viernes, 24 de julio de 2009

"Reto a cualquiera a poner una lapa; si no la detecto, dejo esto"


Luis Mariscal.- Coord. General de la Asociación de Escoltas en Euskadi.
Como cada uno de los 3.000 escoltas que trabajan en el País Vasco y Navarra —en toda España operan 5.000—, Luis no tiene horario. Depende de lo que haga su vip, como ellos le llaman al protegido. Trabaja sábados y domingos. Su día a día es similar al de un político. La diferencia es que a ellos nadie les guarda la espalda.

¿Por qué quiso venir aquí?
La muerte de Miguel Ángel Blanco me empujó. Tras su asesinato vinieron muchos compañeros, la protección personal se multiplicó porque había que escoltar a concejales y la Policía no daba abasto.

¿Se puede ser escolta y tener familia?
Hay muchos casos. Pero con demasiadas renuncias. Tu pareja debe asumir las carencias que tú provocas. El porcentaje de divorcios está en torno al 80%. Se crean muchas tensiones. Si tienes hijos, no los puedes llevar al colegio del pueblo.

¿Está pagado?
El sueldo base ronda los 800 euros, pero tenemos un plus por horas extras. Si trabajamos 31 días al mes ganamos 3.000.

¿Ha visto peligrar su vida?
Es evidente que somos objetivo de ETA, varios documentos de la banda nos señalan. Una vez tuve que salir de un pueblo porque se detectaron seguimientos contra mí. Estaba empezando y no tomé precauciones.

¿Cómo se aprende eso?
Hay que renunciar a mucha vida privada: a irte de copas, a frecuentar el mismo gimnasio, a tener hobbys que te marquen rutinas (sitios, lugares, días).

¿Se nota en su labor la llegada del PSOE al Gobierno vasco?
De momento, no. Hay el mismo miedo. Creo que quizá porque llegó con crispación y supuso un terremoto. En el PNV hay muchos tibios, y son los que siempre se resaltan, pero hay otros más normales. En el PSE también hay tibios, y muchos.

¿Tiene miedo a las nuevas lapas 'invisibles' de ETA?
Si uno se agacha bien y sigue el protocolo es capaz de detectar cualquier bomba lapa. Reto a cualquiera a que coloque una en los bajos de un coche, tiene toda la noche, que es el tiempo que tendría un etarra. Si no soy capaz de detectarla en diez minutos, dejo esto.

¿Cómo esconde a sus vecinos su profesión?
Simulando que me dedico a otra cosa. En mi caso, como también soy profesor —doy clases en la universidad e imparto cursos sobre seguridad privada—, puedo hacerme pasar por maestro de Secundaria. Sales con la cartera bajo el brazo para disimular, dejas caer algún comentario del tipo "hay que ver qué educación tienen los niños". Aun así, muchos se enteran.

¿Qué hace entonces?
Un buen escolta va adecuando su residencia a sitios más normales, menos radicales. En el pueblo vasco hay muy buena gente y sitios muy normales, el problema es el miedo.

¿Compensa tanto riesgo y tanta renuncia?
Hombre, lo cierto es que me gustaría que nos lo reconocieran más. Que el Ministerio del Interior dijera que somos importantes en la lucha contra la banda terrorista. De hecho, mi mayor felicidad sería dejar esto sabiendo que he ganado. Cuando mi madre murió, yo estaba en Bilbao trabajando. Me llamó por teléfono minutos antes de entrar en quirófano, donde falleció, y me dio ánimos. Me dijo que estaba orgullosa de mí y que al final yo ganaría. Yo quiero ganar también por ella.

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