sábado, 20 de febrero de 2010

«Cogí el hacha porque temía por mi vida y la de mi tío, no para agredir»

 
La sección 1ª de la Audiencia Provincial juzga en estos días a un tío y su sobrino acusados por el Ministerio Fiscal de un delito de homicidio—en la persona de un vigilante de seguridad del club Changó—, otro de intento de homicidio —pues un segundo guardia de seguridad recibió un hachazo que le ocasionó heridas de gravedad—, y un delito de allanamiento del local, y por los que pide la pena para ambos de 24 años y 8 meses de prisión.
La primera sesión de la vista oral comenzó con el testimonio de los acusados. Ambos coincidieron en señalar que estuvieron bebiendo «5 ó 6 cervezas y 15 ó 20 cubalibres» en un bar del barrio San Pedro durante varios horas, hasta que a eso de las dos y media de la madrugada del 5 de Julio de 2008 decidieron continuar la marcha por Albacete, y en concreto, por el club Changó. Allí, según el procesado F.F., sobrino del otro acusado, estuvieron bebiendo en la barra hasta que se acercaron dos señores «supongo que porteros» para decirnos «en tono agresivo» que saliéramos del local. Posteriormente, según relató, «entraron otros dos porteros y «mientras uno me saca a la puerta, otro me dio un puñetazo en el ojo». Fue en el suelo cuando se dió cuenta de que a su tío, que se hallaba en el interior del local, le estaban agrediendo, por lo que decidió volver a entrar pero se encontró con que el vigilante se lo impedía. Así las cosas, «fui a mi coche y cogí no se si era un palo o un hacha porque estaba borracho perdido», declaró, aunque posteriormente, y tras mostrarle el hacha encontrada en el lugar, reconoció que era suya, y que la cogió porque «tuve miedo por mi vida y por la de mi tío». Aseguró que no llegó a utilizar el arma porque la dejó en el suelo, y a preguntas del Fiscal, negó que se la quitara de la mano un vigilante y que le pegara «un primer golpe con ella».
Por su parte, el otro acusado, tío carnal, declaró no recuerdar nada de lo sucedido pues estuvo bebiendo. «Sólo recuerdo que desperté en mi casa magullado». Cuando un hermano le contó al día siguiente lo que había pasado en el Changó, decidió presentarse ante la Guardia Civil, a pesar de que él «no había hecho nada». Negó que portara una navaja, arma con la que presuntamente se hirió a uno de los vigilantes de seguridad, de nacionalidad húngara, y que le causó la muerte.
También rechazó la afirmación de que había trabajado en el club como portero. Explicó que sí lo habían hecho unos parientes suyos, Los Granados, pero estos fueron despedidos «porque hacían lo que querían», según declaró el marido de una de las dueñas del club.
En el día de ayer testificaron el policía nacional que detuvo al sobrino en el interior de su coche. Dijo que recibieron una llamada de que se había producido un apuñalamiento y que dos hombres habían huído en un coche. «Localizamos el vehículo, con una persona dentro, el sobrino». El coche estaba manchado de sangre y también su ropa. Encontraron igualmente tirado en el suelo «un pañuelo con sangre reciente».


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