Más de 1,80 metros de altura, músculos en casi todas las partes del cuerpo y rostro serio. Esa es la imagen que cualquier persona se encuentra en la mayoría de locales de copas y ocio nocturno. Desde la Apeht explica que se trata de «controladores» y defienden que en la mayoría de casos son personas preparadas, «en muchas ocasiones gente que tiene este trabajo para complementar otro que hace durante el día». Además, sostienen, como explica Alfonso Gómez, que su labor en las puertas es la de evitar que se produzcan altercados. En esa misma línea, este empresario explica: «Nosotros tampoco tenemos ninguna garantía, pero exigimos que hablen bien castellano, que sea una persona educada y con cierta formación en el trato con otra gente». Condiciones circunstanciales e insuficientes según denuncian desde los sindicatos. De hecho, el representante provincial de CC OO en esta materia asegura: «Son personas en su mayoría sin formación, fuertes para imponer temor y que en ocasiones llegan a ejercer la fuerza». Una explicación que completa asegurando que «no son personas formadas para ese trabajo». Lo que genera problemas, según explica.
Sin embargo, desde Apeht reconocen que «los vigilantes de seguridad se usan más para otro tipo de puestos, como joyerías o supermercados».
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