sábado, 3 de enero de 2009

Ladrones de supermercado

Las «pérdidas desconocidas», eufemismo bajo el que se contabilizan los robos en comercios y grandes superficies, amenazan con crecer por efecto de la crisis
DV. Son las siete de la tarde de un sábado en una tienda de cosméticos de San Sebastián. El vigilante de seguridad no le quita ojo a una clienta de pelo castaño, de unos treinta años y vestida «a la última», que se mueve entre los pasillos como pez en el agua: se prueba varios maquillajes, pintalabios y colonias, y se dispone a cruzar el arco de seguridad con las manos supuestamente vacías. Pero el guarda es un hacha en eso de cazar a quienes quieren procurarse el mejor de los descuentos y le corta el paso. En total, más de sesenta euros en productos escondidos en el bolso, una nimiedad si se comparan con los 2.510 millones que desaparecen al cabo de un año en la cadena de distribución española.
El último Barómetro europeo del Hurto, un estudio que recoge cifras de 920 minoristas de 36 países -incluido España-, vuelve a llamar la atención sobre las «pérdidas desconocidas», eufemismo bajo el que se engloban los robos en pequeños, medianos y grandes comercios, así como otros problemas que reducen la mercancía, como los productos que llegan en mal estado o rotos.
Los robos son, en todos los casos, el principal agujero comercial. Los cometen tanto los clientes (49,6% de los casos) como los propios empleados de las tiendas (un 28,7%), y en menor medida los intermediarios (8,1%). También pueden deberse a involuntarios, aunque gravosos, errores en la cadena de distribución (13,6%). En general se trata de pequeños hurtos, como el de la perfumería donostiarra, que sumados uno tras otro terminan por minar las cuentas de un negocio al cabo del tiempo.
«El impuesto oculto»
Las pérdidas han aumentado un 2,3% respecto al 2007 y amenazan con crecer en los próximos meses por efecto perverso de la crisis, según advierte la Asociación Española de Codificación Comercial (Aecoc), que engloba a más de 24.000 empresas de la industria y la distribución. En la actualidad ya suponen un 1,28% de las ventas. «Crece la recesión económica y, como consecuencia, crece también la presión sobre la pérdida desconocida», advierte Mariano Tudela, director general de Checkpoint Systems en el sur de Europa, la empresa especializada en sistemas antirrobo que ha patrocinado el estudio elaborado por el Centre for Retail Research de Nottingham. Y lo que es todavía peor, acaba con un coste indirecto que sufragan los consumidores en forma de «impuesto oculto» en sus compras: 195 euros en total por cada familia.
La estadística dice que son las cuchillas de afeitar los productos más atractivos para estos ladrones de supermercado, seguidas de las cremas faciales, los perfumes, botellas de alcohol, productos de charcutería, leche de fórmula para bebés, teléfonos móviles y relojes. Y entre las novedades han ganado puestos los libros de Harry Potter, los juegos electrónicos y los cedés.
Pero ¿quiénes y cómo se los llevan? José María Cariteu, de Checkpoint Systems, divide este tipo de delincuencia a pequeña escala en varios grupos. El más numeroso es aquel que se procura un «autodescuento», el hurto «por necesidad». «Se trata de personas que han perdido nivel adquisitivo, el cliente habitual que repite su acción en casi todas sus compras para conseguir esa autorrebaja en el precio final», describe Cariteu.
También hay hombres y mujeres que sustraen objetos «por impulso», los cleptómanos por ejemplo. Y luego están las bandas organizadas, que han proliferado en los últimos años. «Su objetivo son los productos que mejor salida tienen luego en el mercado negro», como los perfumes y los aparatos electrónicos, apunta Cariteu.
Un buen inventario
Los empleados tampoco se andan a la zaga. Aunque parezca mentira, casi tres de cada diez pérdidas de la producción obedecen a infracciones del personal de la tienda. «Además de invertir en sistemas de seguridad, lo mejor es implicar a los empleados, premiarles por su buena labor, porque no hay ningún sistema antirrobo infalible», admite Cariteu.
La elaboración periódica de un inventario solucionaría la papeleta en un nada desdeñable 13% de los casos de pérdida. «Hay comerciantes, sobre todo en las pequeñas empresas, que no prestan atención al inventario, una parte indispensable para que el negocio marche correctamente».
Pese a todo, Cariteu confirma que la preocupación por las pérdidas desconocidas ha crecido en los últimos años y, con ella, la inversión en sistemas de seguridad (744 millones de euros en España), que han incorporado las últimas tecnologías. «Los sistemas antirrobo pueden reducir las pérdidas hasta en un 50% por su efecto disuasorio. El que quiera robar se dará cuenta de ello y de golpe y porrazo desaparecerá de la tienda, seguramente porque ya le habrá echado el ojo a otro establecimiento menos protegido», adivina.
http://www.diariovasco.com/20090103/al-dia-local/ladrones-supermercado-20090103.html

No hay comentarios: