jueves, 4 de marzo de 2010

Seguridad privada en el campo

Los agricultores de Málaga están acostumbrados a convivir con pequeños hurtos “desde que el campo es campo”. Es más, si algún olivarero veía en su tierra a algún extraño, éste, tranquilamente, se dirigía al agricultor y le decía: “Tranquilo, que sólo estoy rebuscando”.

La “rebusca” de la aceituna se producía una vez que el agricultor había dado su campaña por terminada. Entonces, los más necesitados, se adentraban en el campo y recogían la que estaba en el suelo, aquella que no se llevaba a las cooperativas para su molturación porque el fruto no daba la talla. Aquello, dicen los agricultores, no era robar.

De aquel consentimiento que no turbaba la convivencia entre los agricultores y aquellas personas que se hacían con pequeñas cantidades de frutos, se ha pasado al robo organizado en el campo. Asaja Málaga lleva casi dos años denunciando los robos a la intemperie. Desde que se comenzó a hablar de crisis en España, los robos en nuestros campos han aumentado de forma alarmante, hasta tal punto, que casi ya no hay sector o comarca que se libre de estos hurtos.

En este tiempo, Asaja Málaga ha denunciado en reiteradas ocasiones el robo de miles de toneladas de aceitunas, aguacates, púas de mangos, cítricos, alcachofas y hasta cerdos. Las pérdidas económicas se cuentan por miles de euros y los campos presentan en ocasiones imágenes dantescas, con barricadas en los caminos y bolas de papel de aluminio por el suelo. Y es que, los ladrones roban con tal impunidad que ya no temen a nadie. Y, por eso, se toman su tiempo y, si les aprieta el hambre, cenan tranquilamente, así reponen fuerzas y siguen con su tarea con más ahínco.

A la mañana siguiente, cuando los agricultores acuden al campo a faenar, se encuentran con árboles “hechos candela”, y vallas y candados destrozados.

La situación es ya tan insostenible que la Sociedad Cooperativa Olivarera San Benito de Campillos ha decidido poner en marcha un servicio de guardería privada para defender la aceituna de los 300 socios que la integran. Y no es para menos. Los cacos se han llevado ya más de 25.000 kilos de aceituna en esta zona. “La situación de indefensión de nuestros agricultores es tremenda. Ya no sabemos qué hacer. Aquí vienen cuadrillas perfectamente organizadas, en grupos de ocho o diez personas, llenan las furgonetas y se largan. La situación es límite”, relata indignado el presidente de la Cooperativa, Antonio Casasola Recio.

Así las cosas, la Cooperativa se puso en contacto con los guardas de la Sociedad de Cazadores del municipio para que vigilasen también las explotaciones de los olivareros de la zona, un gasto que asumen los socios de dicha cooperativa.

Según explica el gerente de San Benito, Pedro Rafael Pérez Escalante, la decisión de contratar esta guardería privada se tomó después de asumir que es la única forma de proteger los intereses de los socios. “Al menos así hay alguien vigilando los coches, los movimientos extraños de personal… Los guardas se encargan también de informar a la Guardia Civil de cada acontecimiento raro que encuentran. Así evitaremos enfrentamientos. Los agricultores están hartos de que nadie tome medidas”, añade.

En este sentido, Antonio Casasola también se muestra desilusionado: “Nuestras aceitunas se venden en Los Corrales, La Jara y Pedrera, entre otros municipios, pero nadie va a los puestos ilegales a poner fin al asunto”, sentencia al tiempo que insiste en que se denuncien todos los robos. “Los agricultores no quieren denunciar, piensan que no sirve para nada perder tanto tiempo en algo a lo que nadie pone solución, pero es fundamental, sólo así podremos demostrar la situación que estamos padeciendo”, apostilla el presidente de San Benito.

La situación, como señala Casasola, es cada vez más grave. En la oficia de Asaja Málaga se acumulan las llamadas que dan buena cuenta de lo que está ocurriendo en el campo. En los últimos días, la asociación ha tenido constancia de robos de cítricos en el Guadalhorce. Los cacos han aprovechado el desbordamiento del río y la desesperación del agricultor para hacerse con cientos de kilos de fruta.

El ánimo y la paciencia de los agricultores malagueños también se lo están llevando a granel con cada uno de los asaltos que se comenten.

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