José Manuel Sequeira, el vigilante de obras que el domingo por la noche apareció asesinado en la barraca del solar que vigilaba en Les Corts, trabajaba desde hacía meses para una de las mafias de gitanos que controlan la seguridad de las obras, según explicaron ayer fuentes de su entorno. A las puertas de ese solar no había ningún cartel con la bandera gitana porque la obra hacía tiempo que estaba parada, el solar vacío, y solo quedaba el barracón para que la víctima pudiera dormir.
El hombre hacía mucho tiempo que ni cobraba. Nacido en Portugal, casado, y con una hija, llegó a Barcelona hace cuatro años. En Sant Adrià de Besòs conoció a Antonio Fernández, otro vigilante de obras, que se compadeció del hombre y lo acogió en su casa de Sant Cosme, en El Prat de Llobregat. Desde entonces, se había convertido en su hermano. Y el domingo le tocó descubrir su cadáver en el barracón. «Me llamaron el domingo para que me acercara al solar a echar un vistazo. Al llegar a la caseta le encontré en la cama. Ni se enteró. El que lo mató estaba loco».
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