más este problema», explica la enfermera Mari Paz Rodríguez, que coordina el Plan de Agresiones junto al médico José Gómez.

Los dos forman un equipo que se encarga de acompañar y asesorar a todos los profesionales que sufren agresiones. También hablan con los agresores. En algunos casos, cuando no hay denuncia judicial por medio, tratan de hacer una especie de mediación que en muchas ocasiones da resultado. «El 52% de los agresores ha pedido disculpas», explican. Pero hablar con quienes vejan y atacan a los sanitarios tiene un interés extra: supone conocer qué mecanismos les llevaron a actuar así y cuáles son las causas de la agresión. «El primer motivo son los incumplimientos de las reglas del centro. Por ejemplo, acudir a su cita a tiempo». En segundo lugar, la exigencia de pruebas complementarias. «Mucha gente acude al médico creyendo que ya sabe lo que tiene porque lo ha leído en Internet», advierte Mari Paz Rodríguez.

La mayoría de agresores se sitúan en las franjas de edad de entre 25 y 35 años y de 60 a 75 años, y crece el número de mujeres denunciadas. Ellas provocan ya más incidentes en los hospitales que los hombres.

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