jueves, 18 de marzo de 2010

Guardas de caza, "alguaciles del monte"

Ante la próxima obligatoriedad de tener un guarda en todos los cotos y de la creación de una nueva figura ideada por el Gobierno de Navarra, los guardas de caza analizan su situación y reclaman soluciones a sus problemas
TIENEN un horario completo: 24 horas al día y siete días a la semana velando porque se respete la ley de caza en los cotos, pero las sociedades de cazadores -que son las que los contratan y les pagan- sólo ven en muchos casos una figura que los denuncia ante posibles irregularidades. Desde el año 1991 es obligatorio que haya uno por coto, pero el Gobierno de Navarra ha ido prorrogando la entrada en vigor de esta medida.
Además, al tener carácter de seguridad privada, en ocasiones no tienen la autoridad necesaria para el perfecto desempeño de sus funciones, muy difusas dentro de todo el trabajo que realizan (control de daños, mantenimiento de repoblaciones, bebederos, mediación con agricultores...). Son los guardas de caza. Futuros "Guardas Forales de Caza", según la nomenclatura de la figura que pretende crear el Ejecutivo foral, pero que no va a resolver sus mayores problemas.


El primero y más acuciante, al igual que evidente, es estar a cargo de las sociedades de cazadores. "Es una incongruencia tener un guarda de una sociedad de caza para que te denuncie", expresa con una obviedad aplastante Eugenio Equísoain Peñalba, pamplonés de 52 años y guarda en Puente la Reina, Mendigorría y Sangüesa. Su compañero José María Pedrosa Osés, peralteño de 30 años y guarda en Peralta, Villafranca y Rada le respalda: "No nos tienen que ver como la figura que viene a fastidiarles, sino que estamos allí para trabajar y, durante el resto del año que no cazan, procurar que las especies cinegéticas vayan para arriba".

Ambos pertenecen a la Asociación de Guardas de Navarra, con una veintena de miembros y presidida por Juan Carlos Pérez Martínez, tafallés de 48 años y guarda en Ujué. "Las sociedades de cazadores no quieren saber nada de guardas, porque supone gastar dinero", apunta.

Dependencia

No sólo ése es el inconveniente, sino que los cazadores suelen "chantajear" a los guardas para evitar las denuncias. "Siempre te echan en cara que te están dando de comer y, además, se han dado casos de compañeros que han denunciado a socios, éstos han entrado en la junta directiva de la sociedad, y al año siguiente no los han renovado en su puesto", explica Antonio Azcoiti de Andrés, ochagaviarra de 41 años y guarda en varios cotos de la montaña.

La solución que reclaman es que el Gobierno de Navarra se haga cargo de ellos o, en su caso, que los guardas sean contratados por los titulares de los cotos, los ayuntamientos, con lo que se evitaría esa "dependencia" hacia las sociedades de cazadores.

Otro de los problemas que denuncian es su falta de autoridad, ya que no están considerados como agentes de la autoridad. "Tendríamos que tener más competencias en el campo. No sólo la caza y pesca, sino que se nos aproveche para vigilar, por ejemplo, las ermitas, que forman parte del patrimonio cultural de Navarra, pero para ello necesitamos más autoridad para evitar estos hechos y poder denunciarlos", apunta Equísoain.

En este punto, Pedrosa añade que, al salir solos muchas veces por las noches, necesitan portar un arma corta -en lugar del rifle del 22 que les permiten- para su propia seguridad. Además, muchas veces carecen de medios para realizar su labor.

Reticencias

En teoría, estas reclamaciones podrían estar resueltas en la nueva figura que pretende crear el Ejecutivo, pero los guardas no se muestran muy expectantes. "El Gobierno de Navarra no ha contado con nosotros para crearla. Sabemos que está prácticamente hecho, pero todavía no nos han dicho ni qué va a ser, ni cómo va a ser, no sabemos nada porque nadie cuenta con nosotros. Ante esa tesitura, ¿para qué contamos aquí?", se pregunta Equísoain.

Sin embargo, la realidad es que cuentan para todo; no sólo para sus labores ordinarias en los cotos, sino que a veces se convierten en un agente de servicios múltiples, el alguacil del monte, según definen los propios guardas. "Si al final la responsabilidad y la obligación es mía, dadme los medios y la autoridad para poder llevar a cabo lo que me pedís", sentencia Pedrosa.

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