viernes, 15 de enero de 2010

En bolas



Ahora va y resulta que Blanco ve inevitable la colocación en los aeropuertos españoles de los polémicos escáneres corporales. Pues qué quieren que les diga. Después de que a una le hagan quitarse los zapatos, el cinturón, vaciarse los bolsillos, facturar el neceser, pasar por incontables controles de seguridad, y, una vez se pisa suelo americano, la fotografíen agotada y le tomen las huellas como a una criminal casi prefiere ahorrar tiempo desnudándose metafóricamente y pasando por un escáner. Claro que a regañadientes. Es como elegir susto o muerte. Pues susto. Sólo faltaba que, en aras de la seguridad, en breve se implantara un tacto rectal aleatorio para buscar explosivos líquidos. O gaseosos. ¿Exagerada? Todo se andará. Y lo aceptaremos sin decir ni mú. En plan muy concienciados y muy europeos. Si es mejor para todos, nos diremos…
Pero en esta carrera enloquecida hacia la seguridad nos hemos americanizado, pisocotizado en la lucha contra el otro. Ahora vemos bien el blindarnos desnudándonos al mismo tiempo. Pero… ¿Quién estará autorizado a ver esas imágenes? ¿Se les prohibirá a esos educados vigilantes los sueños húmedos para preservar la honorabilidad del escaneado? ¿Es sólo a ella o le parece que hemos sacrificado a sabiendas nuestra maltrecha dignidad? No porque un extraño vea si tenemos o no las brasileñas hechas sino porque las lolas se descuelgan y las carnes ya no están prietas. Que una ganará mucho en seguridad, no lo discute, pero en bolas, en bolas, ella se queda en .

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