Todo apunta a los individuos que ya intentaron apoderarse de un cajero automático en la unidad del Ejército en 2008. ABC reconstruye el robo
La Guardia Civil sigue la pista de entre dos y tres exmilitares como autores del robo de veinte fusiles de asalto y diez pistolas en la Base General Menacho de Bótoa (Badajoz), ocurrido el 28 de febrero. Los investigadores trabajan con la hipótesis de que han estado destinados, o continúan estándolo, en esas dependencias, que se relacionan con un grupo de delincuencia organizada —e incluso que alguno forma parte de él— y, como se barajó desde el principio, conocen al detalle las instalaciones del acuartelamiento y sus medidas de seguridad, que burlaron ningún problema. Existen asimismo indicios de la unidad en la que han podido estar destinados por el conocimiento del manejo de ciertos vehículos militares que se les presupone. Pasado un mes desde el asalto, todo apunta a los individuos que ya intentaron apoderarse de un cajero automático de la base en abril de 2008 o a personas relacionadas con ellos, según fuentes de la investigación. El jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), Fulgencio Coll, ordenó días después el arresto de cuatro militares que estaban de guardia esa noche y el relevo del resto de la guardia. No era el primer robo ni el segundo.
demás de la tentativa del cajero, en los últimos meses se han producido sustracciones de ordenadores, baterías y llantas de vehículos, así como diverso material sin que se haya encontrado a los responsables. Pero además entre los dos asaltos existen algo más que coincidencias, según datos a los que ha tenido acceso ABC.
La noche del 31 de marzo al 1 de abril de 2008, tres individuos, tal y como grabaron las cámaras de vigilancia, se apoderaron de un vehículo blindado tipo oruga que estaba estacionado en los talleres del Regimiento de Carros del cuartel; forzaron la oficina donde estaba el cajero automático del BBVA y lo arrancaron de cuajo. Cuando ya lo habían colocado en el oruga, llegaron varios agentes de la base y los sorprendieron «in fraganti», pero los ladrones lograron escapar ocultándose en los barracones y dormitorios de la Primera Compañía de Carros del Regimiento Castilla 16. Los investigadores señalan que hubiera sido casi imposible que se escondieran en ese lugar sin conocer las dependencias.
La Unidad de Policía Judicial de la Comandancia de Bajadoz trabaja pues con esa primera hipótesis de que fueron dos o tres soldados de la citada Compañía quienes ayudaron a exmilitares vinculados a la base Menacho, sede de la Brigada Mecanizada de Infantería Extremadura XI del Ejército de Tierra, a perpetrar el audaz asalto. Entonces se hallaron numerosos indicios pero hasta la fecha no se ha logrado detenerlos.
La noche del 27 al 28 de febrero pasado entre las 22.30 y las 00.30 se repitió la arriesgada maniobra. Los ladrones (entre dos y tres) entraron por la puerta «Matamoros» que da acceso a la finca exterior de la base y está situada en el punto kilómetrico 69,700 de la carretera EX100 (Badajoz-Cáceres). Allí destrozaron un candado de tipo «pitón» con una cizalla o un objeto similar. Desde la carretera, tomaron un camino de tierra hasta la primera valla perimetral, donde rompieron la alambrada. A las 22:30 horas se activó la alarma del perímetro exterior, pero los militares que estaban de guardia no detectaron nada anómalo.
Los delincuentes accedieron a continuación a la segunda valla perimetral metálica, la cortaron e hicieron un hueco para pasar. A las 22.51 se activó la alarma en el lugar que coincide con el de la primera valla y donde luego los cacos abandonarían el todoterreno militar en el que transportaron las armas desde el armero hasta el punto inicial en el que el alambre fue cortado.
Tan seguros estaban de su golpe que utilizaron un coche particular desde la puerta «Matamoros» hasta la valla que abraza el recinto y allí lo dejaron semiescondido en una encina, a 70 metros del perímetro. Tras descubrirse el asalto, los investigadores encontraron en esa zona triángulos de señalización, una garrafa, chanclas y bolsas; es decir, los objetos que sacaron del maletero para guardar las armas en su lugar. Asimismo se detectaron huellas y rodaduras de un vehículo.
Una vez en el interior, los asaltantes intentaron forzar varios todoterreno «Aníbal» haciéndoles un puente. Les costó unos cuantos intentos hasta que consiguieron arrancar uno, que luego dejaron abandonado, como se ha dicho.
Se llevaron el uniforme
Pertrechados tan solo con una cizalla y una llave grifa, se emplearon con habilidad y rompieron todo lo que se les puso por delante: un candado, las vallas metálicas, el bombín de la puerta del armero de la Primera Compañía de Carros (de donde se llevaron las armas). En este lugar inutilizaron la alarma sonora; había otra volumétrica que se activó varias veces entre las 00:07 y las 00:09 horas. El robo se cometió a las doce. A esa hora se produce el arriado de la bandera y la formación de la guardia, una circunstancia que los cacos conocían y aprovecharon para «trabajar».
Otro detalle que revela su buena información es que subieron hasta la tercera planta de esa Compañía, donde está la taquilla del sargento encargado del armero. La abrieron y robaron su uniforme, se cree que en busca de los códigos de seguridad de apertura de ese armero.
No las encontraron, aunque ese contratiempo no les arredró. Forzaron el armero que guardaba los 20 fusiles de asalto HK G-36 y que estaba bloqueado con cuatro candados y desencajaron el de las diez pistolas Llama M82, atornillado a la pared. Minutos después se dio orden de cerrar la base y los accesos de la provincia, pero ya no había ni rastro de los delincuentes.
Una de las principales preocupaciones de la Guardia Civil es que las armas puedan llegar al mercado negro y que alguna banda pueda tener acceso a ellas. Por eso se mantienen contactos permanentes con la Policía portuguesa, en cuyo territorio también se han producido recientes robos en cuarteles aunque sin relación con el de Bótoa. Los datos apuntan a que el botín no ha salido de Badajoz.
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