martes, 21 de julio de 2009

La seguridad en el Parpalló es endeble al permitir el acceso a plaquetas del Paleolítico


Las medidas para impedir entrar en la Cueva de Gandia no se refuerzan a pesar de que el año pasado unos desconocidos accedieron al yacimiento
Una valla endeble, una cadena que impide el acceso de coches pero no de personas y una puerta metálica oxidada cerrada con candado son las medidas de seguridad que tiene en la actualidad la Cova del Parpalló de Gandia, uno de los yacimientos del Paleolítico más importantes del Mediterráneo Occidental que cobija el arte rupestre más valioso de la Comunitat Valenciana.
Sin embargo, ¿son suficientes estos elementos de protección para evitar actos vandálicos en el abrigo rupestre o incluso el expolio de piezas valiosas que puedan quedar por su entorno? La facilidad para saltar la verja o para forzar el cerrojo y dejar abierta la puerta de acceso al yacimiento (como ha ocurrido en otras ocasiones) demuestran que no.
El jefe de los Servicios Arqueológicos de la Diputación de Valencia, José Aparicio, denunció este fin de semana que la escombrera de la Cova del Parpalló esconde restos de valiosísimas piezas de hace más de 12.000 años que si no se recuperan pueden llegar a deteriorarse e incluso a desaparecer.
Es más, esta zona está expuesta a ser rastreada por cualquier persona que salte la verja, según expresó el experto, quien subrayó que cualquier refuerzo es poco para proteger el espacio.
Las escombreras albergan los restos de las excavaciones que se acometieron entre 1929 y 1931. Pese que se ha actuado en ellas en varias ocasiones para rescatar elementos prehistóricos, todavía quedan varios centenares de plaquetas de piedra con grabados y pinturas del Paleolítico (anterior al 10.000 antes de Cristo) y miles de huesos y piezas líticas de silex. También hay sepultados bajo la vegetación fragmentos de útiles de la vida cotidiana y restos de alimentación humana durante los 15.000 años de vida del Parpalló. Aparicio explicó que debería emprenderse una actuación arqueológica en este lugar para salvar las piezas más relevantes.
Las actuales medidas de seguridad en este yacimiento arqueológico son las mismas que las de los últimos años. Sin ir más lejos, el verano pasado unos individuos forzaron el candado de la puerta de hierro y accedieron a la cavidad. Se desconoce cuánto tiempo permaneció abierta la cueva. Entraron en la gruta y rompieron parte del material que se guarda en el interior para los trabajos de limpieza. Los daños, afortunadamente, fueron mínimos, para que podría haber sucedido. Las pinturas y grabados paleolíticos hallados en las paredes del gruta de 20.000 años de antigüedad estaban intactos, pese a que los expoliadores picaron la piedra, incluso en zonas muy cercanas a los dibujos.
La directora del Instituto Valenciano de Conservación y Restauración, Carmen Pérez, ya reconoció el pasado año que las medidas de seguridad instaladas en el Parpalló son las mejores, «pero son insuficientes».
Por su parte, el secretario del Consell Valencià de Cultura, Jesús Huguet, indicó el domingo que lo ideal sería que cada cueva importante asentada en la Comunitat Valenciana tuviera un vigilante de seguridad, aunque resaltó que esto es «imposible», debido a su enorme coste presupuestario.
La ley establece penas importantes para cualquier delito en contra del patrimonio. Si las autoridades detuvieran a alguna persona que ha agredido de alguna manera ese patrimonio, por el mero hecho de ser un yacimiento, el delito lo regula directamente el Código Penal.
Es posible aplicar sanciones económicas elevadas, que pueden llegar a los cientos de miles de euros o incluso el ingreso en prisión. Si además ese espacio está protegido con alguna declaración, como por ejemplo Bien de Interés Cultural (BIC) o Patrimonio Mundial, como es el caso del Parpalló, las penas son mucho más elevadas.
El Parpalló se emplaza en el Mondúver de Gandia, y es conocida como yacimiento arqueológico desde el año 1870. A principios de los años 30, las excavaciones llevadas a cabo por la Diputación demostraron la existencia de un potente yacimiento perteneciente al Paleolítico, el más importante de la Península Ibérica. Su relevancia radica en su extensa secuencia cronológica, que incluye niveles que van del 26.000 al 12.000 antes de Cristo.
Lo más destacable son las 6.000 plaquetas decoradas que se recuperaron, con representaciones de animales y signos, en lo que constituye la colección de arte mueble paleolítico sobre roca más importante de Europa. En 2001 se descubrieron de forma casual unos grabados sobre una superficie rocosa que había permanecido cubierta por sedimentación arqueológica hasta 1929.

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