El juez les impone seis meses de libertad vigilada después de que reconocieran los hechos
IGNACIO CABANES VALENCIA ?
Dos menores de 16 años aceptaron ayer una pena de seis meses de libertad vigilada tras reconocer que habían entrado a robar en el bar de la Facultad de Psicología de Valencia. Los hechos ocurrieron el pasado mes de abril, cuando los adolescentes, que en ese momento tenían 15 años, se introdujeron en la cafetería de la citada facultad, forzando la ventana, y sustrajeron el dinero de la caja registradora.
Un vigilante de seguridad sorprendió "in fraganti" a los menores y éstos salieron huyendo de las instalaciones docentes. Una patrulla de la unidad de Goes de la Policía Local de Valencia salió tras ellos. Para escapar de los agentes, los menores se escondieron dentro de un contenedor de basura.
El Juzgado de Menores número tres de Valencia ha impuesto a los dos menores una pena de seis meses de libertad vigilada tras la vista oral celebrada ayer. Los acusados de un robo con fuerza reconocieron los hechos y de esta forma evitaron su ingreso en un centro de menores.
Los hechos por los que se les acusa ocurrieron el pasado 6 de abril de 2009 cuando ambos menores entraron en las instalaciones de la Facultad de Psicología, de la Universidad de Valencia, situada en la avenida Blasco Ibáñez. Al ser domingo, las dependencias educativas estaban prácticamente vacias, por lo que éstos tuvieron tiempo de forzar la ventana del bar de la facultad sin ser vistos.
No obstante, un vigilante de la universidad oyó unos ruidos dentro de la cafetería cuando hacía su ronda rutinaria y al acercarse observó en su interior a los dos adolescentes forzando la caja registradora.
Los pequeños delincuentes salieron corriendo, y tras ellos el vigilante. Una patrulla de la unidad de Goes de la Policía Local, que se encontraba en el rastro, se unió a la persecución. Los menores corrían tanto que uno de los agentes tuvo que utilizar una bicicleta para darles caza.
Finalmente, y tras perderlos de vista, la policía encontró a los adolescentes escondidos dentro de un contenedor de basura en la calle Polo y Peyrolón, gracias a las indicaciones de unas niñas.
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