jueves, 8 de octubre de 2009

Los vigilantes de seguridad siguen sin el permiso para las armas largas


La empresa española encargada de su formación ha paralizado el proceso porque «no tiene sentido empezar sin el material que van a utilizar»
El equipamiento que emplearán costará cerca de 8.000 euros por agente
La empresa Levantina de Seguridad, con sede en Valencia, ha seleccionado ya un grupo de treinta vigilantes dispuestos a recibir adiestramiento para defender a los atuneros españoles que faenan en el océano Índico. Sin embargo, el proceso de formación de estos guardias de seguridad se encuentra paralizado, ya que el Ministerio del Interior no ha enviado todavía la autorización para comprar el armamento necesario para disuadir a los atacantes. «No tiene ningún sentido empezar sin el material que van a utilizar», aseguró José Luis Roberto, responsable de la firma.
Para cubrir una operación de este calibre hacen falta armas largas ralladas o fusiles y rifles de largo alcance, de los que de momento «no disponemos». «Parece mentira, pero a día de hoy están más protegidos los barcos de bandera extranjera que los de enseña nacional», destacó. De hecho, como ya adelantó EL CORREO, varias compañías vascas propietarias de buques con pabellón de otros países ya han decidido incorporar 'soldados de fortuna' para defenderse. Las armadoras vascas que faenan en el Índico prefieren guardar silencio al respecto, pero consideran que, en estos momentos, esta medida es la «única» y «más efectiva» para evitar nuevos secuestros, como el que sufrió el pasado viernes el 'Alakrana'. Los 36 hombres, dieciséis de ellos españoles, que se encuentran cautivos a bordo, han permanecido «hasta ahora encerrados en el comedor, pero nos comunicaron desde la empresa que los piratas les permitieron entrar a sus camarotes para dormir», relataron los familiares.
Levantina de Seguridad calcula que el equipamiento de los vigilantes privados costará unos 8.000 euros por agente. «El fusil Remington, por ejemplo, puede costar unos 1.200 euros, pero las balas, en cambio, valen unos tres euros por carga, y mínimo necesitaremos un millar por hombre. Luego está el chaleco antibalas, el casco...», explicó José Luis Roberto.
Otro de los problemas a los que se enfrentan es el traslado de las armas, una vez consigan los permisos. El material deberá viajar hasta Madrid en un vehículo escoltado por la Guardia Civil. Desde la capital de España partirá rumbo a París antes de recalar definitivamente en Seychelles. El perfil de los futuros vigilantes corresponde al de «personas de entre 30 y 40 años, la mayoría con experiencia militar y que cobrarán 5.000 euros al mes».
Mientras los guardias de seguridad españoles siguen obligados a permanecer con las manos cruzadas, el tiempo apremia para los pescadores que faenan en el océano Índico. Lejos de los caladeros, observan que se les va de las manos la campaña más fructífera de la pesquería del atún en las aguas internacionales más próximas a Somalia, en las que les está permitido pescar.
Los ocho atuneros vascos -'Intertuna I', 'Intertuna II', 'Intertuna III', 'Artza', 'Txori Aundi', 'Erroxape', 'Demiku' y 'Xixili'- que embarcarán a partir de mañana ex militares de élite para protegerse de la piratería son los únicos que enarbolan bandera extranjera, la de Seychelles. En el resto ondea la insignia española, pero el Gobierno de Zapatero, al contrario que el de Francia, no permite embarcar soldados a bordo.
Por conveniencia
La utilización de las denominadas banderas de conveniencia en las embarcaciones, sobre todo mercantes, atiende a cuestiones fiscales, ya que las navieras pagan menos dinero a esos países que a España. En el caso de los ocho pesqueros vascos, el cambio de estandarte se remonta a los años en que se produjo la renovación de la flota atunera. Para poder construir un barco nuevo, el propietario debe desguazar antes un tonelaje de capacidad de carga determinado, aunque otra posibilidad es «cambiar de bandera un buque antiguo de la empresa, de manera que lo das de baja en España consiguiendo el cupo necesario para hacer otro», explicaron desde una empresa bermeana.
Estos atuneros, sin embargo, siguen perteneciendo a armadores vascos y, además, la práctica totalidad de los buques de última generación que han salido de los astilleros llevan la enseña nacional, salvo el 'Playa de Izaro', que tendrá pabellón de Belice. Las insignias de uno u otro país exigen similares trámites burocráticos en los puertos. «La diferencia con los de pabellón extranjero es que a la salida y entrada del puerto tenemos que rellenar unos cuadros que aparecen en lo que llamamos el 'rol', un libro en el que tienes que detallar datos, como los nombres de los tripulantes que navegan en esos momentos a bordo y el tonelaje del pescado que se va a descargar», explicó un capitán bermeotarra que faena en el Índico.

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