sábado, 22 de octubre de 2011

«Aquí existen mil marcos incomparables»

Mikel Berezibar El vigilante, las tablas de surf y Miss Vicky

Mikel expuso su obra pictórica en Nueva York antes de que aquí alguien se fijara en ella. Tuvo estudio propio. Y fundó una galería, MKM, que se le vino abajo. Hoy, vigilante de seguridad del Victoria Eugenia, vende sus cuadros, que reproducen un Donosti incomparable dentro del marco incomparable, en Ayestaran Vintage. Conocido entre los surfers como gran pintor de tablas para marcas tal que Surf Odissey y Daniel Longboard, participó en el primer festival Rompeolas con una aventura que mezclaba danza, pintura y música, música hebrea. Se representó en el Victoria Eugenia porque, entre otros, el director del Jazzaldia se empeñó a tope. Mikel, que vive en el Alto de Miracruz, es un gran aerógrafo, pinta zapatillas y de chico jugó en el equipo de rugby del Atlético San Sebastián.
– ¿Qué tal está Vicky?
– ¿La conoces?
– Me gustaría.
– Es muy suya.
– Lo sé. ¿Tú la has visto?
– No te diré ni que sí ni que no. Me imagino, y así se lo comento a mis compañeros del teatro, que cuando hago la ronda nocturna del Victoria Eugenia ella viene conmigo. La siento pero manifestarse, no se manifiesta demasiado.
– Es fantasma femenino,¿verdad?
– Quienes la han visto en los palcos o abriendo puertas y corriendo los cortinajes de terciopelo eso dicen. Por eso la llamamos ‘Vicky’, Vicky de Victoria... Eugenia.
– En las pelis y en las series se suele ver que el vigilante hace ronda de noche con los cascos puestos, oyendo música pero tú...
– Yo no.
– Mejor, porque así nunca oyen que el monstruo se les acerca.
– Yo lo hago porque me gusta ‘oír’ al teatro. Cómo respira, los latidos de la madera, las máquinas en stand by. El Victoria Eugenia suena muy bien de noche. Vivo y para nada inmóvil. Y hago la ronda alumbrado por las luces de la ciudad que penetran hasta el interior de las salas.
– Dentro de poco, una obra tuya aparecerá en su pantalla.
– La Semana de Terror no tenía careta (la puñetera crisis...) y yo me ofrecí para diseñar una muy sencillita jugando con el cartel y animando esas arañas negras que son el símbolo de tantos días de miedo y cine.
– Dejemos las arañas. Hablemos de... vírgenes. Pintaste a la de Guadalupe ¡en una tabla de surf!
– Para un surfer parisino que pasó mucho tiempo en México y se hizo devoto de la Guadalupana.
– Seguro que fue un trabajo apasionante y... delicadísimo.
– Las tablas suelen tener motivos de decoración geométricos porque la mayoría de los artistas trabajan a/y con pistola y esa herramienta no permite tanto el detalle, la meticulosidad. Cada vez hay menos artistas del aerógrafo pero sigue siendo un instrumento soberbio y de alta precisión. Pero sí, el de la señora de Guadalupe, con su manto, sus flores, su Niño Jesús...
– Con sus atributos de dominadora de serpientes...
– Resultó un encargo magnífico pero lo que has dicho, muy delicado porque entre otras, la base, el corazón de la tabla, es de un material muy parecido al moco de ballena, un foam, una espuma de poliuretano y en cuanto haces fuerza sobre él, queda la marca, la huella.
– No es posible que cada vez que el mar golpea una tabla la melle.
– Noooo. Las tablas luego se refuerzan con resinas, madera, epoxi. Muchos artistas, yo también, trabajan cuando la tabla ya está acabada y no en su médula. Así puedes realizar otros juegos gráficos. Solo es el esqueleto de la tabla lo que resulta suave y mullido.
–Saltemos a otra de tus historias. los cuadros que tienes expuestos y a la venta en 31 de Agosto son muy donostiarras pero sin la isla ni Urgull; sin barandilla.
– O vistos desde ángulos distintos, con encuadres diferentes. En esta ciudad donde siempre se cita el marco incomparable, a mí me parece que hay mil txokos igual de incomparables. Solo tienes que descubrirlos.¿Qué ves si miras el Muelle desde el espigón de la Cruz Roja y pintas una barca solitaria?
– ¿Y ese cuadro de selvática vegetación? Eso no es Donosti. O sí porque hay... hortensias.
– Es Ulia. Había regresado de un viaje por Venezuela y me fascinó encontrar al lado de casa, en nuestro monte, la misma exhuberancia vegetal, frondosa, impactante.Es como cuando miras desde mi casa en el Alto de Miracruz y descubres cielos y tejados que te recuerdan un cuadro surreal de Magritte.
– Cuéntame lo de esos lienzos tuyos rescatados de la basura...
– Había cerrado mi estudio y tuve que tirar algunas obras que, mal almacenadas, se habían estropeado. Al tiempo los vi en venta en el Bule. Me hizo ilusión que alguien las hubiera rescatado, guardado y considerado vendibles.
Fuente: diariovasco.com

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