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jueves, 2 de julio de 2009
Kaká colapsa el centro de Madrid
Madrid, 30 jun. (COLPISA, A. Gómez).
La ‘locura Kaká’ no sólo colapsó el Bernabéu, sino también el centro de Madrid, cuando un martes, a esas horas, y pese a las numerosas obras que dificultan los traslados en automóvil, no suele haber problemas de tráfico en una de las principales arterias de la capital, La Castellana, ni en las entradas a la M-30. Miles de familias se desplazaron al estadio del Real Madrid en coche, y mientras que a la hora prevista para la presentación, las ocho y media, en el estadio ‘sólo’ estaban presentes unos 25.000 espectadores, tres cuartos de hora después la asistencia se había duplicado. Cuando Kaká ya hablaba sobre el atril del Bernabéu decenas de aficionados todavía corrían por las gradas en busca de una localidad.
Cientos de seguidores se habían visto obligados a guardar cola para entrar en el estadio durante muchísimos minutos, mientras los conductores esperaban con impaciencia en los alrededores, en busca de una plaza de aparcamiento imposible. A la salida volvió el caos circulatorio, agravado además por el cierre de uno de los principales centros comerciales de la capital. Pero lo más impresionante se vivió dentro del Bernabéu, donde los aficionados madridistas, muy jóvenes en su mayoría, aclamaron a Kaká y Florentino como si tratase de dos auténticas estrellas de rock. Los gritos de “¡Florentino, Florentino!” retumbaron en el Bernabéu casi con tanta potencia como los dedicaron al ‘crack’ brasileño.
Tampoco faltaron las pancartas contundentes. “Con Calderón ‘mierda’. Con Florentino Kaká”, rezaba una de ellas en un fondo superpoblado. Los servicios de seguridad también tuvieron que emplearse a fondo, sobre todo cuando el futbolista brasileño se lanzó corriendo a despedirse del público a extenderles su mano mientras hacía el ‘paseíllo’ y algún vigilante incluso empujó al futbolista para apartarle de algunos chavales que querían saltar al campo. Incluso Di Stéfano, que le dijo al oído a Kaká que aquello parecía “el Maracaná”, se animó, y a los gritos de “¡Alfredo, Alfredo!”, saludó con simpatía con su bastón al aire, embrujado por un espíritu que nunca se había visto en Chamartín durante la presentación de un futbolista.
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