La última vez que el Espanyol eliminó al Barcelona de la Copa fue Francisco Franco quien entregó el trofeo. Lo ganó el Atlético de Madrid. Ocurrió en 1960. Históricamente, los dos equipos se han enfrentado 15 veces en el torneo y los barcelonistas se han impuesto en diez, incluidas las siete últimas eliminatorias. Hoy, en el estadio de Montjuïc (22.00, Telecinco y TV-3), la capital catalana revive un duelo que en su precedente inmediato, el 27 de septiembre de 2008, en la Liga, acabó como el rosario de la aurora: lanzamiento de bengalas desde la zona que ocupaban los radicales azulgrana e invasión del campo por parte de varios aficionados blanquiazules.
Deportivamente, el Espanyol no tiene mucho margen para ser optimista: en la Liga es uno de los colistas y el Barcelona, el líder, le saca 35 puntos. Además, el Espanyol, en plena crisis, presentó ayer a Mauricio Pochettino como su nuevo entrenador. Es la tercera apuesta de Daniel Sánchez Llibre, el presidente, esta temporada, tras las de Tintín Márquez y José Manuel Esnal, Mané. Ni siquiera así prevé un duelo tranquilo Pep Guardiola: "El objetivo es hacer un buen partido y buscar goles, pero, si tenemos dos días malos, nos echan de la Copa porque van a salir a hacernos la puñeta".
El técnico del Barça, que no decidirá hasta hoy quién juega y quién se sienta en el banquillo, pronostica un encuentro "tenso e intenso ante un rival muy agresivo". "Intentaremos estar a la altura en emotividad", advierte. A tenor de lo acontecido en el entrenamiento, su equipo está preparado porque tuvo que mandar a la ducha antes de que terminase a uno de sus futbolistas por exceso de ímpetu.
Guardiola no teme que el Espanyol dé muchas patadas. "Para jugar al fútbol se necesita ser agresivo", dijo asumiendo que "es un deporte de contacto". Pero matizó: "Todos sabemos cuándo se va a hacer daño y cuándo se entra fuerte y punto". También sabe que la presencia de Pochettino cargará de emotividad el juego blanquiazul. "Le deseo lo mejor. Espero sinceramente que se queden en Primera", anunció antes de valorar al preparador: "Como jugador, tenía oficio y mucha inquietud por el juego".
El vértigo presidirá el estreno de Pochettino con el único bagaje de haber sido ayudante en el equipo femenino del Espanyol. Ayer apenas tuvo tiempo para exponer con cuentagotas su declaración de intenciones y no decidirá el once que alineará hasta hoy mismo, aunque es probable que efectúe pocos cambios.
"El partido ante el Barça le hace ilusión a todo el mundo y desde ya mismo buscaremos la salvación. Se tiene que notar que algo cambió. El encuentro hay que afrontarlo con ilusión, confianza y ganas. Aunque nos enfrentamos a uno de los mejores equipos del mundo, como cualquier perico, quiero ganar", enfatizó.
Más allá del terreno de juego, los incidentes protagonizados por los Boixos Nois en la anterior cita marcarán la de hoy. Pese a que el Espanyol ha blindado la entrada a Montjuïc -sólo ha vendido localidades a los socios, tres por carné-, los hinchas radicales azulgrana aseguran que disponen de suficientes entradas para acudir "en grupo", tal y como expresaron ayer en su página de Internet.
Para evitar que se repita el conflicto, representantes de los Mossos d'Esquadra, del Espanyol y del Barça se reunieron ayer para detallar un dispositivo de seguridad que "será el de cualquier otro partido de alto riesgo". La policía tomará la montaña de Montjuïc y, además de los cacheos de los agentes de seguridad privada del Espanyol, los mossos montarán "un segundo cordón de seguridad", en el que supervisarán los registros que se efectúen.
De repetirse los incidentes, el Espanyol se arriesgaría a que le cerrasen el campo, tal y como le advirtió el Comité de Competición de la federación española cuando le sancionó con 3.000 euros de multa.
Mientras tanto, los cinco detenidos por los sucesos de septiembre, que permanecieron cinco semanas en la cárcel, deberán acudir a la comisaría durante la disputa del partido. Una medida cautelar impuesta por el juez que instruye el caso y que han cumplido religiosamente cada vez que ha jugado el Barça, en casa o fuera, desde que salieron de prisión.
El técnico del Barça, que no decidirá hasta hoy quién juega y quién se sienta en el banquillo, pronostica un encuentro "tenso e intenso ante un rival muy agresivo". "Intentaremos estar a la altura en emotividad", advierte. A tenor de lo acontecido en el entrenamiento, su equipo está preparado porque tuvo que mandar a la ducha antes de que terminase a uno de sus futbolistas por exceso de ímpetu.
Guardiola no teme que el Espanyol dé muchas patadas. "Para jugar al fútbol se necesita ser agresivo", dijo asumiendo que "es un deporte de contacto". Pero matizó: "Todos sabemos cuándo se va a hacer daño y cuándo se entra fuerte y punto". También sabe que la presencia de Pochettino cargará de emotividad el juego blanquiazul. "Le deseo lo mejor. Espero sinceramente que se queden en Primera", anunció antes de valorar al preparador: "Como jugador, tenía oficio y mucha inquietud por el juego".
El vértigo presidirá el estreno de Pochettino con el único bagaje de haber sido ayudante en el equipo femenino del Espanyol. Ayer apenas tuvo tiempo para exponer con cuentagotas su declaración de intenciones y no decidirá el once que alineará hasta hoy mismo, aunque es probable que efectúe pocos cambios.
"El partido ante el Barça le hace ilusión a todo el mundo y desde ya mismo buscaremos la salvación. Se tiene que notar que algo cambió. El encuentro hay que afrontarlo con ilusión, confianza y ganas. Aunque nos enfrentamos a uno de los mejores equipos del mundo, como cualquier perico, quiero ganar", enfatizó.
Más allá del terreno de juego, los incidentes protagonizados por los Boixos Nois en la anterior cita marcarán la de hoy. Pese a que el Espanyol ha blindado la entrada a Montjuïc -sólo ha vendido localidades a los socios, tres por carné-, los hinchas radicales azulgrana aseguran que disponen de suficientes entradas para acudir "en grupo", tal y como expresaron ayer en su página de Internet.
Para evitar que se repita el conflicto, representantes de los Mossos d'Esquadra, del Espanyol y del Barça se reunieron ayer para detallar un dispositivo de seguridad que "será el de cualquier otro partido de alto riesgo". La policía tomará la montaña de Montjuïc y, además de los cacheos de los agentes de seguridad privada del Espanyol, los mossos montarán "un segundo cordón de seguridad", en el que supervisarán los registros que se efectúen.
De repetirse los incidentes, el Espanyol se arriesgaría a que le cerrasen el campo, tal y como le advirtió el Comité de Competición de la federación española cuando le sancionó con 3.000 euros de multa.
Mientras tanto, los cinco detenidos por los sucesos de septiembre, que permanecieron cinco semanas en la cárcel, deberán acudir a la comisaría durante la disputa del partido. Una medida cautelar impuesta por el juez que instruye el caso y que han cumplido religiosamente cada vez que ha jugado el Barça, en casa o fuera, desde que salieron de prisión.
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