miércoles, 19 de noviembre de 2008

Cámaras y alarmas para intentar frenar la escalada Las cámaras de videovigilancia y las alarmas se han extendido desde los bancos hasta los hospitales



Las cámaras de videovigilancia y las alarmas se han extendido desde los bancos hasta los hospitales. La espiral de violencia contra el personal sanitario que se ha desatado en los últimos años tanto en los centros hospitalarios como en los de atención primaria de la provincia ha obligado a tomar medidas al Servicio Andaluz de Salud para intentar frenar las agresiones.
Los distintos distritos sanitarios están implantando sus propias medidas de seguridad, que incluyen la instalación de videocámaras y de botones de alarma, llamados también antipánico. En la capital, el primer centro de salud en reforzar su seguridad fue el de La Palma-Palmilla, al que se han sumado después los de Puerto de la Torre, Miraflores, Carlinda y Ciudad Jardín, además del consultorio de La Virreina. La intención del Servicio Andaluz de Salud (SAS) es extenderlo paulatinamente al resto de ambulatorios de la ciudad atendiendo a criterios como la frecuencia de casos de agresiones o la vulnerabilidad del propio edificio ante posibles robos.
Y también en la provincia. Es el caso del Distrito Sanitario Costa del Sol, donde se ha desarrollado un plan de seguridad que se está aplicando en los seis dispositivos de cuidados críticos y urgencias de la Costa (Estepona, Marbella, San Pedro Alcántara, Las Lagunas, Arroyo de la Miel y Torremolinos). De este modo, cada punto de urgencias cuenta con dos cámaras que cubren la recepción, la sala de espera y los espacios comunes, además de un botón antipánico, que el personal puede pulsar en el momento en que detecte alguna incidencia. Ambas herramientas están conectadas a una central de alarmas, a los responsables de los centros, y a las fuerzas y cuerpos de seguridad.
Los hospitales Clínico, Carlos Haya, Materno, Civil y Costa del Sol han optado por instalar alarmas en las consultas que permiten a los trabajadores alertar al departamento de seguridad ante una agresión o riesgo inminente. Los cincuenta botones antipánico están conectados a una pantalla situada en la sala de recepción de Urgencias, que está controlada permanentemente por uno de los 29 vigilantes que trabajan en el Clínico. El mecanismo es sencillo. Si algún sanitario pulsa el timbre, se enciende una luz en el monitor que indica al guarda de seguridad el lugar exacto donde se está produciendo una situación de riesgo.
El complejo Carlos Haya también ha empezado a colocar estos timbres en todos sus centros, en la unidad de agudos de salud mental del Hospital Civil y en el Materno, en cada una de las consultas de pediatría.

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