lunes, 13 de septiembre de 2010

Euskadi, aún en guardia

El fracaso de las anteriores treguas de ETA justifica sobradamente el escepticismo con que se ha acogido en Euskadi, al igual que en el resto de España, el anuncio de la banda de «no llevar a cabo acciones armadas ofensivas». Aunque es un dato positivo que un grupo terrorista deje de matar, la experiencia demuestra que ETA, pese a estar acorralada social, política, policial y judicialmente, ha puesto fin a los altos el fuego cuando le ha convenido, es decir, cuando se ha sentido con fuerza para volver a desafiar abiertamente al Estado democrático.
Como los vascos son quienes sufren más directamente a la banda, no es de extrañar que sean también los más cautos. Por la misma razón, parece indispensable que se mantengan plenamente activados los planes de protección de quienes están amenazados por ETA o pueden ser su objetivo. Casi 1.500 personas de Euskadi y Navarra cuentan con servicio de escolta, en el 90% de los casos a cargo de seguridad privada financiada por el erario. El coste es alto (100 millones de euros en el 2009, y notablemente más este año), pero el alivio psicológico por la nueva tregua no puede llevar a bajar la guardia. No solo porque la credibilidad de ETA es muy escasa, sino porque muchos cargos públicos no aberzales siguen sufriendo la agresiva presión del entorno radical.
Si el objetivo político del movimiento de ficha de ETA es que Batasuna pueda participar en las municipales de mayo próximo, la respuesta de los demócratas, una semana después del alto el fuego, es la misma: que antes los terroristas dejen las armas para siempre.

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