Partimos del reconocimiento de la diversidad entre las mujeres, también entre las que sufren algún tipo de violencia de género. La diversidad se da en cuanto al grado de peligro o riesgo para la mujer y también de la vivencia subjetiva del mismo y de qué recursos y/o medidas pueden ayudarte en tu seguridad. Por ello, compartimos que aquellas mujeres que lo soliciten puedan tener escoltas.
Esto, significa también que hay que analizar el tema de los o las escoltas a la hora de defenderlos o no para todos los casos desde estos parámetros.
Primero, si es necesario por peligro de la vida de la mujer. Ponerle escolta si ella lo quiere inmediatamente. Lo sorprendente es como ante realidades crudísimas y muy claras no se hayan puesto antes, excepto a algunas mujeres y en los últimos años.
Segundo, preguntarse si el llevar escolta sirve para fortalecer la autonomía de las mujeres. Tener la vida controlada a todas las horas del día difícilmente garantiza la autonomía personal. Te hace vivir y vivenciarte constantemente como víctima. Puede aislarte del entorno más cercano al que no puedes compartir con las personas escoltas. Si decides a ratos pasar de ellos para hacer tu vida, si te sucede algo o un amago, la culpabilidad hacia una misma sería terrible, mucho más allá de la que ya hoy día se les hace sentir a muchas mujeres que sufren violencia de género (le has cogido el teléfono, no le has denunciado, etcétera). Con tus hijos puedes tener verdaderos problemas de que no entiendan nada y se vivan como agentes especiales tipo película.
¿Garantiza la verdadera seguridad a todas las horas? No. El maltratador que está dispuesto a antes muerta que sin mí, buscará los resquicios que los hay, ya que, como decíamos antes, hay momentos de la vida en que una no está acompañada por la persona escolta.
La mejor medida de garantía y seguridad para la mujer es que si el maltratador está en la calle, la persona escolta (de vigilancia y control) la tenga él, el maltratador. Que no le dejen ni a sol ni a sombra. Control a todas horas y en todos los momentos en cuanto pone el pie en la calle. Por lo tanto limitaciones de horarios, etcétera. Y además otra ventaja es que podrá sentir en su carne qué es eso de que te controlen la vida, movimientos y pensamientos como ha hecho él con la mujer a la que ha maltratado.
Plantear la medida de escoltas como lo fetén y necesario quita un lugar preferente a la prevención e implicación ciudadana en la lucha contra la violencia de género. Es verdad que pueden ser compatibles, pero de entrada poner el énfasis en esa protección puede significar no tomar las otras medidas y especialmente no sensibilizar y formar para que la sociedad entienda y vivencie que el aislamiento-rechazo de los maltratadores e implicación de la ciudadanía es lo mejor para combatir a quienes ejercen violencia de género.
También podemos equivocarnos en el trabajo a realizar con la mujer para el empoderamiento y recuperación de su autoestima. Como ya está protegida, no es necesaria la labor lenta pero mucho más eficaz de cuestionar el sistema patriarcal, las relaciones de desigualdad de género en esta sociedad por qué ella las ha aguantado durante ese tiempo. Con lo cual, puede volver a reproducirse la situación en la siguiente relación sentimental.
Por estas razones, creemos que no se debe pedir como medida generalizada. Sí insistir en que el control se haga hacia ellos. Los maltratadores. Con las mujeres, atención integral personalizada, garantías de vida digna, autodefensa y medidas que permitan avanzar hacia la autonomía personal.
No hay comentarios:
Publicar un comentario