bilbao. El anuncio de las fragatas españolas en el Índico alertando sobre el repunte de ataques piratas ha venido precedido del pronóstico del Parlamento europeo de que "con toda probabilidad" la piratería seguirá constituyendo una amenaza grave en los próximos años. Un año después del secuestro del Alakrana, la situación actual que se respira en el Índico pasa por un clima de incertidumbre y un sin fin de preguntas a las que la llegada de personal de seguridad privada no ha podido dar respuesta. Así lo considera uno de los arrantzales que hace dos semanas regresó de su campaña en el Índico y que, al igual los tripulantes vascos del Alakrana, ha decidido hacer del silencio y del anonimato su mejor arma para olvidar y no mirar hacia atrás. "Quien ha estado allí a bordo de un barco sabe lo que pasa realmente, es verdad que llevar seguridad a bordo ayuda, pero desde luego que la solución no pasa por ahí", confiesa.
Tras finalizar la época de los monzones, el regreso de la flota atunera vasca al Índico viene marcado por el plan estrella del Gobierno español de que los pesqueros adapten cámaras aisladas que permitan a la tripulación encerrarse ante un ataque y dar tiempo a buques de la operación Atalanta a llegar para evitar el secuestro. "Eso es una tontería", explica el arrantzale. "Eso te puede servir si las fragatas están a pocas millas, pero si van a tardar día y medio o dos días en llegar, ¿qué vamos hacer? ¿Quedarnos encerrados en un cuartucho?, yo desde luego que no", asegura.
Otro de los asuntos que está llamado a marcar la actualidad de esta nueva campaña en el Índico son las armas de guerra que el Gobierno español prometió como fórmula "para que no se vuelvan a producir situaciones como la del Alakrana". Sin embargo, tal y como han denunciado varias empresas de seguridad, la llegada de las ametralladoras pesadas Browning de 12,7 milímetros que estaban llamadas a acabar con la piratería están siendo sustituidas por armas de menor alcance como las ametralladoras medias MG de 7,62 milímetros. Lo mismo sucede, según han denunciado las empresas, con los chalecos antifragmento - que no protegen de las balas- o con las deficiencias que se han encontrado en los teléfonos satélite que les proporcionaron a cada equipo de seguridad.
responsabilidad legal Pese a esta situación, el día a día que deberán afrontar en esta campaña los arrantzales de los 13 atuneros vascos que navegan actualmente en aguas del Índico, también se centra en cuestiones de ámbito legal que hasta la fecha, nadie ha alcanzado a dar respuesta. Una de estas cuestiones es, por ejemplo, sobre quién recaería la responsabilidad en el hipotético caso de que un vigilante de seguridad privada hiriese de muerte a un pirata. En el caso de los atuneros franceses no hay lugar a ningún tipo de duda. El Estado galo responde personalmente y se hace cargo del ataque. Sin embargo, en el caso de que la seguridad privada de un atunero vasco repela a tiros, una vez más, un ataque pirata, con el consiguiente fallecimiento de uno de ellos, el Estado quedaría exento de cualquier tipo de responsabilidad civil o penal, por lo que, la empresa armadora o la de seguridad privada pasarían a responder por el ataque. Claro que, tal y como afirma el abogado Juanjo Álvarez, "teóricamente" podría darse la "remota" posibilidad de que el capitán del atunero también tenga que responder jurídicamente ante el ataque, ya que, los vigilantes de seguridad no responden al fuego de los piratas a menos que el capitán dé su visto bueno.
Así las cosas, nada hace pensar que la reanudación de la actividad en las costas de Somalia venga precedida de una disminución en la actividad de los piratas. Mientras el Gobierno español sigue apostando por la seguridad privada en las embarcaciones, los arrantzales apuestan por incrementar los controles de vigilancia en los principales puntos de acceso de la costa Somalí. "Si se hiciera de este modo el problema de la piratería se acabaría en una tarde", asegura el arrantzale bermeano.
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