El enfermo, que estaba ingresado en el Clínico, bloqueó la cerradura y obstruyó la puerta con su cama porque pretendía pasar allí el fin de semana
Hospital Clínico, quinta planta. Habitación 534. Un paciente recibe el alta médica después de varios días ingresado. Lo que para cualquier persona sería una buena noticia se convierte para él en un auténtico revés. No quiere irse. Se niega. Insiste en que no va a marcharse y se atrinchera. La policía tiene que avisar a los bomberos para sacarlo. Acaba en comisaría con los grilletes puestos.
Todo comenzó ayer a mediodía, cuando el médico acudió a visitar a uno de los enfermos de la planta, un hombre de 51 años, malagueño y vecino de Alhaurín el Grande. Tras revisar cómo iba la curación de su operación -llevaba días ingresado tras una intervención quirúrgica-, el facultativo decidió que ya estaba listo para recibir el alta. El paciente no estaba de acuerdo, y así se lo hizo saber al médico. «Ya veremos si me voy o no me voy», dicen que le contestó.
Poco después, la enfermera se pasó por su habitación para entregarle el documento del alta médica y para que recogiera sus pertenencias. El usuario se negó en redondo. Le dijo que no pensaba marcharse y que pretendía pasar allí el fin de semana, porque, afirmaba, aún estaba «malo».
Ante la negativa del médico, el hombre se atrincheró en la habitación individual que ocupaba. Movió la cama y la colocó en la puerta para bloquear la entrada. El personal sanitario empezó a desfilar por la planta para intentar convencerlo de que abriera. También los vigilantes de seguridad, que fueron avisados por los enfermeros. Ninguno de ellos lo consiguió. El encierro iba en serio.
Carácter violento
El paciente reaccionó de forma airada. Según fuentes del hospital, se mostró violento y empezó a insultar y a amenazar a los enfermeros y médicos que intentaban conversar con él al otro lado de la puerta. Al ver el cariz que tomaba el asunto, empezaron a temer que el hombre atentara contra sí mismo o contra los demás, así que decidieron llamar a la policía.
Una patrulla de la Brigada de Seguridad Ciudadana acudió inmediatamente al hospital. Los agentes intentaron negociar con él. Pero el sujeto se había enrocado y decía que no iba a salir hasta que el médico no le dijera que se podía quedar allí todo el fin de semana, según fuentes cercanas al caso.
Los policías no consiguieron nada por la vía del diálogo y decidieron intentar abrir la puerta, que estaba bloqueada por dentro. Todos sus intentos fueron en vano, así que llamaron a los bomberos. Un retén acudió al hospital. Los especialistas lograron desmontar la cerradura y franquear la entrada, tras casi una hora de encierro.
El paciente había interpuesto una cama y se negaba a entregarse. Las fuentes explicaron que tenía unas tijeras en la mano y el soporte del gotero en la otra, y que supuestamente empezó a amenazar a los presentes con agredirlos si se acercaban. Los policías buscaron la manera de abordarlo para reducirlo.
Calmantes
Los médicos tuvieron que administrarle calmantes, ya que seguía mostrándose muy agresivo y violento. Le hicieron un reconocimiento por si se le había abierto algún punto de sutura de la operación. Verificaron que estaba bien y los agentes se lo llevaron detenido a comisaría, donde, según las fuentes, siguió insultándolos.
Al identificarlo, comprobaron que tenía múltiples reseñas policiales. En el hospital también lo habían atendido anteriormente por problemas relacionados con la drogadicción, aunque no le constan antecedentes psiquiátricos.
Los agentes le leyeron los derechos por cuatro presuntos delitos: atentado, amenazas, coacciones y allanamiento. No se salió con la suya. Acabó la mañana en los calabozos.
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