miércoles, 17 de marzo de 2010

Ayuntamiento y vecinos abordan cómo regular la seguridad en espacios privados

Casos como el de Zabalburu y Galerías Isalo abren un debate sobre la responsabilidad de las comunidades y el papel de la Policía 

«¿Hay que poner Policía Municipal o Ertzaintza a vigilar un centro comercial? Pasa mucha gente y se cometen delitos, pero todo el mundo entendemos que es un espacio privado. Pues lo mismo, por ejemplo, con la calle Nicolás Alcorta o la galería inferior de Zabalburu». El concejal de Seguridad Ciudadana del Ayuntamiento de Bilbao, Eduardo Maiz, muestra así la postura del Consistorio en el debate abierto sobre la responsabilidad de la seguridad en las comunidades de propietarios.
Por ejemplo, los vecinos de seis portales de las torres de Zabalburu llevan años contratando a vigilantes privados para que protejan sus accesos. Se quejan de que, desde que se reformó la plaza, los problemas de inseguridad se han incrementado. El enclave se sitúa cerca del barrio de San Francisco y es paso obligado hacia un comedor social. Según José Ángel Lete, presidente de la asociación que engloba a las comunidades de propietarios de las torres de Zabalburu, en lugar de contribuir a mejorar la imagen de la zona, «al final lo está usando la gente que no trabaja, los marginados, los delincuentes...», que se apostan en el parque infantil.
«No tenemos datos que justifiquen que haya un aumento de los delitos en la zona», contrapone Maiz. Mientras los vecinos aseguran que se registran tirones de bolsos y otros robos, la Policía Municipal no ha registrado «una incidencia especial» de denuncias. «Zabalburu siempre ha sido una plaza de tránsito, de todo tipo de ciudadanos, de todos los colores y razas y de todas las escalas sociales. Todo el mundo tiene derecho a utilizar los espacios públicos», advierte Maiz.
Cerrar con verjas
Así se lo transmitió el concejal a los vecinos en la reunión que mantuvieron el pasado 3 de diciembre. En la plaza se sitúa un puesto de atención de denuncias de la Ertzaintza, recuerda Maiz. Como solución, les propuso que el puesto fijo de una patrulla en la cercana calle General Salazar desplace sus patrullas también hacia la plaza.
«La gente nos pide que intervengamos, pero los conflictos privados se resuelven en el ámbito civil», argumenta el edil de Seguridad Ciudadana. «Pueden cerrar el paso con verjas y no podríamos hacer nada, salvo concederles el permiso de obra». La Policía intervendría si se cometiese un delito o para levantar acta, por ejemplo, en un conflicto por ruidos.
Zabalburu es el caso más llamativo, ya que los vecinos llevan años pagando 180 euros por hogar para sufragar la contratación de vigilantes privados, que a veces se acompañan de perros, para sentirse más seguros. Pero no es el único. En las Galerías Isalo se produce un episodio similar. El subterráneo está jalonado por comercios, da acceso a portales de vecinos y se ubica también una discoteca. En los últimos tiempos, las fiestas para jóvenes que organiza el local han generado molestias a vecinos y comerciantes, que han acudido a quejarse al Ayuntamiento.
Al tratarse también de un terreno de propiedad privada, el Consistorio se limita a actuar de «intermediario» y a recomendar a las partes que lleguen a un «acuerdo». Desde el área de Seguridad Ciudadana aconsejaron al hostelero que evitara las colas que se forman en la entrada de la sala mediante la distribución de tiques por Internet. Pero los problemas de limpieza persisten. En ese caso, la guardia urbana envía una patrulla para que redacte un informe sobre lo que ocurre después. A requerimiento del juzgado, los afectados pueden utilizarlo en los tribunales. Entonces, «será el juez el que decida quién tiene razón».
Maiz no cree que la contratación de seguridad privada pueda generalizarse entre las comunidades de vecinos. Los casos son contados. En la calle Saralegi, por ejemplo, los vecinos consiguieron que el Ayuntamiento y el Gobierno vasco les subvencionaran vigilancia privada en el portal, escenario de reyertas, consumo de drogas y otros serios problemas. En Galerías Urquijo, vecinos y hosteleros acordaron recurrir a vigilantes de seguridad y limpieza extra para evitar el descontrol, especialmente los fines de semana. El portal ubicado en el paso colocó hasta un parapeto arquitectónico.

 

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