martes, 13 de octubre de 2009

De camarera a vigilante de seguridad


la pamplonesa Amaya Martín, de 33 años, se formó como secretaria de dirección, ha trabajado en varias empresas como administrativa y aunque ya arrastra un año de paro le resulta difícil mentalizarse del cambio. Opositar le ha mantenido activa en esta etapa de su vida. Aprobó la anterior convocatoria para auxiliares administrativos del Gobierno foral y se encuentra en lista de espera. "Quiero ir a por la plaza" y se muestra esperanzada de conseguirlo mientras se pone las pilas en nuevos programas de informática. María Ángeles es otro exponente del conflictivo paro femenino. Con 49 años y dos años en el paro, esta administrativa se forma en estrés laboral mientras prepara oposiciones. "Está siendo un curso interesante porque profundizas en situaciones que has vivido pero no tuviste tiempo de teorizar", señala. "Ves tanta gente echando currículum que siempre te ves la última", confiesa.

En los pasillos de Matesa Jesús Rosales es uno de los muchos inmigrantes que aguanta la crisis como puede para no tirar la toalla. Nueve años de residencia en nuestro país desde que llegó de Perú, 59 años y una familia en proceso de reagrupación son muchas razones para luchar. Sabe que hasta ahora no hubo problemas de trabajo porque en la construcción "siempre había algo". Agosto del 2008 marcó el punto de inflexión. Ahora estudia carretillero en uno de los cursos subvencionados por el Gobierno en Forem.

Las mujeres son uno de los colectivos más activos en el reciclaje de conocimientos y de los que más sorprenden con sus nuevas estrategias. Es el caso de Jenifer Alcasas Lemos, tiene 27 años y vino de Brasil hace diez con ganas de trabajar. Es una de las cinco mujeres que ha elegido ser vigilante de seguridad dentro de los cursos que oferta la UGT. Trabaja de camarera por horas pero en su larga trayectoria profesional ha hecho de todo: cocinera, socorrista, panadera...tantos como cursos (el más exótico es de azafata de vuelo). Vive con su madre en Pamplona y la atrae el mundo de la vigilancia porque puede haber "más salidas" y estar "mejor pagado". "Ahora me toca trabajar de noche y fines de semana así que me entreno en defensa personal, es duro pero me siento con fuerzas", señala. Su profesor asegura que hay más de 40 personas formándose en seguridad, incluyendo una licenciada en Químicas y otro en Derecho. "Y han quedado más de 400 en listas de espera. Hay demanda porque es una profesión en la que sigue habiendo escasez y cada vez que cierran una fábrica hay una instalación desocupada que proteger", explica. Lleva desde los 17 hasta los 38 metido en este mundo y sabe que ya no entra gente por "vocación" sino por "necesidad".

El camino del currículum es largo, tortuoso y difícil. "Hay jefes que te dicen la verdad y lo agradeces, que no saben a quién van a echar; otros lo cogen y cuando les miras por el rabillo del ojo le han hecho una bola y va a la papelera. Las ETT también renuevan sus currículum si ven que en tres o seis meses no tienes salida", admite la pamplonesa Maite Navas que ha recorrido a lo largo de diez años diferentes empresas como auxiliar de servicios de seguridad. Se recicla en un programa para administración contable a sus 31 años aunque lleva trabajando desde los 16 sin parar. Hasta ahora ha empalmado trabajos y no sabía lo que era estar desempleada. En este último curso le pagan 600 euros al mes durante apenas dos meses y las prestaciones por desempleo se le acabaron en julio. "Renta básica no te dan si no tienes hijos y yo vivo sola", explica. ¿Por qué estudio contabilidad? Pues no porque crea que tiene salida, igual que no la tiene mecánica o electricidad, pero se trata sobre todo de no estar en casa, es desmoralizante. Cuando se te cierra una puerta tienes que abrir una ventana", relata.

Los títulos no siempre abren puertas. Lo sabe Marlyn Sánchez Ramirez es venezolana, tiene 30 años y estudió ingeniería ambiental en su país. Está a la espera de que le homologuen el título con la ilusión de poder "trabajar en lo mío y aquí en Navarra hay mucha materia ambiental". Ahora trabaja en el sector de la limpieza y se ha apuntado a un curso de contabilidad y finanzas. Vive con su madre, su marido es colombiano y están tramitando su reagrupación. Desde que llegó al país hace tres años y medio ha trabajado en el sector de la limpieza pero ha seguido formándose. "Cada vez te exigen más aunque sean puestos de escasa cualificación", indica. Ahora trabaja tres horas y media pero le gustaría tener pleno empleo. "He repartido muchísimos currículums pero está imposible", añade.

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