miércoles, 24 de noviembre de 2010

Los ladrones de cobre emplean a niños y ancianos como informadores

Las empresas constructoras tienen problemas para asegurar los edificios en obras y son coaccionadas por falsas empresas de seguridad
Las bandas que se dedican al robo de cables de cobre y piezas de metal pagan suculentas comisiones a sus informadores, por lo general niños y ancianos de familias que se encuentran en una situación económica muy precaria. A cambio de facilitar datos sobre las instalaciones y las obras donde pueden realizar un golpe, reciben un porcentaje sobre el botín obtenido. Una práctica ilícita que corroboran algunas de las empresas de seguridad contratadas para vigilar edificios en construcción, estaciones de ferrocarril y sus obras de remodelación.
"Viene un grupo de niños aparentemente inofensivos paseando por las vías y de repente -explica José L.A. agente de seguridad privada destinado eventualmente en una estación de Adif en el Maresme- uno de ellos trepa hasta los cables y los descuelga hasta el suelo". Al día siguiente, prosigue el de seguridad, llegan los adultos y "cargan con todo lo que pueden". El que detallan es sólo uno de los modus operandi que las bandas especializadas emplean para cometer robos de cable de cobre y que los profesionales de la seguridad han podido detectar en sus vigilancias por encargo.

Las mismas fuentes apuntan que "hemos llegado a identificar a ancianos y niños" como sospechosos de pasar información a las bandas "después de verlos en actitud sospechosa en las obras". De estos contactos han obtenido información y han llegado a la conclusión que, dependiendo del botín, por ejemplo como el que lograron en una empresa de Granollers el pasado mes de septiembre con más de seis toneladas de cobre que en el mercado tendrían un valor de 50.000 euros, los informadores podrían haber recibido alrededor de 2.000 euros de comisión al fructificar el robo "sólo por dar detalles".

El porcentaje de la comisión varía según la nacionalidad de los ladrones. "Los rumanos, son bandas internacionales más organizadas y pagan mejor" e incluso se permiten esperar a vender el producto del robo según la cotización que adquiera en el mercado internacional y lo envían al extranjero, preferentemente a China, el gran consumidor mundial de cobre. Por su parte, detallan que "Los magrebís actúan solos, van por parejas como mucho y sólo emplean colaboradores de su nacionalidad" sostienen los vigilantes jurados que aseguran "estos venden el cobre a los chatarreros".

Las hipótesis surgidas desde alguna de las empresas de seguridad referentes a la utilización de personas en riesgo de exclusión social como cooperantes necesarios en los robos, no son corroboradas por los Mossos d"Esquadra, que en cambio sí admiten haber detenido a menores en alguna de las redadas contra estas bandas, aunque niegan que su función en la estructura del grupo fuera la de informante.

Coacciones de falsas empresas de seguridad
Sólo en el Maresme cada día se detectan unos cuatro robos en obras y el valor del material robado oscila entre los 500 y 3.000 euros "únicamente en lo que se refiere al material sustraído" apunta en un comunicado el Gremi de Constructors i Promotors d"Obres del Maresme. El cobre, las líneas eléctricas y la pequeña maquinaria son las piezas preferidas por los amantes de lo ajeno que colocan en una situación límite a los promotores, que a su vez aseguran haber puesto la problemática en conocimiento de los Mossos d"Esquadra en varias ocasiones pero "sin haber obtenido éxito alguno en la erradicación de estas prácticas".

A esta situación, según las mismas fuentes, se suma el hecho que las compañías de seguros se niegan a asegurar los edificios mientras estos estén en obras. Por ello, constructores y promotores admiten que se han visto obligados a incrementar sus gastos en la contratación de empresas de seguridad, que en ocasiones son "pseudo empresas de seguridad que hacen intrusismo y coaccionan a los promotores para ser contratadas" de no hacerlo, el incremento de robos y sabotajes puede ser espectacular.

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