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lunes, 20 de julio de 2009
El centro sanitario de las Tres Mil cumple dos décadas implicado con el barrio
Abierto a finales de los 80, el centro sanitario Polígono Sur llegó a un barrio anclado en la decadencia de la que hoy intenta salir, castigado por la droga, con pacientes poco disciplinados por su bajo nivel socioeducativo, que reproducía enfermedades olvidadas. Los sanitarios se dieron cuenta de que la salud pasaba por una atención integral.
Cuando la directora Carmen Gutiérrez abrió al público por primera vez las puertas del ambulatorio de las Tres Mil, un 4 de junio de 1989, no pensó que su centro se convertiría en referencia de la sanidad andaluza. Tampoco imaginó que traspasaría la frontera de la salud para adentrarse en otras carencias de la población.
Hoy, 20 años después, su nuevo director, Fernando Domínguez, explica que ha sido su implicación con el barrio la que ha permitido superar los altos niveles de tuberculosis y dejarlos en las cifras de otros barrios, lograr que la vacunación llegue al 90% de los vecinos, que comience a haber control de la natalidad y las enfermedades más habituales sean las mismas que en el resto de Sevilla.
“Los profesionales que aquí trabajamos, nuestro compromiso, la relación que tenemos con entidades y asociaciones del Polígono Sur y la puesta en marcha de programas pioneros”, apunta el director, han hecho que el centro de salud se haya convertido en un icono del barrio. Allí se vivían realidades distintas, y había que buscar repuestas también distintas.
“Nos dimos cuenta de que para ofrecer una atención sanitaria efectiva teníamos que trabajar y atender a otros aspectos sociales de la gente: su higiene, la educación sexual, prevención de accidentes o hábitos saludables. Y así lo hicimos”.
Consiguieron ofrecer una atención integral que pasaba, a veces, por la atención sanitaria en el domicilio de los pacientes, donde, de paso, se verificaba si los niños estaban yendo a clase; se les ayudaba a tramitar documentos oficiales para regularizar a los usuarios –muchos sin papeles, ni cartilla sanitaria ni a veces DNI– y se hacían talleres saludables. Todo con una gestión responsable de recursos personales y materiales.
El saber hacer de los profesionales –algunos llevan en el centro desde su creación– le ha valido reconocimientos a nivel sevillano y andaluz. Fue el segundo centro con mejor gestión sanitaria de la región, en el año 2005 se le concedió la Medalla de la Provincia y “se ha convertido en una referencia de los que trabajan por la transformación social”, relata el gerente del distrito sanitario de Sevilla, José Manuel Galiana.
Las dificultades no han sido pocas. El bajo nivel socioeducativo de los pacientes hacía que no siguieran los tratamientos, las costumbres arraigadas impedían ciertos controles como el de la natalidad entre la población gitana, y el alto índice de toxicómanos provocó episodios violentos y hubo que tomar medidas de seguridad, como un arco detector de metales o vigilantes.
El último descosido ha sido la marcha de 35 familias a un vivir en chabolas tras un tiroteo. “Todo un reto para nuestra trabajadora social”, explica el director, ya que se ha interrumpido el programa sociosanitario que se seguía con estas personas.
En estos años, el centro puesto en marcha uno de los programas de dispensación de metadona más efectivos de manos de Jesús Rodríguez, coordinador de cuidados, que tuvo la idea de convertirlo en puerta de entrada a otras atenciones sanitarias. Al dispensar el medicamento –a 320 pacientes a la semana– empezaron a tomarles los datos para facilitarles otros cuidados: análisis, consejos de higiene, información saludable. “Fue un nuevo enfoque al tratamiento y los pacientes se mostraron receptivos; la mayoría tenía patologías y dolencias asociadas como VIH o hepatitis”, que empezaron a tratarse.
El director, que lleva aquí estos 20 años, cree que el logro ha sido “adaptarnos a lo que nos pedía el barrio”. Se han ampliado las instalaciones y los servicios que se prestan, y cuenta con toda la cartera de atención primaria, con la última incorporación de la odontología. Y sólo es el principio: “Queda mucho por hacer, así que aquí seguiremos, trabajando”.
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