
El pasado martes desaparecía de la Catedral de Santiago el Códice Calixtino, una de las reliquias de mayor relevancia en el cabildo gallego. De valor incalculable, el pergamino, que fue tasado en 1990 en 1.000 millones de pesetas, sigue aún en paradero desconocido. Mientras tanto, otro importante foco de recepción de peregrinos jacobeos, la Catedral de Oviedo mira con una preocupación poco habitual a sus reliquias. ¿Está preparada para evitar robos como el del vecino Santiago? El deán del templo, Benito Gallego, muestra las “medidas eficientes” de seguridad que según él, atesoran las antiguas reliquias.
LA VOZ acompaña al responsable del templo en un recorrido por la Cámara Santa oventense. Benito Gallego recibe asegura tener cierto apuro ya que tiene la agenda llena. “Parece que todos os habéis acordado de las joyas justo hoy”, comenta sarcástico. Mientras el canónigo sube las escaleras en dirección a las reliquias, rememora el expolio ocurrido en la Catedral en el año 1977. “Eran otros tiempos, no había instalado ningún sistema de seguridad porque éramos más inocentes. Las joyas estaban muy accesibles”, aclara y matiza que el suceso tuvo una finalidad material a pequeña escala; nada que ver con el hurto compostelano. Cuando el deán Gallego llega a la Cámara Santa recuerda que la sustracción del año 1977 se ejecutó gracias a una ganzúa con la que forzó un endeble cercado que protegía el tesoro de la Catedral. “Este hecho supuso un punto de inflexión en el cabildo de la Catedral de Oviedo. Se instalaron medidas de seguridad como una valla más sólida o unas vitrinas especiales que protegen las joyas”, puntualiza.
A pesar de las mejoras, en el año 2006 unos ladrones volvieron a colarse en el templo. En esta ocasión el incidente ocurrió de madrugada y los individuos “con cierto grado de experiencia” -según el deán de aquél entonces Ángel Pandavenes-, estaban interesados en el dinero de los cepillos y provocaron numerosos daños materiales, que no afectaron al patrimonio del monumento. Este nuevo allanamiento informatizó el cuidado de las reliquias de la Catedral.
Tras una petición de asesoría a otros cabildos, la Catedral instaló numerosas cámaras de vigilancia y alarmas a lo largo de toda la sala de joyas. Por motivos de seguridad el deán Benito Gallego prefiere no dar más datos. Mientras lo cuenta la luz de un sensor de movimientos tintinea tras el religioso. “Una de las piezas reformadas dentro de la Cámara Santa es la puerta blindada”. Compuesta por tres láminas y una capa de amianto preserva los tesoros a prueba de fuego.
Otro de los elementos reformados recientemente es la verja. “Está compuesta por varias cerraduras, que necesitan de tres llaves distintas para acceder a su interior”, asevera. La protección del complejo se completa con la protección al Santo Sudario, con un sistema de vigilancia conectado durante las 24 horas con la Policía.
El sistema de seguridad, actualmente atendido por la empresa Securitas no preocupa al deán Benito Gallego, que invita a no contagiarse del pesimismo del robo del Códice Calixtino de Santiago de Compostela.
Un recorrido junto al deán por las medidas de seguridad del templo ovetense
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