Los propietarios contratan a guardas y forman grupos de autoprotección para vigilar sus cultivos
Los agricultores están hartos de soportar el robo de sus cosechas y el material necesario para el mantenimiento de las explotaciones y han empezado a 'armarse' (dicho en sentido metafórico). La necesidad manda y los productores han empezado a recurrir a vigilantes y guardas, además de formar partidas de autodefensa, que se turnan para vigilar lo que tanto esfuerzo les ha costado producir a lo largo del año.
En la Axarquía ya han aparecido los primeros grupos que hacen rondas para controlar, sobre todo, los caminos que conducen a las fincas de subtropicales, según confirma el secretario general de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA), José Gámez. «Se han producido robos tremendos, tanto de productos como del material de riego. Los productores se están planteando la necesidad de vigilar ellos mismos sus explotaciones, por las noches, con linternas, especialmente ahora, en plena campaña», relata con desolación.
«Si les roban lo que han producido no pueden subsistir», denuncia, y recuerda que los ladrones ya han arrasado varias fincas. Asegura que la mayoría son pequeños productores que no tienen recursos para montar sistemas de videovigilancia, aunque estos sí se están generalizando en las fincas de recreo, donde también es cada vez más habitual contar con un guardés.
Colaboración con los cotos
Carlos Blázquez, secretario general de la Asociación de Jóvenes Agricultores (ASAJA) de Málaga, cuenta que la situación ha llegado a tal extremo que las cooperativas olivareras, que están pendientes de comenzar en breve la campaña de recolección, están llegando a acuerdos con los guardas de los cotos de caza cercanos para extender su protección. «Con el apoyo económico de las cooperativas y de los ayuntamientos se amplía la plantilla de vigilantes. Compartimos gastos y sinergias, porque el coste de una empresa de seguridad es inasumible. No es el 100% de efectividad pero por lo menos los mandas para otro lado».
A su juicio, esta es, junto con el aumento de la vigilancia de las fuerzas de seguridad, la única medida posible: «En cultivos extensivos no funcionan las cámaras, solo en invernaderos. Y el vallado no sirve, lo cortan sobre la marcha, son inversiones grandes y totalmente vulnerables. ¡Si roban transformadores eléctricos de alta tensión!», exclama.
«La situación es lamentable, la gente está desesperada», afirma el responsable de ASAJA, quien pide que se intensifique la vigilancia en los mercadillos, que el destino de muchos de los productos sustraídos, en especial subtropicales, cítricos y castañas. «Estamos teniendo reuniones con los ayuntamientos, tanto de Málaga capital como la Axarquía y el Valle del Guadalhorce. La policía local está respondiendo y ya se han intervenido 180 kilos de chirimoya en Vélez-Málaga, 300 kilos de castaña en Ronda y 50 kilos de naranjas en Cártama». Al tiempo, avanza que la asociación va a emprender una campaña para evitar que la gente consuma productos sin garantías. «Pueden encontrarse con tomates robados que se han tratado con pesticidas la noche antes y no se pueden comer».
A pesar de todos los esfuerzos, Blázquez es pesimista y considera que la campaña de recogida de aceituna para el molino, que empezará en pocos días, traerá consigo un repunte de los asaltos. «Esta situación es insostenible», se lamenta.
En este punto, José Gámez señala a empresarios sin escrúpulos que compran los productos robados y miran para otro lado. «Cuando se roban 7.000 kilos de aceitunas se venden a cooperativas, e intermediarios que las compran para un industrial», asegura.
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