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martes, 20 de octubre de 2009
EX SOLDADO SE OFRECE POR 10.000 EUROS
UN ATUNERO bajo amenaza de secuestro en las costas de Somalia puede blindarse, por 40.000 euros al mes, con cuatro ex infantes preparados para repeler un asalto, dispuestos a matar y a morir. La empresa de seguridad es española
Cuatro ex infantes de Marina españoles observan un petrolero desde el helicóptero. Son soldados de fortuna contratados por UC Global, única compañía militar privada (PMC) existente en España. Sus servicios han sido solicitados por una empresa que quiere proteger de los piratas uno de sus buques a su paso por el Golfo de Adén. Los ex soldados llegan en helicóptero porque la petrolera sólo ha requerido protección durante el trayecto por esa zona, de modo que los mal llamados mercenarios se suben al mercante en marcha. Cuando tienen a tiro la embarcación, lanzan cuatro cuerdas e inician el descenso. En sus espaldas, subfusiles de 5,56 mm.; en las cinturas, pistolas reglamentarias; en las mochilas, equipos de observación nocturna, cargadores y sistemas de comunicación; en los pies, botas transpirables con suela antideslizante; en el pecho, chaleco antibalas; y en una bolsa alargada, un único fusil de largo alcance. El mejor repelente contra los piratas.
Es julio de 2009. Los cuatro que bajan al petrolero le darán seguridad en una de las zonas más peligrosas del planeta. La misión acabará al alcanzar las aguas de Yemen, cuando el helicóptero volverá por el horizonte. En esta ocasión el viaje ha transcurrido sin incidentes. El enemigo no apareció. Las armas quedaron intactas.
«Los piratas tienen servicios de inteligencia que les informan de las ocasiones en que un mercante o un petrolero lleva protección privada así que no los atacan». ¿Y los atuneros? «Los atuneros no llevan protección, pero eso cambiará en breve». Habla David Morales, gerente de UC Global, que dejó la marina hace dos años para montar su empresa.
Está en la treintena, alto, cachas y tiene experiencia militar. El mercenario perfecto. La mayoría de sus 30 colaboradores dejó el Ejército, como él, por tres motivos, aunque comenta dos: la falta de acción y la imposibilidad de progresar profesionalmente. El tercero, el dinero, se intuye. Por cada hombre en un barco cobra 10.000 euros al mes. El comando mínimo para proteger un buque es de cuatro hombres. Seis preferiblemente. Cualquier atunero amenazado frente a las costas de Somalia podría protegerse con 40.000 euros mensuales.
«Eres joven, crees en este país y te metes en el mejor cuerpo, la infantería de marina. Y luego descubres que en el Ejército no hay la suficiente acción», explica David. Ahora no le falta entretenimiento. De hecho, participa en muchas de las misiones.
La captura del Alakrana, el pasado 2 de octubre, por parte de los piratas somalíes ha puesto sobre la mesa una necesidad: proteger a los faeneros que operan en el Índico. Dada la negativa del Gobierno a permitir la presencia de infantes de marina en los atuneros, afloran en España las primeras Compañías Militares Privadas, compuestas por ex militares que ofrecen sus servicios directamente a los armadores. Un primer paso para la privatización de los conflictos de carácter bélico.
«El problema real es que el Gobierno ha cerrado el grifo del Ministerio de Defensa y éste ya no puede permitirse ni una fragata de apoyo continuo. Otros países mantienen hasta soldados en cubierta [caso de Francia]», comenta Jesús Pérez, analista militar y autor del libro de próxima aparición Guerras posmodernas (El Cobre).
Cuando los armadores de las trece embarcaciones bajo amenaza con pabellón español ofrecieron pagar de su bolsillo el coste de esos infantes de marina, Carmen Chacón respondió que la actual Ley Orgánica de Defensa Nacional lo impedía. Esta semana se han lanzado a la mar ocho atuneros con seguridad privada. Estos barcos llevan bandera de conveniencia de las Seychelles para poder defenderse.
La empresa que ofrece los servicios es Pilgrims Security Ltd., regentada por un ex miembro de las SAS británicas, Roy Fonseka, de dudosa reputación. Tiene prohibida la entrada en el Reino Unido, está siendo investigado por tráfico de armas y se le acusa de haber participado en varios golpes de estado. Además, el nombre de su empresa, Pilgrims Security Ltd., intenta crear confusión con Pilgrims Group, reconocida internacionalmente por la calidad de sus servicios. Es el Gobierno de las Seychelles el que ha impuesto a Fonseka como condición para que los atuneros españoles porten su bandera.
«GURKHAS» A BORDO
Pilgrims Security Ltd. dice que sus mercenarios son gurkhas -ex soldados nepalíes formados por la corona británica, famosos por la fiereza de sus ataques en todas las guerras del siglo pasado-. En el sector se rumorea que Fonseka oferta en realidad civiles con una formación escasa. Hasta la fecha, Pilgrims Security Ltd. se dedicaba principalmente a instalar cámaras de seguridad. No obstante, ha conseguido que los atuneros españoles paguen 55.000 euros al mes por proteger sus embarcaciones, 15.000 más de lo que les hubiera costado una empresa nacional.
La normativa que controla el uso de seguridad privada en zonas de piratería está regulada por la IMO (Organización Internacional Marítima) y las recomendaciones dictadas por el Acuerdo de Montreaux, según el cual deben respetarse los derechos humanos y no usarse armas letales. Acuerdo ratificado por España, aun cuando no ha desarrollado el uso de esa normativa en nuestro territorio. Sea como sea, el uso de mercenarios por parte de empresas españolas con banderas de otros países no es algo novedoso. «Repsol ha usado hombres ecuatorianos para defender sus instalaciones en aquel mismo país, algo que no pueden hacer los atuneros con pabellón español porque la legislación lo impide», explica Fernando García, abogado de UC Global.
Cuando los armadores empleaban a las empresas clásicas -que protegen a los furgones, vigilan discotecas o pasean en centros comerciales-, con la intención de respetar nuestra Ley de Seguridad Privada y el Reglamento de Armas, el resultado era desastroso. Un pirata del Golfo de Adén no es un borracho con calcetines blancos en la puerta de una disco.
Hay un vídeo que corre por internet (http://www.youtube.com/watch ?v=zv3S_OmJbI4) en el que se ve a un vigilante de seguridad de Eulen riendo con los marineros del barco cablero Teneo, perteneciente a la filial española de Tyco Marine. El guarda, que viste un uniforme de guerrilla urbana a todas luces inapropiado para el medio marino, juega con su fusil ante la mirada divertida de los civiles, permitiendo incluso que uno se coloque el cañón en la cara a modo de prismático y que otro apunte al cámara que graba la secuencia. Los guardias jurados del Teneo insuflaron tal confianza a la empresa contratante que el capitán se negó a sobrepasar las aguas kenianas para adentrarse en las somalíes, teniendo que esperar hasta que pasara la fragata Numancia. Eulen no ha querido hacer declaraciones a Crónica.
La empresa Levantina de Seguridad, dirigida por el líder ultraderechista José Luis Roberto, ha lanzado una oferta a los atuneros españoles ofreciéndoles seguridad a bordo. Pero Levantina, además de estar vinculada a España 2000 (partido político de extrema derecha), es conocida en el sector por ser la empresa que proporciona seguridad a los burdeles de ANELA (Asociación Nacional de Empresarios de Locales de Alterne), colectivo a su vez acusado por las organizaciones feministas de fomentar la prostitución en España. Los responsables de Levantina de Seguridad también han rehusado hablar con Crónica.
A fecha de hoy, cualquier empresa de seguridad que pretendiera enfrentarse a los piratas somalíes se encontraría con una ley que le impide portar algo más potentes que un revólver de 38 mm, una escopeta del 12 o un arma larga rallada de repetición, las tres inútiles ante las Ak-47, las metralletas del 7/62 o los lanzagranadas que emplean los asaltadores. Los chicos de David Morales se entrenan con armas de aire comprimido en Madrid y Cádiz. Las de verdad las tienen en otro país y las recogen sólo cuando entran en acción.
A nivel internacional existen muchas PMC, como la famosa Blackwater. Otras (Triple Canopy, Dyncorp, Spectre International, etc.) mantienen cierta discreción mientras consiguen contratos millonarios principalmente de los gobiernos norteamericano y británico. Desde hace unos años las PMC presionan a nuestro gobierno para ser incluidas en acciones bélicas, como el ataque de los piratas a los atuneros españoles. La única empresa nacional de élite, que emplea sólo a ex militares, es UC Global. Algunos de sus miembros participaron en acciones tan recordadas como el abordaje del So San en 2002 o las negociaciones en el Playa de Bakio de hace un año.
Su equipo A consta de unos 30 hombres. Pero en su base de datos hay 6.000 ex militares repartidos por Latinoamérica, Estados Unidos, Inglaterra, Estonia y, por supuesto, España. Suficiente para cubrir todo el frente anti pirata del Índico... si cambia la legislación española.
"BOCA GRANDE", PRÍNCIPE DE LOS PIRATAS
JOANA SOCÍAS
Nadie ha fotografiado nunca su rostro, pero sólo su nombre produce escalofríos. Mohamed Abdi es el patriarca de todos los piratas somalíes, el primer hombre que decidió ganarse la vida con el abordaje a cualquier barco que pasara por Somalia. Vive en Haradhera (Somalia), hoy convertida en nido de piratas, donde el pesquero vasco Alakrana lleva 13 días retenido. Desde allí controla su gran negocio: los rescates. Cuentan que no hay precio que se fije sin su conocimiento. Su alias, Afweyne, significa «boca grande» en somalí. Se presenta como un un Robin Hood del mar, un defensor de los más pobres, los somalíes que durante años han contemplado el expolio de sus ricas aguas. Un ladrón para los pobres que no duda en hacer valer su autoridad a golpe de secuestro. Él lo llama incautaciones de buques, por pesca ilegal o por vertido de residuos al mar. Afweyne y su banda, autodenominada Defensores de las Aguas Territoriales Somalíes, son los verdaderos policías de la costa, mientras la guerra civil desangra el país.
En la cartera de secuestros de su banda estánel del carguero MV Faina, en 2008, y un buque del Programa Mundial de Alimentos repleto de comida, en 2005. La comida iba para los niños somalíes que este Robin Hood del mar dice defender.
Este año, en septiembre, viajó a Trípoli, en Libia, invitado por el coronel Gadafi. Tampoco allí hubo fotografías. Afweyne tiene propiedades en Nairobi, Dubai, India y Somalia. En el barrio somalí de Nairobi, Eastleigh, no hay asfalto. Dicen los kenianos que eso no es Kenia. Es la «pequeña Mogadiscio», como se conoce el barrio. No hay semana que no se levante un edificio nuevo. Los empleados de las oficinas de envío de dinero cuentan que con frecuencia reciben clientes que esperan envíos de hasta 500.000 dólares. Aquí no se pide identificación. El dinero llega. Y el somalí de turno se mete el dinero en los calcetines. Afweyne se dedica a las propiedades inmobiliarias, pero también a las armas, a la industria textil y a cualquier actividad que le permita rendir beneficios a los millones que se embolsa cada año. En Somalia es más fácil hacerse con un kalashnikov que con un libro. Y por eso Afweyne ha decidido instruir a su hijo Abdukadir en la piratería. La piratería es la profesión que más reporta en el Cuerno de África.
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