Tres años después de que un escolta de un concejal del PP y un vigilante se enfrentaran a tiros en una estación de tren de Bilbao, el caso está listo para ser juzgado. La Fiscalía solicita seis años de cárcel para el guardaespaldas C.A.J.M., de 34 años y origen dominicano, y una multa para el empleado de seguridad C.C.P., de 40 años y nacido en Huelva. En sus calificaciones provisionales, a las que ha tenido acceso este periódico, el Ministerio público acusa al escolta privado de dos delitos de lesiones por haber herido de bala a su colega y a un transeúnte, un hombre de origen africano, y de uno de daños al empleado de seguridad, que también disparó pero alcanzó a la cristalera de una bocatería.
Además, según la petición de la Fiscalía, el guardaespaldas debería indemnizar al vigilante con 21.130 euros y al viajero que recibió un balazo en un brazo cuando pasaba junto al andén, con 1.950 euros. También solicitan que abone 284 euros a su protegido, un concejal popular de una localidad vizcaína, por un maletín que resultó dañado en el tiroteo. Por su parte, al vigilante le reclaman desde el restaurante Bocatta 2.207 euros por los desperfectos que causó su acción en el establecimiento. Las empresas de seguridad para las que trabajaban ambos serán responsables civiles subsidiarias en el caso de ser condenados.
«Quebranto físico»
El suceso se produjo alrededor de las dos menos cuarto del 28 de agosto de hace tres años en la estación de Renfe, ubicada en la calle Hurtado de Amezaga de la capital vizcaína. A esa hora, los andenes y el resto de las instalaciones ferroviarias estaban repletas de gente. El escolta se encontraba con un compañero asomado a la barandilla del primer piso mientras el concejal al que custodiaban, que partía de viaje, esperaba la hora de salida del tren tomando un refresco. La Fiscalía no aclara el origen de la trifulca, tan sólo menciona en su relato de hechos que «se inició entre ellos una discusión». Ambos -continúa- desenfundaron sus armas reglamentarias: una pistola semiautomática HK el escolta y un revólver Llama Comanche el vigilante, y se encañonaron «con la intención de causarse un quebranto físico». Finalmente, señala el escrito provisional de la Fiscalía, ambos acusados se dispararon. C.A.J.M. causó lesiones a C.C.P. y a un pasajero. A su vez, el vigilante «intentó alcanzar» al escolta, pero «no lo logró» y el disparo impactó en el cristal de Bocatta.
El vigilante sufrió heridas de bala en el hombro y en el muslo izquierdo de las que tardó en curar 232 días, siete de ellos hospitalizado. También padeció un síndrome ansioso-depresivo. El viajero recibió un balazo en un brazo. El hospital de Basurto se presenta también en el proceso para reclamar una factura de 1.700 euros.
Por su parte, la defensa del vigilante considera que el único culpable del tiroteo es el escolta y le acusa incluso de los daños causados en la bocatería por su cliente. Según su versión, el guardaespaldas «comenzó a reírse del vigilante y a increparle», motivo por el que éste subió a hablar con él. La representación letrada de C.C.P. sostiene que el escolta fue el primero en desenfundar su arma y su defendido, «con el fin de velar por la seguridad de la zona y la suya propia», se dirigió de nuevo a él para «que depusiera su actitud». Realizó cinco disparos y el vigilante, alcanzado por algunos, cayó herido al suelo, momento en que «de forma fortuita e involuntaria se pudo disparar su arma». El tiro siguió una trayectoria elevada e impactó en la parte superior de la fachada de la bocatería. Según su defensa, C.C.P. «no fue consciente de haber efectuado el disparo».
Esta parte pide para el escolta seis años de cárcel por los dos delitos de lesiones, y una multa de diez meses a razón de 12 euros diarios. Reclama indemnizaciones para su cliente de 14.600 euros por las lesiones, 16.000 por las secuelas y 6.000 por el daño moral, y presenta como prueba la grabación de la secuencia realizada por el sistema de videovigilancia de la estación.
En sus calificaciones, la defensa del escolta sostiene que ambos se conocían de antes y que el vigilante entendió que se estaba riendo de él. El guardaespaldas enfundó su pistola mientras que el empleado de seguridad la ocultaba en la parte posterior de su pierna. «Ante la evidente actitud del otro de dispararle», volvió a sacar el arma y «ambos» apretaron el gatillo. Solicita para C.C.P. dos años de cárcel por un delito de lesiones con instrumento peligroso en grado de tentativa y una multa.
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