jueves, 18 de febrero de 2010

Vigilantes del terror en la obra

MADRID. Existe una organización gitana que se encarga de extorsionar a empresas de la construcción en la región. Les ofrece seguridad, a cambio de fuertes sumas de dinero. Si no aceptan, el robo está garantizado. Está perfectamente organizada por sectores. En Madrid se encuentra el patriarca general, al que tienen que rendir cuentas el resto de responsables que actúan por las distintas zonas.


Esta semana, la Guardia Civil ha dejado coja esta «institución» ilegal. Sus agentes han detenido a nueve integrantes de la «sucursal» de esta banda que, al menos, controla las obras de una veintena de constructoras en el noroeste de la Comunidad (Pozuelo, El Escorial, Galapagar...). Estos delincuentes tienen edades entre 19 y 74 años. El mayor era el cabecilla de la organización en la zona.

La operación, denominada «Caballo Blanco», comenzó el pasado verano a manos del Área de Investigación de Collado Villalba. Los detenidos intentaron matar al vigilante de seguridad de una obra que se encaró con ellos. Los extorsionadores no dudaron en lanzar un cóctel molotov contra el vehículo que conducía. El trabajador salió ileso, pero el coche quedó totalmente calcinado. La víctima denunció el altercado. Ahí comenzaron las indagaciones policiales.

El miedo de los empresarios es el bastión del que se sirven estos vigilantes del terror para custodiar cada vez más obras. La mensualidad que exigían a los empresarios en la zona noroeste era de 1.800 euros. No contentos con dicha retribución, muchas veces, según informó el jefe de la Policía Judicial, Javier Rojo, cometían robos en las obras de sus pagadores o en la de empresas aledañas para subir la cuota de vigilancia.

Según informó el comandante Roberto Tirado, el cabecilla advertía sin pelos en la lengua a los encargados de la obra lo que podía ocurrir si no contrataban sus «servicios». La mayoría de las veces, los gitanos dejaban en el lugar a un «vigilante» inmigrante en situación irregular al que pagaban 400 euros al mes.

Inmigrantes explotados

Hacían su labor en condiciones infrahumanas e insalubres, bien desde una furgoneta o desde una caseta de obras. Los detenidos cuentan con numerosos antecedentes. La Guardia Civil ha intervenido tres armas de fuego cortas con su munición, dos armas detonadoras, tres escopetas de caza y 79.000 euros, ocultos en un calcetín.

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