domingo, 25 de octubre de 2009

Los agricultores de la Costa, desesperados: «Los ladrones nos están destrozando»


La indiscriminada oleada de robos que sufren las fincas de chirimoyas de la Costa cansa a los agricultores, que están dispuestos a echarse a los caminos a vigilar
Las vegas de la Costa granadina se han llenado de alambradas, tapias y hasta vigilantes de seguridad privados que trabajan de 'guardaespaldas' de los chirimoyos. Lo nunca visto. Pero es que tampoco se había visto nunca una oleada de robos tan indiscriminada como la que están sufriendo las fincas de chirimoyas de la Costa desde que arrancó la campaña, en el pasado mes de septiembre. Los agricultores y comercializadores están absolutamente desesperados por los robos y han lanzado un SOS a la Subdelegación del Gobierno en Granada para que la Guardia Civil pare este saqueo.
Los hurtos son prácticamente diarios, según relatan los agricultores, y afectan a todas las fincas de las vegas de Río Verde, Río Jate y el Guadalfeo, desde Motril a Almuñécar. Los kilos de chirimoyas se pierden por miles, lo que está arruinando la campaña y provocando unas pérdidas enormes para los agricultores.
«Los ladrones nos están destrozando», relata el agricultor y gerente de Frutas Río Verde Juan Fernández. Pero no solo les preocupa el varapalo económico que están sufriendo todas las familias que dependen de esta campaña de la chirimoya, también les quita el sueño el perjuicio que los robos suponen para la calidad de una fruta con denominación de origen. «No saben coger los chirimoyos, rompen las ramas impunemente, van solo a los gordos y los cogen inmaduros, lo que nos provoca un auténtico destrozo. Además nos obliga a nosotros también a coger el fruto antes de que llegue a su plenitud por miedo a que nos lo roben», apunta este empresario y agricultor, mientras otros labradores vecinos asienten. «O las coges antes de tiempo o te las quitan, así que es el único remedio que nos queda», lamentan.
3.000 kilos
A Joaquín Montes, otro agricultor, le han robado unos 3.000 kilos en lo que va de mes en su finca de Almuñécar. «El vigilante de la autovía vio a las tres de la mañana cómo seis tíos llenaban una furgoneta». Lo que peor lleva este agricultor es «la sensación de inseguridad y desamparo con la que vivimos, nadie trabaja ya tranquilo». «Yo he llegado a estar recogiendo chirimoyos en la parte alta de la finca y los ladrones en la baja, a la vez», apunta. Y añade preocupado: «Lo peor es que encima te hagan algo si los sorprendes en tu propia finca». También Manuel Novo calcula que lleva ya perdidos 10.000 kilos de chirimoya en esta campaña por culpa de los robos. «Tengo 30 marjales, tendría que haber cogido unos 30.000 kilos de fruta y no he llegado ni a 20.000». Teniendo en cuenta que se está pagando a 60 o 70 céntimos el kilo de chirimoya, ya acumula unas pérdidas importantes.
Vigilantes privados
Está tan desesperado y desmoralizado con los robos, que ha recurrido a vigilantes privados de seguridad que le garanticen, al menos, la viabilidad del resto de la campaña. «Todos los fines de semana tengo seguridad privada, así al menos estoy más tranquilo. El otro día el vigilante tuvo que salir detrás de uno que quería robar en mi finca de Lobres», cuenta.
Como los demás agricultores y empresarios, Manuel se está gastando un dineral esta campaña en medidas de seguridad. «Ahora mismo vengo de pagar otros cien euros en cadenas y candados» indica. Otros de sus vecinos llevan ya hasta 6.000 euros gastados este año en vallar las fincas y reparar las alambradas cortadas. Los robos se están concentrando ahora en las fincas de Motril, que son la zona de fruta más temprana, donde los chirimoyos ya se están recogiendo. «Nos encontramos jaulas tiradas por el suelo y pilas de fruta. Antes las hacían por la mañana y luego por la noche sacaban las chirimoyas pero últimamente han perdido el miedo, llegan, los cortan y se van. Hasta les sobran porque nos los dejan en el suelo», lamenta Joaquín Montes.
Los agricultores reclaman soluciones para no vivir, hasta marzo cuando acaba la campaña, con este agobio y esta incertidumbre. «En Almuñécar es fácil pillarlos, la Guardia Civil se tiene que poner en los dos caminos de la vega», aconseja el gerente de Frutas Río Verde. Y hace un llamamiento al Gobierno: «Este es un sector que es de los pocos que está dando trabajo ahora. Gracias a nosotros se emplean jornaleros, transportistas, gente en las corridas de frutas, no nos pueden dejar desamparados». Pero mientras llegan las soluciones, Juan tiene claro que son los propios agricultores los que tienen que hacer algo: «Los agricultores vamos a dar vueltas en grupos para avisar a la Guardia Civil, no nos queda más remedio que salir a vigilar y echarnos a los caminos»

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