La asociación deportiva reclama al juez que suspenda el desalojo y que se les conceda otra ubicación para sus hangares y avionetas.AENA quiere recuperar los terrenos que cedió a la entidad durante 10 años.El Real Aeroclub de Valencia tiene las horas contadas. Al menos en sus instalaciones actuales y si se cumple la orden de un juez. Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) ha solicitado autorización para desalojar el hangar donde los socios del RACV guardan sus avionetas, junto a las instalaciones de Manises. Si el juez no lo impide, a las 10 horas de hoy está previsto que se ejecute el desahucio, una orden que incluye la presencia de cerrajeros y vigilantes de seguridad por si es necesario realizarlo a la fuerza.
Según el propio aeropuerto, hace ahora dos años que se comunicó la necesidad de recuperar los 360 metros cuadrados cedidos al club deportivo en 1999, pero hasta la fecha no se ha obtenido respuesta alguna, por lo que se han visto obligados a recurrir a una acción tan drástica.
Los miembros del RACV tienen intención de acudir a primera hora de la mañana a los juzgados para pedir una suspensión cautelar de la orden y están estudiando presentar reconvención en el mismo pleito iniciado por Aena. Si no lo consiguen, se atrincherarán en las pequeñas instalaciones que tienen desde hace 75 años para evitar su cierre.
«Estamos mandando cartas y avisos a todos nuestros socios porque no hay derecho a que ahora nos saquen de aquí. No tenemos dinero para cambiar la ubicación porque AENA no está cumpliendo con el acuerdo que firmó en su día con todos los aeroclubes», explicó el delegado de la entidad en las relaciones con AENA, Juan Granell.
Fuentes de AENA en Valencia aseguran que la intervención responde únicamente al cese del contrato de arrendamiento de los terrenos que el club tiene con el aeropuerto valenciano. «Este contrato se ha estado prorrogando anualmente pero ya hace un año se les comunicó que ya no se iba a prorrogar más porque Manises necesita esa superficie para acometer unas ampliaciones de las plataformas», explicaron. Sin embargo, añadieron, es el RACV el que ha hecho «caso omiso» a los avisos.
Los responsables del colectivo deportivo aseguran, por el contrario, que la empresa aeroportuaria está incumpliendo el acuerdo que firmó en 1995, por el cual se comprometía a subvencionar a todos los aeroclubes españoles para fomentar la aviación deportiva. En el caso de Valencia, además, se respetaba la tradición histórica del club por lo que la ayuda que se concedía anualmente, unos 33.000 euros, era después reembolsada en concepto de alquiler de las parcelas.
«Con todo el dinero que nos dieron pudimos construir nuestros hangares, porque somos una asociación sin ánimo de lucro que funcionamos con lo poco que tenemos. Pero llevan sin pagarnos las subvenciones desde 2005 y sin ese dinero, no podemos asumir el alquiler que nos corresponde ni tampoco cambiar de ubicación nuestros hangares», aseveró el portavoz de la entidad.
Contrato expirado
A este respecto, AENA insiste en que el contrato de cesión de la parcela en cuestión «es independiente» del acuerdo firmado en 1999, que recogía el préstamo de suelo durante diez años, así como la subvención. Una ayuda que, sumando las diez anualidades, ascendió a 384.000 euros con los que construyeron el hangar principal, la sede y la plataforma de estacionamiento de aeronaves.
Por tanto, «Aena ha cumplido su contrato», que expiró el 31 de enero de 2009. Y como muestra «de buena voluntad, la entidad no ha adoptado ninguna medida hasta ahora, ya que el RACV ocupa las instalaciones sin ningún título jurídico que le ampare».
Pero ahora las cosas han cambiado y ya no importa la historia de este club, su importancia en la ciudad de Valencia o el prestigio que tenga en el mundo de la aviación. Sólo cuenta que el suelo sobre el que se asienta ya no puede ser pista de aterrizaje o garaje de pequeñas avionetas de recreo, sino que debe utilizarse para fines muchos mayores, los de un aeropuerto comercial que crece cada año.
El Real Aeroclub de Valencia se asentó en Manises en 1935 y desde entonces ha estado dando servicio a los propietarios de avionetas (actualmente, unos 200 socios) así como formando a más de 300 pilotos privados que han pasado por su escuela y ahora operan en líneas comerciales de todo el mundo. También tiene un taller mecánico y otros servicios «que van a tener que cerrar si nos echan», señaló Granell.
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