miércoles, 15 de julio de 2009

Un año tras la pista del atracador asesino



La Guardia Civil sigue investigando quién huyó con 100.000 euros tras matar a un vigilante y dejar gravemente herido a otro
Hoy se cumple un año del asesinato de Jerónimo Luna, el vigilante de seguridad que fue tiroteado por un atracador cuando transportaba dos sacas con 100.000 euros desde una entidad bancaria en El Viso del Alcor. Desde entonces nada más se ha sabido. Ni siquiera si fueron uno o dos los autores de este atraco mortal. Sólo se tiene certeza de que se trataba de un plan muy estudiado y que el atracador huyó en moto con el dinero. Llevaba una cazadora negra con dibujos amarillos. Poco más. El suceso provocó que los vigilantes pidieran a las administraciones más medidas de seguridad para desempeñar este tipo de labores.

Los hechos ocurrieron en la mañana del 15 de julio de 2008. A las 10:40 el furgón blindado donde viajaban Jerónimo Luna, Diego Castillo (que resultó herido) y un tercer compañero que ejercía de conductor quedó aparcado en la calle Corredera de El Viso del Alcor, una vía paralela a la Calle Real, en cuyo número 45 se encuentra la sede del Banco Santander, donde tenían que recoger el dinero. Esta calle es de sentido único y existen pocos aparcamientos, de ahí que dejaran el furgon en las inmediaciones.

La distancia que tenían que recorrer era de 140 metros, un camino que para el sindicato profesional de vigilantes (SPV) superaba el umbral de riesgo, establecido en 100 metros. No obstante, el reglamento de seguridad privada no recoge ninguna distancia límite al respecto.

En el furgón permaneció el conductor, mientras que Jerónimo y Diego cruzaron el mercado de abastos para llegar a la Calle Real y de ahí al Banco Santander. Los placeros recordaron que era frecuente el uso del mercado como pasillo, por lo que se arriesgaba no sólo la vida de los vigilantes privados, sino también la de los mercaderes y clientes. Una vez en la sucursal bancaria recogieron los 100.000 euros y los metieron en dos sacas. Iniciaban el regreso cuando su camino se vio truncado a las puertas del mercado. En la rampa de acceso el atracador, que tenía cubierto el rostro con un casco, disparó a bocajarro. Jerónimo recibió un disparo mortal en el abdomen, mientras que a Diego le alcanzaron cinco balas que no dañaron ningún órgano vital. La muerte de Jerónimo se confirmaba poco tiempo después en el Hospital de Valme, adonde tuvo que ser trasladado en helicóptero. Su compañero corrió mejor suerte y logró sobrevivir. Un año después se recupera de las heridas que le causaron las balas.

El atracador logró huir en una motocicleta de gran cilindrada. Hubo quien aseguró que en ella viajaban dos personas. Lo único en lo que coincidieron los testigos fue en la descripción física y en la ropa que portaba en esos momentos: hombre de estatura baja con cazadora negra estampada en la espalda con dibujos amarillos. Nada más se supo, pese a que la Guardia Civil activó un dispositivo para controlar las salidas y entradas del municipio. A día de hoy continúa la investigación. Se siguen varias pesquisas que el instituto armado no quiere que salgan a la luz. Lo que está claro es que el autor del atraco estudió previamente el trayecto que realizaban los agentes y sabía cuándo tenía que apoderarse de las sacas. Es lo que se conoce en el argot criminal como un "atracador profesional", que, según fuentes de la Guardia Civil, no era la primera vez que cometía este tipo de delitos.

La muerte de Jerónimo Luna provocó que el comité de empresa de traslado de fondos de Prosegur, compañía en la que trabajaba, exigiera al Ministerio de Interior que a los furgones blindados se les otorgara la calidad de servicios de emergencia, de manera que puedan aparcar en doble fila sin ser multados.

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